N° 100 - La Simiente

Bien. C.A.F.H. del Maestro Santiago Bovisio se terminó y la Sagrada Orden de los Caballeros Americanos del Fuego Ihes se elevó hasta la patria celestial Om Hes, junto a la Madre Abbhumi y los Caballeros astrales que nos miran y protegen. Las semillas fueron desparramadas por tierras americanas esperando el tiempo de brotar y crecer. Las Enseñanzas de la Renuncia tambien son semillas ideales que, mes a mes, son depositadas en las naciones para todos los hombres, sin distinción de raza, religión, situación económica, ni cultura. Los hombres tienen derecho y la oportunidad de conocer la ley del mundo futuro, sin intermediarios, y cada uno, en su fuero interno, según su capacidad, podrá elegir su vocación bien o mal. Esa elección es la base de la libertad integral que ofrece la Renuncia.

La primera etapa en la construcción de la Gran Obra ha finalizado y con la comprensión de las experiencias vividas, las almas proseguirán el camino del desenvolvimiento espiritual de otra manera, tal vez más difícil. Siempre escalar la montaña es costoso a medida que se asciende. Hay párrafos en la Enseñanza N° 11: “Exhortación” del Curso “La Renuncia en el Mundo y en las Almas” que son ilustrativos: “La unión de la materia con el espíritu será la felicidad del hombre sobre la tierra. Sólo así ha llegado el momento de ser maestros, directores de almas, pues tendrá una moral en las manos. El hombre va a la ruina porque no conoce al ser integral, su cuerpo y su alma. Se conocen leyes aplicadas al hombre que no pueden ser aplicadas a la colectividad. La ley de la colectividad debe encontrar la posibilidad de adecuarse al examinarla en el hombre. No podemos participar ya de la ética que nos ha traído el cristianismo que ha inundado al mundo de sangre, de dualidades. La ética de la armonía de los contrarios actuales es el hombre y la Humanidad. En una ética verdadera es necesario que los valores humanos y colectivos vayan juntos, se amalgamen entre sí. Pongamos un ejemplo. Aquí nuestros Hijos han plantado la semilla de un manzano; con tiempo determinará su vida en árbol y éste dará fruto. Es el producto final del resultado de todo el esfuerzo, es su resultado anímico. Pero si dejamos ahora el fruto en el árbol, se pasa, se pudre, de no existir una reacción que corte el método de la línea recta, es decir, arrancarlo para satisfacer el sentido alimenticio que la manzana ofrece al ser humano. Este acto contrario al producir el fruto, se amalgama con él y ofrece el ejemplo de la ética verdadera. Es necesario desprenderse de la experiencia individual para tender con ella la experiencia colectiva, penetrando dentro del alma colectiva”.

El fruto de la vida en C.A.F.H. ha sido arrancado con sufrimiento para que no se pudra en la línea recta de una sola ética, reuniones, retiros, superiores, formas de meditar, etc. “Ahora debemos aprender a manejar el Poder de la Gran Corriente”. La Enseñanza fue dada y cada Hijo aprendió mucho o poco, algunas veces correctamente, otras en sentido equivocado. Todos transmiten lo que percibieron y quedó en ellos, aunque se hayan alejado de Cafh, quieran olvidarse y no hablar. La Enseñanza está en ellos como una ley natural que se expande en la mirada, en un gesto, en todo lo que dicen, para bien o para mal. Como las semillas arrojadas al voleo por el sembrador brotarán, crecerán de diferentes maneras o se pudrirán. Nadie puede impedir la Expansión del Mensaje de la Renuncia porque es un hecho natural que se inició desde el momento que el alma ingresó al Camino.

Cada alma es como una flor de colores particulares que al ser activada por el Ired de Cafh multiplicará esas particularidades por donde vaya, como un aroma agradable, o hediondo. La flor no lo puede evitar; el alma que recibió la Enseñanza tampoco. Pero tiene el don de las Enseñanzas completas en sus manos; por el estudio y el esfuerzo continuado puede transmutar las malas tendencias en una ética integral; él mismo y la colectividad.

Dice el Mensaje del año 1957: “Hijos de la Madre: ¿por qué no descendéis entre los hombres para enseñarles vuestra experiencia de Renuncia?” Este clamor del Maestro está dirigido a todos los que recibieron la Enseñanza, sin distinción de grado ni situación actual: “los que fueron, los que son y los que vendrán”. Cada uno que haya participado en el Poder de la Gran Corriente, aunque fuera por un día solamente, se ha transformado en una simiente potencial de la Gran Obra. ¿Cuánto demoró San Pablo para convertirse en difusor de Cristo? Minutos. ¿Y el Peregrino Ruso? La vocación, el comienzo del camino no tiene tiempo; su revelación es instantánea, es la transformación de una manera de ser en su contraria. Entonces, los que fueron y aún son Hijos de la Madre, aunque Cafh no exista, pueden transmutar su figura llorosa, mendicante, fracasada, en la de un mensajero de la Renuncia. La semilla está en ellos dormida, esperando. El fruto del manzano hay que arrancarlo para que no se pudra y entregarlo a los seres hambrientos de verdad.

Se ha calculado que quienes pasaron por Cafh y recibieron la Enseñanza fueron unas 10.000 personas, más o menos. Muchos han muerto, la mayoría se retiró y quedan unos pocos, cómodamente instalados en el círculo magnético de la Obra, una jaula de oro, sin hacer nada, repitiendo los ejercicios ascéticos una y otra vez, como una manzana madura y pasada que no tardará en pudrirse y caer.

Pero las Enseñanzas han dado un salto cualitativo y cuantitativo; ahora están expandidas por el Planeta y son millones quienes tienen acceso a ellas y las estudian. Han adquirido masa crítica, como una reacción en cadena y son imparables. Como había pronosticado el Maestro, hay una necesidad espiritual muy grande en la Humanidad y la expansión se ha producido en el momento apropiado; a medida que caen las instituciones obsoletas y se auto destruyen en sus contradicciones internas, las Enseñanzas llegan a todos los rincones de la Tierra con un mensaje renovado, sin dogmas, sin exclusiones, para todos según la medida de cada uno.

Las tierras donde caen estas semillas de futuro son diferentes unas de otras y los frutos que produzcan cuando germinen pueden ser sorprendentes. La Obra se inició en Argentina y dio como resultado un tipo humano particular, una amalgama de las ideas de la Renuncia con una sociedad dividida, mitad católica, mitad judía, repitiendo un conflicto milenario con las consecuencias que ya conocemos. ¿Qué tipos humanos producirá en el futuro la germinación de la Doctrina de la Renuncia con su riqueza de ideas, pronósticos y expectativas cuando se unan íntimamente con el alma de los pueblos: chinos, rusos, árabes de África, agricultores de Australia y Nueva Zelandia, isleños del Caribe? Nadie puede imaginarlo ni formular una conjetura porque la Renuncia no tiene dogmas fijos y se acomoda a las características de cada individuo. La simiente no tiene ADN; es una fuerza, una ley y cada persona aporta su ADN.

Con este principio que enuncia el Maitreya, la perfección de las cualidades y tendencias de cada individuo, es imposible la permanencia de las Religiones que siempre quieren imponer una manera de ser a millones de personas diferentes. Sólo con la opresión podría intentarse por un tiempo, pero al final fracasan, como estamos viendo en estos días.

La presencia humana en el mundo futuro será minoritaria, la necesaria para la supervivencia de la especie. Este abuso actual de las multitudes es el producto lineal de una Raza materialista. Con los avances de la tecnología bélica y los enfrentamientos internacionales en un Planeta que ha quedado chico, faltan alimentos, falta agua, faltan remedios, en algún tiempo se llegará a una población ideal donde los individuos puedan ser felices.

La Doctrina de la Renuncia es Universal, no sólo por el espacio geográfico, sino tambien en el tiempo. La Renuncia fue el núcleo de los Mensajes que trajeron al mundo los Grandes Maestros Espirituales para desarrollo de la Humanidad: Krishna, Buda, Jesús, adaptada luego por los discípulos a las características de los pueblos donde se establecieron. Esta adaptación, necesaria por el escaso desenvolvimiento de la civilización de esos tiempos, acarreó dogmas, competencias y guerras hasta hoy. Pero la civilización moderna, con los descubrimientos científicos, el desarrollo global de la tecnología y la educación general de los hombres en todos los niveles, ha creado las bases para la plena expansión de los mundos plurales, las ciencias, los viajes espaciales, la mística progresiva, las artes virtuales y las relaciones humanas. Con las ideas expresadas en las Enseñanzas, contradicción analógica, reversibilidad, mundo energético del Ired, politeísmo, Egoencia, el hombre moderno se esta universalizando.

El ser humano, por naturaleza y por su origen divino, es universal: Beethoven, Miguel Ángel, Gandhi son ejemplos de mentes universales, individuos íntegros cuyas obras recorrieron la Tierra con mensajes progresistas para bien de la Humanidad. Las instituciones siempre son parciales, aunque se autoproclamen “católicas”. Las civilizaciones han sido particulares con un tiempo histórico y una geografía determinada. Pero ahora la civilización tecnológica está en todas partes, las comunicaciones son instantáneas, ofrecen la plataforma necesaria para el desenvolvimiento de las ideas del Maitreya que ya están en el mundo. Las Enseñanzas de la Renuncia, aunque fueron escritas por el Precursor Santiago Bovisio, constituyen el Evangelio adelantado de la Obra que cumplirá el Iniciado Solar. Él esta desarrollando su programa revolucionario que transformará a la Humanidad y conciliará los pares de opuestos, materia y espíritu. Las primeras manifestaciones físicas están apareciendo todos los días con un cambio radical de la casa que habitamos.

Los predestinados encuentran en las Enseñanzas un programa completo de cambios integrales que se extienden por la Tierra; son semillas de la Época Americana. Recién comienzan y las primeras señales se advierten en niños y jóvenes. Lector: busque en sus hijos, en sus nietos, en la mirada de los chicos esas señales desconocidas cuyas claves están en las Enseñanzas y protéjalos porque serán los herederos de la Tierra.

José Gonzáles Muñoz
Marzo de 2010

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