N° 90 - PANORAMA

Desde este lugar entre montañas, alto, solitario y silencioso, contemplo el mundo. No pertenezco al mundo. Soy extranjero: no pienso como los hombres ni siento lo que ellos sienten; las ideas de ellos, posesiones, guerras, odios, amores, no me interesan; pertenecen a un globo que se pinchó en el siglo pasado y ahora, desinflado, arrugado y feo, divaga de acá para allá, sin destino firme, librado a su propia suerte.

Desde este lugar privilegiado, sentado en mi sillón favorito frente al ventanal que abre a la gran figura del Cerro del Plata, blanco y gris, miro la primavera del jardín con largas filas de reinas margaritas, alverjillas, los primeros girasoles y otras flores cuyos nombres ignoro. Palomas, teros y zorzales deambulan agrupados, picando el pasto. El pueblo está silencioso y distante. Mi espacio urbano es un rincón muy arbolado, junto al arroyo. Las casas vecinas de fin de semana están vacías. Soy el único ocupante permanente del lugar desde hace treinta años. Mi tarea actual es mirar el panorama histórico global, las montañas y el paisaje, los noticieros de la televisión, las Enseñanzas, las experiencias de mi propia alma y sacar las conclusiones pertinentes que luego comunico a mis amigos hasta el momento, en forma de Reflexiones.

No pertenezco al mundo, soy extranjero; pero tampoco soy de otro planeta. Soy un humano de muchos años que vive en el mundo virtual que inicia Hidrochosa, la Nueva Era que, nacida en anuncios proféticos de los Santos Maestros, se está convirtiendo, minuto a minuto, en realidad evidente. No me quedé junto al resto de la Humanidad que se mueve lentamente, paralizada sobre las superficialidades de sus conquistas. No, de golpe, por el poder de la Renuncia y una reversión analógica íntima, me adelanté y entré de lleno en Acuario, dejando atrás las huellas de mis pasos y los apegos del corazón. Con la ayuda de Santiago Bovisio sigo avanzando decididamente hacia los nuevos territorios que me fascinan y quiero conocer.

Desde mi lugar en las montañas miro el panorama del mundo, en la diversidad de los tiempos históricos, religiones, civilizaciones, la cruel desigualdad de la riqueza económica, la mediocridad de las culturas: todo. Miro la selva desde afuera. Me he liberado de las trampas seductoras de la civilización y observo cómo caen en el abismo de la desesperación, unos tras otros, los actores del tiempo viejo. No me conmueven. Como le advierte Krishna a Arjuna: “Ya estaban muertos antes”. Pero quiero reflexionar y comunicar, porque muchos de sus actores están predestinados a ser protagonistas de la Nueva Era y, esperanzado, trabajo para que las Enseñanzas del Maestro Santiago los despierten.

En este tiempo, los fuegos iniciales de la Tercera Guerra Mundial se extienden por el Cercano Oriente con la participación de tropas de los más lejanos países, luchando por las reservas de petróleo. El conflicto no se detiene porque las causas que lo han provocado son insolubles: el combustible es poco y los automóviles son muchos. En el viejo mundo de pares de opuestos enfrentados con violencia, las naciones, dominadas por el ansia de posesión, con todas las fuerzas operativas se precipitan hacia el holocausto. Y ya se sabe que tirar una sola bomba nuclear es desencadenar el infierno radiactivo total. Desde que se aniquilaron dos ciudades japonesas en 1945, la Humanidad arrastra el karma que concluirá en la destrucción. Para esa zona del mundo, el Norte, la historia evolutiva se detuvo hace 60 años, en la lógica mecánica que provocaron las dos grandes Guerras Mundiales más los conflictos intermedios, desde Vietnam hasta Palestina. Los responsables políticos no han advertido que la rueda del destino ha cambiado de giro y caminan ciegamente, en línea recta, sobre carriles fatales; pero la rueda ha hecho una inflexión reversible y gira hacia los nuevos espacios de una realidad de múltiples dimensiones.

Si tendemos una mirada más lejos, hacia los inmensos territorios del Lejano Oriente, vemos al gigante China, primer país productor del mundo, que desde hace unas décadas crece y crece sin parar a un ritmo del 10 % anual, como un fabuloso dragón de fuego que cubre con sus productos todo el planeta. Mao, antes de morir, recomendó a sus paisanos que no buscaran la hegemonía, pero al volcarse hacia los mercados capitalistas mundiales, los chinos no pueden dejar de crecer. ¿Hasta cuándo? Cuando la piel que cubre tanta gordura material estalle, y el mundo quede inundado de sus productos y tecnologías.

Los españoles llegaron a América, encontraron vastos imperios neo atlantes y los conquistaron. En ese tiempo del siglo XVI, la Historia crecía en el Renacimiento italiano, y las otras civilizaciones quedaron sentenciadas a desaparecer, como ocurrió. Los sobrevivientes fueron marginados de la civilización europea. América, África y Asia fueron conquistadas por hombres que cubrieron el planeta con artefactos mecánicos y dogmas totalitarios.

El panorama que puedo contemplar desde las Enseñanzas, altas montañas de sabiduría milenaria, no es solamente geográfico, regional, económico; también es cultural, ético, artístico, religioso, espiritual, todas las actividades humanas visibles e invisibles, aunque estén escondidas en el más oculto repliegue del subconsciente. La visión del mundo no se limita a hechos catastróficos ni a la economía global, sino se extiende ampliamente sobre la conciencia humana, sus obsesiones, sus pasiones violentas, sus enfermedades psíquicas, los secretos mentales, la irrupción del infierno en los hogares con imágenes negativas que brotan de las pantallas y apresan a los televidentes en todos los rincones.

Ser extranjero no es cuestión de un pasaporte, sino disponer del estilo interior que se construye con esfuerzo en el camino de la vida. Paso a paso, viviendo la Renuncia, el ser se aleja integralmente de un mundo exterior que le fatiga y empieza a recorrer nuevos territorios, los espacios del alma. ¿Sabe el lector que el universo astral contiene siete dimensiones diferentes que puede vivenciar libremente si se capacita para ello? El mundo material que habitamos tiene una sola. El paisaje astral que el alma recorre en las horas del sueño, por ejemplo, tiene plantas, animales, pájaros hermosos, gente, casas, se puede hablar, comer deliciosos manjares, escuchar música, recibir cartas de amigos, volar, nadar bajo el agua, crear belleza, amar intensamente. No necesita dinero, ni tarjetas de crédito. Se accede a esos tesoros por capacidad y esfuerzo; a veces son más reales y consistentes que la vigilia. El Maestro Santiago ha contado muchas de sus experiencias astrales, que en ocasiones él vivía con los ojos abiertos. Ahora, ambos mundos están separados; pero en Acuario volverán a comunicarse habitualmente. Será una de las conquistas de la Nueva Era, como en los tiempos de Atlántida. No hay puertas clausuradas; están abiertas para los valientes, los trabajadores del espíritu, los liberados. Hay que dejar en el suelo las cargas del mendigo, todas y cruzar el umbral. Cuando haya pisado la tierra multicolor del país maravilloso del nuevo hombre, será un extranjero en la tierra.

Las Enseñanzas se Santiago Bovisio son montañas espirituales semejantes a las que me rodean: altas, solitarias y silenciosas, y desde ellas se viven las cosas de otra manera, con la ayuda de la mirada de un profeta. No es indispensable viajar y peregrinar hacia lugares mágicos para alcanzar el refugio tan deseado. Aún en las ruidosas y desordenadas ciudades, el peregrino, en un pequeño rincón de su casa, puede descansar en los valles y meditar en paz, escalar las cumbres nevadas de la ascética mística y expandir su alma por los espacios, gozar de la compañía de grandes santos de todas las confesiones, orar como si estuviese en un monasterio de los Himalayas. Sentado frente a la Enseñanza abrirá el libro mágico de la revelación divina para este tiempo de gran transición y penetrará en las dimensiones del porvenir. Las montañas espirituales, más altas y puras que los Andes, están a la vista en la expansión del Mensaje de la Renuncia. El Mensaje habla en todas las Naciones, y crece su recepción continuamente en los países más diversos.

Esta expansión es irreversible, gira en la rueda de la Historia sin detenerse y avanzará hasta que haya cumplido la misión establecida por los Grandes Iniciados: la creación de la nueva Raza Americana. Las Enseñanzas describen cambios y nuevas formas del ser. De hecho, ya han anunciado a los hombres su estilo con alteraciones climáticas, desaparición de especies vegetales y animales, convulsiones geológicas, decadencia de las viejas formas de la vida; también con el despertar vocacional de los predestinados que responden al llamado.

Vivir este tiempo es una oportunidad única para cambiar de rumbo y liberase de las cargas. La invitación es para todos, cualquiera sea su situación personal. Es una amnistía general que hemos definido como una barrera radiante de poder que cubre el planeta, así como el Mensaje de la Renuncia, su proyección visible, necesaria e ineludible, también está en todas partes, la llave que abre la barrera y deja pasar hacia el porvenir esta contenida en las Enseñanzas. Busque, indague, estudie, medite las verdades que presentan y poco a poco irá armando su llave única, la que le corresponde individualmente, para acceder al nuevo mundo. Cuando lo logre, es un trabajo lento, progresivo y fascinante, será extranjero en la sociedad actual, pero habrá conquistado una nueva patria.

Reiteramos lo que dice el Mensaje de Plenilunio del año 1948: “¡Sed Almas! ¡Vivid en el mundo como si no pertenecierais al mundo! ¡Sed extranjeros! El idioma de los hombres no es vuestro idioma ni son vuestros sus gustos y aspiraciones; tampoco lo son sus formas mentales. Vuestro nombre es un nombre nuevo escrito en el cielo; vuestra patria es la del templo espiritual, en el seno de la Asamblea de los Grandes Iniciados. Calle vuestra voz para que os llegue el Mensaje, el mensaje del Gran Día que está por llegar y que están entonando ya, a través de la mística del Ired, los sabios de OM HES. ¡Quedaos mudos! ¡Sed extranjeros! ¡Envolveos en el Gran Silencio! ¡Permaneced con el rostro cubierto por el blanco velo, oh, almas de almas!”

Lector: Cierre los ojos y medite. Imagine que está en el 2.077 cuando los niños que hoy nacen serán ancianos de muchos años que han vivido las experiencias del holocausto de la naturaleza y de los hombres, y que también meditan, piensan y recuerdan los horrores que hoy estremecen a la Humanidad. Luego, abra sus ojos y mire el panorama de la sociedad moderna y se sentirá un extranjero silencioso.

Saludos cordiales.

José González Muñoz
Marzo de 2007

 

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