Nº 136 - Símbolos

La extraordinaria dimensión del cristianismo durante los últimos 2000 años cubriendo el planeta y más allá hacia el espacio infinito, con instrumentos y presencia física como no lo habían hecho las razas anteriores, la explotación detallada de los rincones de la Tierra, incluso en las profundidades y el lecho de los océanos, el dominio de los secretos de la materia en sus diversas manifestaciones y la creación de nuevos elementos, la incursión en la vida y sus misterios produciendo nuevas especies que se utilizan masivamente en la alimentación diaria, la construcción de aparatos gigantes para reproducir la creación del mundo y comprenderlo, todo lo que ha producido la civilización moderna se asienta sobre un símbolo: la Cruz.

Debe ser muy fuerte el poder del símbolo, la Cruz, cuando ha logrado tantas conquistas. Como símbolo la Cruz es antigua y dispersa. Se la encuentra en los relieves aztecas y mayas de América y en la escritura ideográfica china. La gran tríada son dos curvas convexas una encima de la otra y una cruz en el medio; el cielo, la tierra y el hombre. El prototipo de Leonardo da Vinci, un hombre dentro de un círculo marcando las proporciones perfectas, es una Cruz. El gigantesco Cristo sobre la cima del Corcovado amparando la ciudad de Río de Janeiro es una Cruz. En las ciudades de Europa por encima de los campanarios de las Iglesias, en los campos a lo largo de las rutas medievales, en las casas familiares sobre las paredes, al frente de las aulas escolares, en oficinas y despachos del gobierno, en cualquier lugar destacado y público, plazas, negocios, almacenes, estaciones de servicio de combustibles están las cruces, a veces con el crucificado, a veces solitaria. Los sacerdotes y las monjas, las personas devotas, los chicos y los ancianos llevan cruces colgadas al cuello, unas de oro, otras de plata, otras de madera. Cuando San Pablo de la Cruz salía desde el Monte Argentaro a predicar por los pueblos de Italia en el siglo XVIII con su hermano Juan Bautista siempre llevaban una gran cruz de madera para motivar el sermón. La Cruz es el hombre con los brazos abiertos, indefenso, en todas las culturas porque se le parece y en esa analogía esta su poder; es el Viandante que busca un sendero; es el Peregrino que tiene un camino. Cuando la Cruz está con el crucificado es Cristo, el hombre de todos los días, el que padece penas y sufrimientos, el hambriento, el necesitado, el enfermo, el torturado como Jesús en Jerusalén, el que ha sido olvidado por una sociedad opulenta que no da nada; somos tu, yo y millones en los desiertos de África, las villas miserias, los desocupados de Europa y Estados Unidos.

Los romanos crucificaban. En el siglo I antes de Cristo se produjo la sublevación de los esclavos en Italia, dirigida por Espartaco y reprimida por el Cónsul Craso, uno de los triunviros junto con Pompeyo y Julio César. La Vía Apia se llenó de cruces de punta a punta con esclavos capturados, para ejemplo de los indigentes y satisfacción de los potentados. Cuando querían dar un escarmiento ejemplar, crucificaban. En Palestina, el año 33, Jesús subvertía a la población con sus palabras y Pilatos no dudó en crucificarlo para aplacar al sacerdocio judío. Jesús expiró solitario. Pero el símbolo era tan potente que millones de pobladores del Imperio siguieron sus Enseñanzas a pesar de las persecuciones. Los cristianos crecieron sin doctrinas ni filosofías, eso vino después, y en pocos siglos fueron mayoría. En la decadencia del Imperio fue religión oficial con ritos y ceremonias y poco a poco se extendió por el mundo. Pero Jesucristo sigue siendo un solitario cuyos dolores han sido olvidados. Ahora ha vuelto, como había prometido, pero triunfante y Maitreya, su nombre actual, es Maestro de Justicia. Una Nueva Era abre sus portales con nuevos patrones de vida y convivencia.

Muchas religiones y emprendimientos tienen símbolos que los identifican rápidamente. Los judíos tienen la Estrella de David, de seis puntas y la terrible circuncisión. Los musulmanes se identifican con la Media Luna que va desde Marruecos en el Atlántico hasta las islas del Pacífico. La Media Luna es el Profeta, el sol que la ilumina es Alá. Los Aztecas tenían una serpiente emplumada. Loa Asirios un toro alado, símbolo de su gran fuerza. El Japón un sol naciente representado en su bandera. China un dragón alado símbolo de la sabiduría humana. Francia Republicana una bandera azul, blanca y roja, colores de la burguesía, la monarquía y el pueblo. La Unión Soviética tenía una bandera roja con un martillo y una hoz. Las Naciones Unidas un mapamundi.

No sólo las instituciones religiosas y políticas se expresan por un símbolo que las identifica, generalmente gráfico, que entra instantáneamente por los ojos. También las organizaciones fabriles, comerciales, deportivas, los clubes, las marcas comerciales los usan y registran su propiedad como patente. En algunos casos valen millones aunque no digan nada. Marllvoro es un cigarrillo, pero luego invadió con su propuesta publicitaria otras áreas como los deportes, los artistas de la televisión, la ropa, y es un poder económico y comercial formidable. En Mendoza, como es todos lados, los bodegueros se esfuerzan para transformar el vino que producen, cualquiera sea su calidad, en una marca internacional como la Coca Cola. El símbolo es también poder político: por ejemplo, Maradona es el símbolo de la Argentina decadente y el gobierno actual lo protege pese a sus fracasos, la droga, la gordura y su mediocridad.

El Canon de las Enseñanzas del Maestro Santiago impresas en libros y en sitio Web de Internet presenta un Curso completo, XXXV “Simbología Arcaica” cuyas Enseñanzas han servido de base y material para los Hijos de Cafh que durante años, toda la vida, las utilizaran en sus meditaciones diarias. Se pueden estudiar también en los Cursos XV “La Meditación Afectiva”, XX “Ejercicios y Ejemplos de Meditación”, XXI “Comentarios sobre la Meditación” y XXII “Métodos de la Meditación”. En el Curso Simbología Arcaica, Enseñanza 1, La Marcha del Alma, se lee: “Se van a transcribir aquí Enseñanzas Simbólicas que una antigua Escuela Esotérica dejó para sus adeptos y que han sido traducidas de un antiguo idioma por algunos amantes de la Sabiduría. Describe esta Simbología la marcha que emprende el alma humana desde los planos inferiores para alcanzar su libertad espiritual”.

En Cafh, durante los años de su existencia y bajo la conducción Santiago Bovisio, el principal instrumento de desenvolvimiento espiritual fueron los ejercicios de meditación practicados diariamente, como están explicados en los Cursos mencionados y en meditaciones libres según las necesidades del alma en cualquier momento y lugar. Estas meditaciones que se asientan sobre la simbología tradicional presentan muchas técnicas, afectivas, discursivas, sensitivas, intensas o suaves, simples, etc. Y constituyen una práctica espiritual que dura toda la vida. Algunas almas practican un solo tipo de ejercicios, otras ejecutan todos armonizados con la meditación operacional (trabajo con las manos), la concentración, gimnasia y posturas, paseos y retiros en grupos o solitarios, en la casa, en un templo o al aire libre por el campo. El Maestro Santiago ha alertado siempre para que la meditación permanezca viva y movilice al alma con nuevas incursiones espirituales. En Cafh el objeto de la meditación y de todo el esfuerzo ascético místicos no es la conquista de poderes psíquicos ni la expansión de conciencia, sino la Renuncia. La simbología de los cursos mencionados lleva al practicante a la libertad espiritual por medio de la Renuncia permanente. Por lo tanto, el símbolo es el instrumento de conocimiento integral mas adecuado para trabajar espiritualmente porque enseña y transforma.

Con la práctica continuada y la búsqueda incesante uno va descubriendo sus propios símbolos que han conducido nuestras vidas a través de muchas encarnaciones, símbolos exclusivos que actúan desde el silencio y la oscuridad secreta, guiando y descubriendo señales. Con la meditación esos símbolos se van aclarando, tomando consistencia y significado, provocando una auténtica vocación que dirigirá nuestros pasos en la vida, no sólo las acciones del alma, el sentimiento, los ideales, sino al hombre completo, incluyendo relaciones familiares, sociales y económicas, es decir, una integralidad.

La historia nos presenta ejemplos de vidas que fueron símbolos para ellos mismos y para la sociedad donde actuaban. Luis Pasteur, descubridor de tantos beneficios, era un símbolo viviente que despertó muchas vocaciones; el principal instituto de investigaciones biológicas de Francia lleva su nombre. El General San Martín es un modelo de patriotismo e integridad moral para el pueblo argentino. W. von Braun desde muchacho trabajó en cohetes espaciales y su ideal era la conquista de la Luna; lo logró con la nave Saturno y tripulantes norteamericanos. El que logra descubrir su símbolo particular y se vuelve consecuente con el mismo todas las horas del día, se convierte en un modelo para los demás.

Los símbolos son extractos de sabiduría que llegan a las almas rápidamente; no son conceptos ni leyes de un código; son sabiduría condensada. El alma los capta o no, pero aún cuando se resistan al análisis de la razón, no se los puede desarmar como un reloj. Son objetos simples. La meditación continuada permitirá que nuestra alma se abra y un día inesperado el símbolo resistente se abre como una flor y entrega todo lo que tiene, aroma, color, belleza y significado. A partir de ese alumbramiento, el símbolo es de uno y uno es del símbolo.

Hay seres magníficos que han vivido años y han sufrido mucho y aunque no meditan ni saben los ejercicios, se han transformado en símbolo de lo que son interiormente. Los niños pequeños por su condición de seres puros y alegres, la espontaneidad y la falta de malicia son símbolos potenciales de la vida hermosa; cuidarlos es un deber sagrado que recompensa. Muchos campesinos que han estado siempre en contacto con la tierra y las plantas, trabajando con las manos, alejados de la codicia y el afán de posesiones son símbolos de las posibilidades de la Nueva Raza, ingenua, primitiva, sana.

Nada es más hermoso, si es joven, que emprender el camino del descubrimiento de lo que cada uno es, no lo que dicen las universidades, la competencia social ni las pasiones callejeras. La soledad interior, la disconformidad, las noches de insomnio, la oscuridad y la rebeldía lo empujarán a buscar su significado personal.

José González Muñoz
Enero de 2011

 

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