N° 72 - La Revolución Espiritual Americana

En 1492 Cristóbal Colón descubrió América, continente gigante que se extiende de polo a polo, un Mundo Nuevo. Sigue siendo nuevo porque los americanos ignoran su destino, no conocen la misión que la Providencia tiene prevista ni han producido una civilización original. Las culturas indígenas que se salvaron de la barbarie europea son sobrevivientes menores de los atlantes, y las naciones desarrolladas actuales son una continuidad de la civilización europea moderna.

La evolución humana se ha desarrollado en varios continentes: La primera raza raíz, Urania, en la Antártida; la segunda raza, Hiperbórea, en Groenlandia; la tercera en Lemuria, ahora sumergida en el Pacifico; la cuarta en Atlántida, también sumergida en el Atlántico; la quinta y actual, Aria, en Eurasia y África; la sexta subraza Aria-Americana, que recién comienza, tiene sitio en el continente americano, que hasta ahora no ha manifestado sus potencialidades. Algunos sabios han insinuado ciertas características de la Nueva Era, entre ellos H. P. Blavatsky, el filósofo Germán Kéyserling en su libro "Meditaciones Sudamericanas", y Santiago Bovisio en sus Enseñanzas sobre Maitreya y "La Revelación de la Idea Madre de la Raza Aria". Todos coinciden en el cambio total de la naturaleza interior del nuevo hombre y el alto grado de libertad social e individual que gozarán los Acuarianos.

La civilización moderna, que ha logrado conquistas incomparables en todas las actividades de la acción social y científica, tuvo dos grandes acontecimientos que le permitieron realizar plenamente su misión: La Revolución Francesa al comienzo de la era industrial en Europa, y la Revolución Rusa y China, que ampliaron el acceso de los bienes materiales, educación, tecnología, salud y calidad de vida a gran parte de los habitantes del Planeta. La civilización moderna es un logro pleno y concluye al final de la subraza Ario Teutónica: la posesión y uso de la energía nuclear, la conquista del espacio, la globalización de las comunicaciones instantáneas, la ingeniería genética, la creación de nuevas especies. El hombre moderno conoce los secretos de la Naturaleza, desde las dimensiones del Universo hasta los infinitesimales rincones del genoma humano, construye obras colosales como las torres Petronas de Kuala Lampur y las invisibles tramas de los chips electrónicos. Pero no se conoce a sí mismo; la más completa ignorancia envuelve a su alma. Materialmente es un gigante; espiritualmente es un oscurantista primitivo.

La civilización occidental que conquistó los secretos de la materia se inició hace 24.000 años con la destrucción de los últimos atlantes magos negros y en la más completa independencia para desarrollarse en la línea evolutiva fijada por Idea Madre de la Raza Aria. Con la iniciación de la Nueva Era, que se denomina Acuario Americana, la subraza desarrollará la Egoencia del Ser, como está dicho en las primeras líneas de Hidrochosa, primer Enseñanza del Curso Desenvolvimiento Espiritual del Maestro Bovisio, con un tiempo similar de 240 siglos. En los próximos milenios desaparecerán los hombres del viejo cuño con sus conquistas, como pasó con los grandiosos poderes psíquicos de los atlantes, y los acuarianos empezarán la nueva civilización que, provisoriamente, aquí llamamos la Revolución Espiritual Americana.

Son muchas las revoluciones que recuerda la Historia, desde la reforma agraria de los hermanos Gracos en Roma hasta las del siglo XX que han cambiado las estructuras sociales de los Estados y los individuos; incluso se llama revolución industrial a los cambios del siglo XIX en Europa y a la más reciente globalización de las comunicaciones, el comercio y las migraciones de pueblos en todo el Planeta.

La palabra revolución se aplica con significados diversos, desde la astronomía, hasta las convulsiones sociales de las ciudades desordenadas; siempre es un cambio profundo, mudanza o forma nueva en el estado o gobierno de las cosas. La Doctrina de la Renuncia es una revolución de las ideas sobre la condición humana; la expansión planetaria de las Enseñanzas, tal como ya se ha producido, es el comienzo de la transformación espiritual de los individuos en la sociedad.

Para comprender un poco sus características se utilizarán ecuaciones de contradicción analógica, partiendo desde los acontecimientos de la realidad que conmueven nuestro tiempo, los cuales nos darán las claves para comprender la sociedad futura.

En cierta ocasión, hace muchos años, estando la Comunidad de Ordenados de San Antonio reunidos con el Maestro Santiago, en una ceremonia de Votos Perpetuos de Renuncia, conversando sobre asuntos contemporáneos, Él me interpeló de la siguiente manera: "¡José: tenemos que hacer un mundo nuevo!" Yo, joven impulsivo, respondí: "Sí, Señor; pero primero tenemos que destruir éste, que no sirve para nada". Sonriendo, me replicó: "¡Ah, no, no! Nuestra obra es de construcción, no de destrucción".

Muchas Enseñanzas hacen referencia a la "destrucción que precederá a la era de Sakib" y a la misión de los Hijos de Renuncia para atenuar sus terribles efectos. No es necesario imaginar la catástrofe, porque la tenemos sobre nuestras cabezas con instrumentada por acciones humanas y sucesos violentos de la Naturaleza.

Las Enseñanzas promueven la transformación interior, individual, de los hombres, pero en ningún caso habla de una acción directa sobre la sociedad, promoción completamente contraria a las mecánicas revolucionarias históricamente conocidas. Éstas, propias de civilizaciones agresivas que separan el Espíritu de los fenómenos materiales sobre los que pueden incidir, sociedad, economía, gobiernos, poblaciones, siempre actuaron sobre las instituciones con la ilusión de que un cambio político provocaría la transformación del hombre, solucionaría sus problemas. El lema de la Revolución Francesa: "Libertad, Igualdad, Fraternidad", fue declamatorio, y en estos días de revueltas estudiantiles se comprueba que los franceses están tan divididos como antes, social y espiritualmente, no son libres, no son igualitarios, no son fraternos. Lo mismo puede decirse de los pueblos de Rusia, China, Cuba y tantos otros que se proclaman revolucionarios o democráticos. Incluso los fieles de las grandes instituciones religiosas que huyen del esfuerzo místico y se amparan en los rituales, las concentraciones colectivas y el rigor de los dogmas, tampoco tienen paz interior.

La Revolución Espiritual Americana es una contradicción analógica de las actuales fuerzas que provocan la disolución de la sociedad. Procede desde el conocimiento de las verdades de la Renuncia hacia adentro del ser en un estado de conciencia de mundos pluralizados, en la complejidad del alma y del Universo. El nodo de inflexión que inició Cafh en escala reducida es un prototipo de la sociedad futura. Al principio, el Fundador pensaba en un modelo de laboratorio, no más de cien personas, pero luego creció hasta contar miles. Ahora son millones los lectores que a través de Internet estudian la Doctrina en todos los continentes.

El Mensaje de la Renuncia del año 1957 anunciaba: "Que os sea concedido, como don clarividente de experiencia, vislumbrar y preparar ese mundo donde los sabios y los santos serán sacerdotes, legisladores y guías de la Humanidad; donde los que moderan y distribuyen las corrientes económicas de los pueblos serán considerados gobernantes de los mismos; donde los productores serán benefactores de la Humanidad, donde desaparecerán los intermediarios entre Dios y el hombre, entre el maestro y el alumno, entre el productor y el necesitado".

El mismo Mensaje da las claves para una estrategia revolucionaria de liberación espiritual: "Levad vuestro Mensaje de Renuncia a todos los sectores humanos, a todas las almas, indistintamente; no haciéndoos intermediarios sino unificándoos con todos ellos, con sus problemas, con sus ansias y angustias. Sed estudiantes entre los estudiantes, obreros entre los obreros, desheredados entre los desheredados, capaces entre los capaces. La Renuncia les hará ver a todos que sólo el ansia de posesión, como imagen mental y estado emotivo es la que separa a los hombres en sectores y castas".

"El bien de los pueblos no es el resultado de guerras y revoluciones, sino de la capacidad expansiva, fruto del sacrificio, del trabajo, de las migraciones y de la renuncia de lo superfluo".

Las revoluciones políticas empiezan y terminan con dolor, como todas las cosas creadas de este mundo. En este tiempo superpoblación y de concentraciones humanas insatisfechas, las conmociones sociales se multiplican sin encontrar solución a las más elementales necesidades de los hombres, alimentación, salud, educación. Los esfuerzos de las instituciones internacionales de cualquier ideología son vanos; en África miles de niños mueren diariamente porque no tiene qué comer, mientras los gobiernos gastan fortunas en armamentos. Ningún poder, revolucionario o conservador, puede resolver los problemas del mundo moderno.

Dice el Maestro Santiago: "¡Levad vuestro Mensaje de Renuncia viviendo la vida de todos y participando de la idea de todos. El primer paso para enseñar la Renuncia es despojarse de sí mismo, de los propios gustos, de los propios bienes, de la propia vida!"

¡Muchacho rebelde que se agita en las calles de París, Atlanta, Buenos Aires y México protestando vanamente! Los enemigos están en tu mente y en tu corazón, dentro de la casa. ¡Sácatelos de encima! ¡La pelea está dentro tuyo, no afuera en las calles! ¡Serás el vencedor de la batalla de la liberación auténtica para conquistarte a vos mismo! Luego, tu victoria se extenderá naturalmente sobre los hombres, como un campo florecido en Primavera, sin violencia, sin destrucción.

La Renuncia es la ley del mundo futuro. El Ser Acuariano no lucha, no compite, no utiliza violencia para transformar a la Humanidad; se expande pacíficamente. La Revolución Espiritual Americana no empieza ni termina; es, permanece, germina y se extiende por las naciones del Planeta.

José González Muñoz
Abril de 2006

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