N° 22 - ¡Injusticia!

De todas las calamidades que aquejan a la Humanidad en los tiempos modernos, guerras, miseria económica, epidemias, ignorancia, terrorismo, contaminaciones y muchas otras perversidades, la que más duele es la injusticia. Hay muchos conceptos divergentes sobre el tema, porque se sabe muy poco y se acepta menos. ¿Qué es la justicia? ¿Dónde está? ¿Es la que aparece en los códigos y en la Filosofía del Derecho? ¿Pueden los jueces ser justos? Ninguna de estas preguntas obtienen una respuesta que satisfaga la sed de justicia que padecen los desamparados. En esta Reflexión intentaremos comprender algo de este difícil asunto a la luz de las Enseñanzas del Maestro Santiago.

Hay muchos códigos escritos. Desde la más lejana antigüedad la justicia siempre fue una necesidad no resuelta. El Imperio Romano legó a la posteridad su derecho, que aún guía los procedimientos legales modernos. La Unión Soviética, en su momento de esplendor, aportó el principio de la responsabilidad social, por encima del derecho del individuo; pero ahora volvió a la jurisprudencia tradicional. Las naciones semitas practican la prehistórica ley de la venganza de sangre, propia de las tribus del desierto, y que en parte explican las incomprensibles matanzas entre árabes y judíos; ellos la consideran justa, a su manera: "Ojo por ojo; diente por diente". Los norteamericanos, que tienen tantas raíces calvinistas del Antiguo Testamento, ahora, fácilmente, permutan la justicia por dinero, y se sienten satisfechos; cuanto más dólares reciben, mejor justicia. Hace tiempo, el Papa Pablo VI, ante los horrores de los enfrentamientos humanos, dijo que el demonio era el amo de este mundo, y el Maestro Santiago, por la misma fecha aproximadamente, lo llamó "este infierno permanente". Es muy difícil reflexionar sobre la justicia, que pertenece a Dios, y sólo se pueden investigar las diferentes formas que adopta en la sociedad humana, y los esfuerzos que aplican las instituciones para mejorarlas.

Podemos comprender muchas cosas sobre las injusticias deduciendo razonamientos de las Enseñanzas, y es lo que trataremos de hacer, indicando las fuentes. Para esto, es necesario entender cómo funciona el mundo, cuál es la operatoria del principio del par de opuestos, las leyes básicas de la evolución humana y la Idea Madre de la Raza Aria revelada por el Manú, su Fundador. Si no podemos acercarnos a la justicia de Dios, al menos estudiemos sus variables, para aprender a convivir en paz. Los seres consideran la desigualdad humana como la fuente de las injusticias, según los efectos que provocan, porque no comprenden que somos diferentes para que la vida se enriquezca, a pesar de las injusticias aparentes.

a. La Balanza Movible

El símbolo de la justicia es una diosa que sostiene una balanza en perfecto equilibrio. La igualdad, inmovilidad y perpetuidad es privativa de Dios, siempre semejante a sí mismo; la justicia es divina. Los seres celestiales que viven en éxtasis permanente, no experimentan injusticias.

Los entes del reino animal y vegetal que viven inmersos en las leyes naturales tampoco conocen injusticias; el león que caza y devora una cebra no comete maldad ni delito; toda la Naturaleza es inocente y no está dentro de la ley moral del par de opuestos, aunque muchas veces es terrible.

El ser humano que, gracias al don de la libertad que Dios le ha otorgado desde el principio y deambula entre la bestia y el ángel, en la búsqueda incesante de su destino, comete crímenes contra sus semejantes, contra la naturaleza y contra él mismo; las injusticias son exclusivamente humanas. Las leyes que ha creado para corregirlas son parciales. La Humanidad se perfecciona progresivamente, no por las leyes, sino por realización individual, en el cumplimiento de la Idea Madre, actualizada y renovada por el Maitreya. Véase en el Libro XXV "Teología", el Capítulo 13, 20: "La liberación del hombre, que éste ha de realizar por sí mismo no de golpe, sino por etapas, naciendo, muriendo, reencarnando, pasando por los paraísos, purgatorios e infiernos".

Los hombres necesitan regulaciones para desarrollarse, por más defectuosas que sean, y cuando éstas desaparecen, sobreviene el caos, el delito y la muerte de la sociedad, como está ocurriendo en Argentina desde hace muchos años. Lo mismo ocurre en todas partes, incluyendo a las naciones tradicionales; la tendencia es incorregible. Esta situación se explica porque estamos experimentando modificaciones substanciales en el cambio de las ideas, y la Renuncia, que será la ley del mundo futuro, todavía no ha sido revelada por el Maitreya. Por lo tanto, tenemos que aprender a subsistir al lado de la injusticia, que siempre nos acompaña como una sombra peligrosa e inevitable.

El Maestro Santiago ha enseñado a vivir en esa situación de inseguridad, que no es nueva, sino característica de la civilización del siglo XX: grandes guerras mundiales, crisis económica permanente, revoluciones, dictaduras y desorden social. Avanzando por el Camino de la Renuncia se puede sobrevivir al amenazante peligro de todos los días, cuando la inseguridad cotidiana se convierte, por reversibilidad, en nuestro mejor aliado: el miedo se transmuta en confianza en Dios (Libro I "Desenvolvimiento Espiritual", Capítulo 9: "Valor y Control Personal").

b. El Par de Opuestos

La balanza de la justicia tiene dos platillos opuestos; cuando uno sube, el otro baja, y viceversa. En el desenvolvimiento humano, los platillos del bien y del mal suben y bajan sin detenerse nunca, y el equilibrio en el centro es apenas un instante, para revertirse en una situación opuesta. Así, el hombre va avanzando a tientas en la oscuridad, con pequeños vislumbres de la justicia divina, que él desea por sobre todas las cosas. El mal de hoy será el bien de mañana hasta que cesen los movimientos, y el alma permanezca quieta.

Para comprender el sentido de las injusticias hay que reconocer que los seres humanos somos diferentes unos de otros, y que cada individuo cambia y es opuesto a sí mismo en diferentes tiempos. Para estar conforme con la justicia tendría que ser simple, sin compuestos, estado que se alcanza al final del camino. Mientras viva y avance en el sendero de la multiplicidad, deberá aprender las leyes de la ética dinámica, o, dicho de otro modo, adaptarse a los cambios por la práctica continua de la Renuncia, sin ninguna pausa. La libertad no se alcanza con la justicia de los hombres, ni con leyes o revoluciones (esas son manifestaciones opresoras de los más fuertes); sino por desprendimiento interior voluntario de las ataduras del mundo. ¿Puede un millonario ser libre aunque viva en el más liberal de los Estados? Jesús ya dijo que no; conocía muy bien el problema porque en la antigua Roma habían tantos millonarios como hoy en los Estados Unidos. (Incluso iniciaban guerras contra sus vecinos para conseguir gratis mano de obra esclava).

El hombre individual puede transformar las injusticias por efecto de sus actos espirituales. Cuando Jesucristo, en suprema Renuncia, aceptó el sacrificio que le imponían sus perseguidores, y murió en la cruz, transmutó una injusticia en Justicia Universal, para todos los pueblos del mundo que la acataron plenos de esperanza. Desde entonces, quienes imitan a Cristo con sinceridad, son libres, "Al que te hiere en una mejilla, ofrécele la otra", dijo el Maestro, y aquellos que practican Su Enseñanza, vencen el miedo y las injusticias. Los tremendos anuncios de los violentos modernos: "La guerra infinita", de Bush, las matanzas diarias entre palestinos e israelíes, las redadas policiales en las villas miserias de Río de Janeiro y Buenos Aires, los combates guerrilleros de Colombia, los saqueos despiadados del FMI, las amenazas terroristas, la corrupción destructiva de los medios de comunicación, están equivocados. Ejemplo bien claro: Ninguna ley tiene capacidad para regular las injustas y sucias emisiones televisivas; la única solución es individual, y está en el interruptor del aparato que hay en casa. Los niños se pudrirán o se desarrollarán sanos si los padres encienden o apagan el televisor. No hay alternativas.

c. ¡Renuncie!

Si los poderes del Estado no pueden darnos leyes equitativas por incapacidad estructural, nosotros corrijamos la balanza desequilibrada por medio de actos de desprendimiento. Si un ser padece y se queja porque estima que se ha cometido injusticia con él, revierta la situación, y ofrende lo que le pertenece. La Renuncia vence los desequilibrios y restablece la paz. En el Capítulo 16, "Programa Social del Renunciamiento" del Libro XXXVI "Conferencias de Embalse", el Maestro Santiago dice: "Pero el pueblo quiere tener sus derechos y por eso los pueblos se atacan entre sí. Todas las leyes llevan a eso, pero tenemos que dar un remedio radical que no es ir contra la ley externa. Cuando el hombre reconoce que su energía tiene que expandirse de adentro hacia fuera, todas las leyes pierden su valor. La ley verdadera es la ley interior".

En estos tiempos, la Humanidad está al borde de una catástrofe mundial, la llamada Guerra Infinita, y los hombres corren el riesgo de sufrir una de las mayores injusticias de todos los tiempos. ¿Estará por repetirse una nueva "Lucha de los 1.500 Años", cuando los últimos Atlantes quisieron conquistar el mundo utilizando las más avanzadas armas de destrucción masiva, naves aéreas, rayo de la muerte y autómatas teleguiados, al comienzo de la subraza Ario Teutónica? (24.000 A.C.). Dice la Enseñanza 15 del Libro XXVI "Antropogénesis": "Cuando estuvieron perfectamente preparados y estaban listos para la destrucción del mundo, (los Atlantes) se dispusieron a marchar sobre la tierra de Abelton, actual África. Y empezó la lucha llamada de los mil quinientos años".

Señor Bush: ¡Renuncie! ¡Renuncie a la Ley del Talión: ojo por ojo; diente por diente! Son muchas las armas de destrucción masiva, bombas atómicas, biológicas y corrosivas, que están distribuidas en todas partes y en manos de sus enemigos. Puede empezar la guerra, pero no sabe si la puede terminar. Revierta la injusticia que cometieron contra inocentes en Nueva York el año pasado, y conviértala en justicia mundial renunciando a la venganza. Los pueblos esperan ansiosos un cambio en las relaciones internacionales avanzando hacia la paz. Si espera ganar algo con guerras de conquista, está tan equivocado como los antiguos Atlantes; la Naturaleza misma se les puso en contra con el cambio del eje terrestre al fin del año sideral. Ahora también concluye un año sideral y comienza otro diferente.

La Nueva Encarnación Divina ya está en la Tierra. La Era de Sakib (Acuario) se está manifestando en millones de almas ansiosas de paz. El Mensaje de la Renuncia, elaborado por el Maestro Santiago, se expande por el mundo en más de cuarenta naciones. La Humanidad inicia una etapa inédita. En los platillos de la balanza movible suben y bajan la guerra y la paz. El destino está en las manos de un hombre poderoso, si aprende a renunciar.

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