N° 143 - El Bien y el Mal

Vivimos en el par de opuestos: día y noche, frío y calor, ricos y pobres, comunistas y capitalistas, hombre y mujer, hijos y padres, la guerra y la paz y en esta vorágine de hojas muertas volando furiosamente en las tormentas de la civilización moderna el hombre solitario busca un refugio. No sólo la moral y los códigos fijan definiciones permanentes sobre el bien y el mal, sino la Naturaleza entera se manifiesta en el par de opuestos desde el comienzo de los tiempos. Si se consultan las tradiciones se verá primero la unidad y, enseguida, la multiplicidad. En el Génesis, primero fue la luz y después las cosas. En el Apocalipsis, primero el Verbo y luego la Historia. Para los griegos el origen es el Dios Desconocido, generador, y detrás vinieron los Dioses. Dice la Tabla Esmeraldina: “Como es arriba es abajo; como es abajo es arriba, para que permanezca la Unidad”. En armonía con este principio universal el Maestro Santiago propicia una Ética del Bien y del Mal. ¿Es esto posible?

De los muchos objetivos fijados para la Raza Americana destaca el principio de armonía de los contrarios. La civilización con sus religiones monoteístas dualistas que dividen la realidad en espíritu y materia, el Padre y el mundo, Jehová y los judíos, Mahoma y los fieles musulmanes, y fuera de ellos los otros, el eje del mal, los enemigos, empujaron a la Humanidad a sufrimientos y desorganizaciones planetarias: destrucción de las naciones Irak y Afganistán, palestinos y judíos, el holocausto de Vietnam, la desaparición de las culturas precolombinas, el dinero, el derrumbe de la economía mundial. Estos fenómenos terribles son el anuncio de los cataclismos atmosféricos, geográficos y la guerra nuclear. Después un largo vacío y una noche interminable; la purificación será lenta.

Tenemos las Enseñanzas y la esperanza. Nuestra misión, mientras estemos vivos y el mundo se estremece, es preservar las ideas que los Santos Maestros han preparado para la Humanidad del futuro y que están reservadas en el Canon del Mensaje de la Renuncia. Los sucesores del Maestro Santiago trataron de ocultarlas y modificarlas, pero fracasaron; ellas, las auténticas, están disponibles en Internet para todo el mundo. Cualquiera que sienta el llamado puede asumir el rol de guardián y protector de este legado para las generaciones futuras. “¿Serán tan consecuentes con su misión los Hijos de la Renuncia que impidan la inminente destrucción que precederá a la Era de Sakib?”

El Canon de las Enseñanzas es un sistema filosófico completo sostenido por ideas producidas en la ascética mística de la Renuncia que el Maestro no ha disciplinado, sino están en cualquier parte de los textos esperando que con el tiempo los estudiantes maduren y las ordenen según los parámetros racionales de la época; pero no será pronto porque los significados cambian continuamente y cualquier organización de conceptos quedará fuera de lugar en pocos años. En este tiempo lo mejor es que cada uno haga las escalas que más convengan a sus convicciones y las apliquen. No obstante, las ideas están escritas y algunos casos explicadas en las Enseñanzas. Aquí haremos mención de algunas que apoyan y conducen al tema de nuestra Reflexión: Es necesario disponer de una Ética del Bien y del Mal.

¿De qué manera puede una Ética, un comportamiento individual, una conducta coherente comprender, satisfacer las exigencias del bien y las de su opuesto el mal?  Desde la Lógica de Aristóteles estamos formados en el rigor de las equivalencias que constituyen los cimientos del conocimiento moderno y la contrariedad de estos postulados cae en el error, la alineación, la irracionalidad. Pero el hombre investiga, avanza y descubre otras dimensiones. Las geometrías no euclidianas han demostrado que los ángulos interiores de un triángulo miden más de 180°. La mecánica de los quantas reniega de la lógica de Aristóteles. Los sueños cumplen dimensiones imposibles para la vida material. La Iglesia cree y apoya los milagros. En los mundos plurales el bien se transforma en mal y el mal en bien. Los hombres viven estos fenómenos todos los días, pero están condicionados en todos los ámbitos, por las leyes de las religiones monoteístas con reglas rígidas, inmutables, las Tablas de Moisés, el pecado del catolicismo, la Constitución de cada Nación, las regulaciones sociales y económicas. Ellas son el bien y las demás son el mal.

En la nueva Edad americana se aplican los principios enunciados en las Enseñanzas que derivan de la Doctrina de la Renuncia: contradicción analógica, reversibilidad, transmutación del ser, egoencia, Ired, el Poder de la Gran Corriente, los mundos plurales, la Mística de la Ceniza, ser y no ser, el holocausto personal, el desenvolvimiento de las facultades internas como clarividencia, viajes astrales, telekinesis, la muerte mística, la invisibilidad, la no reencarnación kármica, la reencarnación voluntaria. Es un mundo nuevo no apto para las masas ni para los monoteístas que no pueden escapar de una dimensión. Después que haya desaparecido esta civilización y sus reliquias hayan sido inundadas por las aguas de los océanos, después que la Naturaleza vaya recuperando su multiplicidad y establezca las nuevas cotas de frío, calor, humedad, especies vegetales y animales y, sobre todo, los humanos sobrevivientes, se vivirá la ética del bien y del mal.

Una ética del bien y del mal es el comportamiento individual frente a los contrarios de la realidad. Las cosas y los hombres se transforman en sus contrarios continuamente; es la ley de la vida. La Naturaleza y los hombres simples cambian en una dinámica que permite el progreso y la evolución. Si no cambiáramos todavía estaríamos en la Edad de Piedra. Todo se transforma, menos los códigos religiosos y civiles, que son abstracciones racionales para mantener un estatus social por interés de las instituciones que los sostienen por la fuerza. Muchas instituciones religiosas, civiles, jurídicas, económicas prohíben el derecho del hombre de disponer de su vida y su muerte cuando lo considere, y castigan severamente todo intento de morir voluntariamente, incluso en caso de enfermedades terminales y existencia vegetativa. Puede testar la herencia de millones, pero no decidir su vida. Detrás de las leyes están los intereses egoístas de médicos, sanatorios y la industria farmacéutica, monopolios encerrados en la ética del dinero.

Siguiendo una sola ética desde la implantación de las Tablas de la ley de Moisés, hace milenios, la Humanidad se ha puesto en contra de la Naturaleza obedeciendo una sola manera de vivir, abstracta, rígida, sin modificaciones, sin alternativas. ¿Los judíos consideran un mundo futuro sin ellos? No. ¿Y los cristianos prevén una Humanidad sin Jesucristo? Tampoco. Tienen una ética aislada y creen que vivirán eternamente, con todos sus bienes. No reconocen que toda cosa creada, obras, religiones, culturas, necesariamente tienen que desaparecer. Así lo muestra la historia miles de veces. Hoy asistimos y experimentamos el CAMBIO, con mayúsculas, practicando una ética del bien y del mal todos los días. Y quienes no se transforman son los primeros en caer: las naciones industrializadas y el efecto invernadero, los financistas del mundo capitalista y la sociedad que los sostiene, los bolivianos, paraguayos, argentinos que huyen de sus familias en el campo para continuar disponiendo de la televisión y el consumo y terminan en villas miserias peleando a tiros con sus vecinos, la juventud mendocina que no estudia, trabaja en cualquier actividad y compran un auto viejo para ir a los boliches nocturnos y emborracharse, los jubilados que no quieren cambiar, siguen la ética única que movió los actos de sus vidas y desaparecen sin pena ni gloria. No cambian. No dan nada. Siguen la línea recta hasta el estallido final.

Me parece conveniente ilustrar el tema con algunos ejemplos sencillos y elocuentes, de los que he sido testigo presencial.

Los agricultores de Mendoza y San Juan tienen una ética del bien y del mal en sus trabajos, viñedos, montes frutales, huertas. Trabajan todo el año según las exigencias de cada cultivo, con riego artificial. En verano, cuando la fruta esta madura y con buenas perspectivas de rendimiento, eventualmente caen mangas de piedra, arruinando en minutos la cosecha de ese año. Es como una lotería de resultados imprevisibles. Con resignación, el viñatero arregla como puede las plantas, trata de recuperar algo y, en el invierno poda y prepara la tierra para la próxima temporada. A los que les fue bien practican la misma conducta, una ética del bien y del mal.

Una muchacha inteligente y exitosa con ganas de formar una familia se casó y anduvo bien un par de años; finalmente se separó y volvió con los padres. Un muchacho profesional con mucho trabajo, buenos padres, se casó y en poco tiempo se separó sin tener hijos. Siguió trabajando intensamente. Los dos se conocieron en algunas reuniones y simpatizaron. Se casaron, trabajan bien remunerados y ahora esperan el prime hijo. Ambos poseían una ética del bien y del mal, que triunfa sobre las dificultades de la vida moderna.

A un militar joven los médicos le diagnosticaron un tumor canceroso terminal. Esperanzado, vino a la Aldea y pidió ayuda a la sanadora Luz que lo atendió un tiempo. Cuando volvió al médico, éste lo encontró limpio, sin rastro del tumor. Aquí una ética de fe transformó el mal en bien.

La vida está llena de estos ejemplos en todas las categorías humanas, desde niños hasta abuelos. Los Grandes Maestros, Jesús, Buda, San Francisco de Asís abundan continuamente en la ética del bien y del mal. Algunos los llaman milagros, pero eso es ignorancia de aquellos que así juzgan las leyes de la Naturaleza. Si se estudiaran las nuevas aperturas del conocimiento que ahora se presentan con la doctrina de la Renuncia y se practicaran las normas de comportamiento indicadas en las Enseñanzas, las personas encontrarían soluciones a los problemas, aún los más difíciles. Hay que aprender a vivir en este mundo por más complicado que parezca. Los complicados somos nosotros que seguimos leyes y dogmas artificiales, Las cosas son sencillas y las almas sencillas, como los niños y los santos, encuentran la felicidad viviendo simplemente.

José González Muñoz
Febrero de 2011

 

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