N° 106 - El Mundo

El Canon de las Enseñanzas está clasificado en seis grupos que expresan la totalidad del pensamiento de Santiago Bovisio: Cursos Doctrinarios, Cursos Ascético Místicos, Cursos de Historia, Cursos Filosóficos, Cursos Esotéricos y Cursos sobre las Comunidades. Habitualmente servían de apuntes para los estudiantes de Cafh y a ellos estaban dirigidos; pero otros Cursos jamás se dieron a conocer; permanecieron guardados en las Matrices de Enseñanzas hasta mucho tiempo después de la muerte del Maestro, precisamente el año 2.000, cuando se publicaron por Internet para beneficio de la Humanidad. Los hombres serán los custodios de las ideas que expresan una concepción original del mundo, diferente a los sistemas existentes, sean filosóficos, religiosos o metafísicos. Si los sistemas aceptados académicamente describen conceptos de una sociedad de masas que desaparece, el Canon habla del mundo que vendrá, su tiempo, sus leyes, los hombres egoentes, el Gran Iniciado Solar Maitreya, las expectativas que despiertan en los estudiantes ansiosos de la verdad de la Era Americana.

La sociedad moderna conforma un mundo masificado exactamente igual en todas partes. El pueblo argentino es igual a sus dirigentes, Obama es idéntico al norteamericano común, Berlusconi es el italiano prototipo. No hay posibilidades de cambio. Las democracias constituyen el sistema plítico más adecuado para la sociedad de masas. Como resultado inevitable de esta uniformidad, se producen odios y peleas a muerte entre parientes, aunque sostengan los mismos principios: China y la India, Rusia y Estados Unidos, judíos y musulmanes, las internas de la iglesia católica hasta en los pueblos más pequeños, las favelas de Río. Esta masificación irreversible, una ética unitaria monotemática, el agotamiento de sus propuestas iniciales los conduce a la autodestrucción, espectáculo que estamos viendo cada vez más grave, hasta que tropiecen en la escena final con la destrucción atómica.

La realidad del mundo que vivimos, ahora y mil siglos atrás, fue múltiple en todos sus aspectos. La línea recta del pensamiento apareció en la Guerra de los Dos Soles, con el faraón Akenatón y su camarilla y continuó hasta nuestros días por medio de las Religiones Monoteístas. Ahora se terminó. Léase en estas Enseñanzas “La Idea Madre de la Raza Aria” las propuestas adelantadas de Maitreya, y se comprenderá que estamos frente a una etapa histórica que desarrollará la pluralidad de los mundos.

La ciencia física acepta un mundo. La materia y los diversos aspectos que presenta son estados variables; la energía se transmuta en materia y viceversa. Esto es reversibilidad de los mundos. Las religiones sostienen sus concepciones personales y rechazan las otras. Para ellas, la realidad es la revelación que recibieron y las demás son ignoradas o combatidas. Ejemplo: Los antiguos cultos precolombinos de América, inmensamente ricos en ideas, fueron perseguidos a muerte hasta que desaparecieron. Igualmente sucedió con las religiones politeístas clásicas. Desde hace dos mil años la civilización occidentel ha vivido el oscurantismo de una religión sostenida por la fuerza. Las ciencias naturales se desarrollaron a pesar del dogmatismo monoteísta. Giordano Bruno, defensor de los mundos plurales, fue quemado por la Inquisición y algo parecido ocurrió con Galileo. Por iguales razones fueron incendiadas la Biblioteca de Alejandría y la Biblioteca de Bagdad.

La ciencia oficial no acepta la parapsicología porque sus conclusiones son diferentes a las propias. ¿Dónde ubicar los fenómenos que producía el gran Home, a mediados del siglo XIX ante las cortes de Napoleón III y del Zar de Rusia? ¿Y las curaciones de Lourdes? Las academias no se ocupan de los milagros; son acontecimientos misteriosos e inalcanzables que no producen tecnología ni rentabilidad.

Los hombres vivimos en mundos dispersos; apenas dejamos la vigilia de las experiencias externas, aparecen los mundos interiores de diversas maneras, desde escenas próximas del séptimo plano astral hasta viajes lejanos y relaciones con otros seres. ¿No ocurre lo mismo con las drogas psicodélicas de moda en las naciones civilizadas? Vivimos en el mundo y el mundo vive en nosotros. Podemos crearlos y luego olvidarlos. Así como la facultad sobresaliente de los Arios Teutónicos es la organización de grandes instituciones colectivas, la cualidad del Acuariano es la imaginación, clave de la creatividad. Para algunos pensadores ingleses, Huxley y otros, es el mayor don de la naturaleza. La creación de mundos paralelos, distantes y cercanos, interiores y exteriores, plásticos, musicales y literarios constituirá el arte del futuro, como aparacen en los Relatos Acuarianos. Los niños poseen espontáneamente esas facultades porque están cerca del astral y se expresan con la más amplia libertad de formas. Es lo que estamos explorando en la Aldea de los Niños con las clases de ecología, en trabajo comunitario con escuelas primarias que nos visitan, construyendo en pequeña escala mundos futuros, hechos con sus manos, sin limitaciones. Es la mejor manera de aprender, porque convierte al alumno en un niño Americano.

¿En qué consiste, entonces, la liberación con recursos propios como propone el Maitreya? Para Él la liberacion se desenvuelve en el mundo que cada uno es capaz de construir con sus propios medios. Es el programa de realizaciones que el hombre lleva en sí mismo desde el principio de su individuación, una encarnación tras otra por las dimensiones del universo, hasta llegar a la meta propuesta, la Unión Substancial. La vez anterior Jesús propuso a los hombres un modelo de perfección, pero no lo consiguió; ahora el Maitreya propone que cada hombre desenvuelva su propio modelo resguardado en el alma. El método ascético místico necesario para llevarlo a cabo es la Renuncia como está descrito en las Enseñanzas. Son los mundos plurales que hemos tratado en estas Reflexiones, potenciales al comienzo de la Nueva Raza, que se convertirán en reales a medida que el ser avance por el Camino. Esto quiere decir, también, egoencia, la más perfecta individualidad; cada hombre es un mundo aristocrático donde el alma es reina y señora.

Como se puede comprender, los dogmas religiosos o metafísicos colectivos no son aptos para esta nueva forma de vivir. Cada uno necesitaría un dogma convencional independiente de los otros, con lo cual no se requieren acuerdos colectivos para establecerlos. Los sistemas colectivos que gobiernan a los hombres han caducado, no sirven para gobernarlos ni para vivir. Tampoco sirven las masas que no poseen mundos individuializados, sino colectivos como el dinero, los instintos animales, la globalización, los estadios deportivos, la televisión, la educación autoritaria, etc. De esta manera se comprende el plan divino que ha permitido se desarrollen hasta límites insostenibles las corporaciones económicas para terminar con la civilización de masas. Por otro lado, siete mil millones de personas es una monstruosidad genética que sólo pudo producir la degradación de la condición humana. Es el fin.

En los Relatos Acuarianos hemos descrito una premonición de estos conceptos. Tambien en la Aldea de los Niños inducimos a los alumnos esos mundos que ellos podrían habitar en el futuro. Todos podemos empezar a imaginar el tesoro que llevamos dentro. Hay que intentarlo porque el futuro comienza ahora, en cualquier momento que se tome una determinación. Y el punto de partida es siempre un acto de Renuncia. Sería inútil conocer cómo somos internamente cuando estamos sepultados bajo toneladas de imágenes equivocadas que diariamente nos bombardean desde todas partes proponiendo una vida irreal, perversa.

Somos lo que creamos en nosotros, mundos interiores y mundos exteriores en permanente reversibilidad, dinámicos, bellos y feos, agradables y dolorosos, en continuas transformaciones. Para el sabio que conoce las leyes de los cambios y las maneja para un fin superior, vivir es crear. Bien decía el Mahatma Gandhi que el arte superior es la vida y nada hay más bello que hacer de uno mismo una hermosa obra. También San Pablo de la Cruz escribía a una de sus discípulas que se quejaba: “Me alegra saber que su nuevo director la trata con aspereza. ¡Qué buen amigo ha de ser éste de Dios que quiere darle los últimos golpes de mano a la estatua y embellecerla para la galería del cielo! Y por eso no permite que quiera darle ningún consuelo, sino que emplee el cincel más fino y cortante para pulimentar bien la estatua.”

Para construir una obra maestra con la vida que tenemos y que vamos descubriendo desde el nacimiento hasta la perfección de una catedral gótica, cuerpo, mente y espíritu, es necesario mantener una distancia prudencial con nosotros mismos, como el pintor que se aleja unos metros de su caballete para ver su cuadro, a veces poniéndolo al revés, para descubrir alguna desarmonía. Picasso pintó una obra maestra terrible, el “Guernica”, sobre la guerra del siglo XX, pero aunque el mundo de la destrucción está allí a unos metros de distancia, se pintó a sí mismo, un autorretrato de su alma. “Yo expreso lo que veo”, solía decir. Siempre fue él en permanente contradicción, análogo, perseverante. En sus últimos años decía: “Ahora soy libre; pinto como un niño.”

No necesitamos ser artistas para lograrnos; necesitamos autenticidad, Renuncia. Por la Renuncia nos despojamos de las cosas que se han pegado hasta deformarnos haciendo de nosotros lo que no somos, un muñeco, un androide, un Michael Jackson, una quimera imposible. Enpiece el lector con la limpieza de la casa, su propia casa, poco a poco, progresivamente, y a medida que va creando espacios limpios verá que desde el fondo de su alma empiezan a revelarse las joyas que estaban guardadas. Si apaga el televisor, mejor aún si se desprende del torturador, descubrirá tiempos de silencios que nunca había imaginado, como un almácigo bien preparado donde brotan plantitas desconocidas. Si persevera, esas plantas crecerán, florecerán y darán frutos preciosos. Y si descubre el encanto de ser jardinero de sí mismo, revelará flores que sólo usted puede producir, enriqueciendo la vida y a los hombres. Con el tiempo de Acuario, la Humanidad será un jardín.

José González Muñoz
Mayo de 2010

 

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