ÍNDICE:

Enseñanza 1: Más allá del Hombre
Enseñanza 2: Vida Interior
Enseñanza 3: Justo Discernimiento
Enseñanza 4: Labor Mental
Enseñanza 5: El Hombre Futuro
Enseñanza 6: La Liberación
Enseñanza 7: Libre Albedrío
Enseñanza 8: Vida Espiritual
Enseñanza 9: Acto de Presencia
Enseñanza 10: Creer y las Creencias
Enseñanza 11: La Salud del Cuerpo
Enseñanza 12: Modo de Orar
Enseñanza 13: Negación Afirmativa
Enseñanza 14: Actitud Anímica
Enseñanza 15: Egocentrismo del Alma
Enseñanza 16: Concepto Vocacional


Enseñanza 1: Más allá del Hombre

El hombre no es un autómata dirigido únicamente por las acciones y reacciones químicas de su estado fisiológico.
Tras de sus formas aparentes y visibles, de sus células, moléculas y tejidos está el calor, el magnetismo, las emociones, las ideas y, sobre todo, el ser espiritual y verdadero.
El cuerpo físico y anímico no lo es todo en el hombre; la fuerza motriz que da la vida y que es el origen y sostenimiento del hombre, es un campo inmenso y aún completamente ignorado. Ya la ciencia trabajosamente ha intentado penetrar allí con algunos resultados.
Hipnotismo, sugestión, magnetología, psicoanálisis, somaterapia son los resultados de los esfuerzos de la ciencia en sus tentativas de ulteriores conocimientos.
Y esta búsqueda de la parte espiritual del ser es tanto más afanosa cuanto más los sabios y los sensatos constatan que, a pesar del adelanto de las investigaciones biológicas y microbianas, a pesar del adelanto de técnicas médicas y quirúrgicas, a pesar de la asepsia y de los antibióticos el hombre sigue padeciendo.
El hombre está constituido por un cuerpo físico, anímico y espiritual. El alma emocional y comprensiva es sólo un vehículo del Espíritu y hasta que el hombre no constate ampliamente esta verdad fundamental, no habrá felicidad verdadera para él.
En cada hombre está depositada una centella de la Divinidad Eterna; es como el sol que se refleja en cada gota de rocío.
Ese destello de Dios en el hombre es el Espíritu.
El hombre en su esencia es un Ente Espiritual, predestinado por su superior naturaleza esencial a la inmortalidad, pero como el Ente Espiritual actúa en los diversos planos de manifestación, anímicos y materiales, dispone de un libre albedrío que lo determina.
Puede ser bueno o malo, puede si quiere, esforzarse o detenerse. En una palabra dispone de sí.
Estas cualidades intrínsecas activas corroboradas por el Ente Espiritual constituyen el alma del hombre, la cual se hace visible y notable a través del aspecto y de las obras exteriores de los hombres.
El espíritu es siempre lo que es. Mientras el alma puede ser pura o impura.
El hombre fue determinado para ser una imagen perfecta de la Divinidad, pero los sentidos contradictorios que son sus medios para desenvolverse, desarmonizan y manchan continuamente al alma.
Los medios del alma para su purificación y perfección son el don del esfuerzo de la voluntad y el don de la Gracia Divina.
Por el don del esfuerzo de la voluntad el ser piensa y siente, discierne sus pensamientos y distingue las emociones. Por el don de la Gracia Divina y de la ayuda Superior conoce la luz del Espíritu, el bien de las experiencias pasadas y la orientación de aquellas almas que ya han recorrido el Buen Camino de la Salvación.

Enseñanza 2: Vida Interior

Para actualizar la vida del Espíritu en el alma es indispensable que el hombre se reconozca a sí mismo profunda e íntimamente.
Dice el Obispo Silesius: “Aunque Cristo nazca en Belén mil veces y no dentro de tí, tu alma estará descarriada. La Cruz del Gólgota tú buscas en vano a menos que se levante en tí mismo”.
El germen de la Eternidad está en el alma, en la Intimidad interior del Ser. Cuanto más el alma se aparta del bullicio exterior, más se clarifican en ella los pensamientos y los sentimientos verdaderos.
El mundo corre vertiginosamente hacia la cumbre de la Divinidad Intelectual pero ¿qué encontrará en esa cima cuando ya todo lo posea y ya nada podrá abarcar?
Es indispensable que unos pocos hombres no se dejen arrastrar por el torbellino grandioso del progreso humano y permanezcan en sí desenvolviendo su vida espiritual, porque los hombres, máquinas pensantes, no podrán seguir sin la luz de la vida espiritual.
Si bien hay muchos movimientos espirituales en el mundo son, sin embargo, muy pocos aquéllos que los realizan. Todos los discursos, los libros, las prácticas son vanas y cansadoras si el alma no practica de por sí la vida espiritual, y esto es imposible si el ser no se recoge íntimamente en sí y no experimenta al vivo las enseñanzas recibidas.
En la intimidad el hombre vuelve a encontrarse a sí mismo, vuelve a pensar, a intuir, a amar y a buscar a Dios sólo. Aún más, descubre la verdad absoluta y única de que este Dios Ignoto tan buscado y tan poco conocido, tan ser vivo y tan abstracto al mismo tiempo está allí, palpitante y alerta en el secreto del alma. Sólo allí está Él y sólo allí encuentra el Ser las palabras divinas que comunican a la Humanidad con la Divinidad.
Estos conceptos resultan difíciles de ser comprendidos a pesar de ser tan simples porque la generación actual está educada para la acción intensiva, para el movimiento continuo, para el resultado práctico e inmediato.
Pero de verdad, hay unos pocos que escapan a esta corriente y aprenden el valor de detenerse para mirar, aún un solo instante dentro de sí.
Descubrirse a uno mismo es haber encontrado el Buen Camino de la Vida Interior.


Enseñanza 3: Justo Discernimiento

Al decir que hay que apartarse del mundo para vivir o empezar la vida espiritual pareciera que se establece una barrera entre un modo de vivir y otro, pero en realidad no hay tal, sino que en lugar de romper barreras construimos nuevas jaulas.
Apartarse del mundo, cambiar de vida, retirarse a la soledad son expresiones que indican que la mente va a mirar la vida desde otro punto de vista, desde un punto superior.
Se puede estar en un desierto y no tener paz interior y se puede estar en una bulliciosa ciudad en perfecta soledad.
El secreto de esta nueva vida consiste en pensar de un modo distinto. Por ejemplo, pueden ustedes pasar delante de un letrero luminoso y como no les interesa no notar que el aviso luminoso está allí.
Dividir los hombres en diversos tipos con fundamento a la vida espiritual también es puramente didáctico.
El ser perfecto lo es todo, sentimiento, análisis y comprensión. Pero los hombres que aún no han llegado a la perfección tienden a un aspecto de la vida mental más que a otro.
Al decir que cada uno tiene que ponerse a tono con su característica peculiar no se niega que otras cualidades puedan existir en él, sino únicamente se quiere evitar que todos se amolden al temperamento de aquél que dirige o sobresale, como casi siempre sucede en las agrupaciones.
Hay discípulos que no pueden meditar ni pueden concentrarse sobre ninguna cosa en particular; éstas almas necesitan entonces descansar su mente, vaciarla de todo pensamiento. Este descanso mental es su meditación.
Hay otras personas que no pueden descansar su mente en esta forma, necesitan pensar en algo. Esos pensamientos son su meditación.
Cada alma tiene su molde característico y sólo en ese molde puede realizar a Dios.
La labor espiritual consiste en pulir el molde no en cambiarlo.
La vida espiritual consiste en embellecer nuestra vida, acentuar nuestros valores, fortalecer nuestras tendencias y dirigir las energías que se malgastan hacia el lado opuesto, hacia el buen camino.

Enseñanza 4: Labor Mental

Es bueno que el hombre conciba pensamientos de luz para que su camino sea luminoso.
Cuando un pensamiento inicial es emitido con fines egoístas, por más que trabaje el hombre y procure embellecerlo y ennoblecerlo por fuera, dará frutos del Mar Muerto, de lindas apariencias pero de ceniciento sabor.
Por esto triunfan ciertas obras y fracasan otras.
Cuando se empieza una obra el primer pensamiento ha de ser de amor desinteresado, de fraternidad universal y de personal renuncia; por más obstáculos que se levanten en contra de esta labor, por defectuosa que sea la actuación, triunfará y dará fruto abundante.
El pensamiento es siempre el director y la obra, el objetivo.
La flecha bien dirigida indudablemente se clavará en el punto hacia el cual es dirigida. Una vez lanzada ¿quién la puede detener?
La primera reforma del hombre no es la confesión de las faltas pasadas ni un cambio ostentoso de vida devota, ni un salto dado de una orilla a otra ni de un modo de vivir a otro.
La reforma empieza cuando el hombre lanza un pensamiento de amor y tras éste, otro, hasta crear el hábito de pensar bien.
Las ondas claras de los pensamientos noblemente dirigidos irán paulatinamente borrando las ondas magnéticas de aquellos que fueron malamente emitidos.
Esta es la única reforma que vale y a esto se llama vivir en el cielo.
El hombre que piensa rectamente adquiere una fuerza magnética tal que todo lo vence y en todo triunfa.
La estrella del destino del hombre no cambia, pero su brillo depende de cómo él piensa.
Los hombres verdaderamente malos son aquellos que piensan mal.
Las acciones incorrectas llevan consigo su castigo y el hombre que procede mal paga su falta.
Aquellos que no tienen el valor de hacer el mal y disfrazados bajo un aspecto de honradez y bondad piensan y desean el mal constantemente, aquellos son los verdaderamente malos.
Ellos llevan un sello especial sobre la frente, característico, que los diferencia de todos los demás.
Cuántas veces se dice: “No sé por qué pero ¡esa persona no me gusta!”
Los que piensan torcidamente se atan cada vez más a un destino de obscuridad e ignorancia, mientras los hombres de recto pensar se liberan por la fuerza de su propia libertad y conquistan el derecho de la humana felicidad con su libre albedrío.
Los buenos pensamientos se convierten en un hábito que es poder y éste es una efectiva y estable felicidad.
El hombre piensa mal por un continuo deseo de posesión, por eso se encierra en un círculo de ideas estrechas y mezquinas, que lo aprisionan como en una cárcel.
Sin darse cuenta, por poseer una infinitésima parte de lo que desea pierde la totalidad de lo que podría alcanzar.
Es recién cuando bien piensa que descubre el secreto de la verdadera posesión, porque aquel que dá lo tiene todo, amigos, pan, medios y necesarias comodidades.
Pensar bien es estar en el Buen Camino.

Enseñanza 5: El Hombre Futuro

El hombre sólo se conoce a sí mismo en partes. Se puede afirmar que esta es la época de las especialidades. De este modo se ha perdido de vista el conjunto, el hombre integral.
El cuerpo y la mente del hombre no constituyen el todo. Este todo es cuerpo y mente, animados por el espíritu.
El hombre futuro ha de ser un tipo armónico, de cuerpo sano, mente activa y espíritu egocéntrico.
Constituirá una verdadera individualidad.
Suplantará el deporte desarrollador del esqueleto y de los músculos por otro dirigido por una sostenida concentración mental, libertando así a la energía reprimida del organismo que se halla esclavizada por un materialismo irreflexivo.
La nueva moral basada en el gozo de vivir, dará al hombre el derecho al placer generador y no destructor de energías.
Así el egoísmo será suplantado por el sentido de la egoencia y el hombre se habituará a ser el constructor de su propia felicidad, aprendiendo que el tesoro verdadero es dar sin esperar recompensa.
Si el hombre es una imagen de Dios que es la plenitud de la felicidad y la dicha, el hombre también tiene el derecho y el deber de alcanzarla.
Por eso es necesario habituar la mente a reflexionar por sí sola y no a explotar lo pensado y lo dicho por otros.
Una parte inexplorada de nuestra materia cerebral espera que nuevos surcos radioactivos se impriman en la misma dándole, no sólo el sentido de la razón y del instinto, sino también el poder de la intuición. El Dr. Tilney dice que el hombre emplea sólo una cuarta parte de su provisión de 14.000 millones de células cerebrales.
Esto desarrollará una mayor claridad de memoria y seguridad en el propio éxito concediendo al ser la beatitud del conocimiento.
El hombre ha de dejar de ser el mendigo que golpea en todas las puertas implorando pan pues él mismo ha de convertirse en pan de vida, en dueño del Buen Camino.

Enseñanza 6: La Liberación

Cuando aparece un nuevo profeta y enseña hablando de liberación un nuevo horizonte de la vida, los hombres quedan embelesados.
¡Cuán dulces suenan esas palabras a sus oídos!
¡Romper con los antiguos ritos, con las viejas tradiciones, con las rancias costumbres en una palabra, romper las cadenas de la esclavitud es salir de la jaula que los tiene aprisionados!
Al toque de llamada de ese clarín se empieza lo que se llama una vida nueva, pero qué engañosa es la vida del hombre.
Pasado apenas un poco de tiempo si tiene sentido común, tiene que confesar que los antiguos ritos han sido suplantados por otros, como hizo aquella dama que dejó de llevar la cruz diciendo que era un signo de superstición y poco después ostentaba un pequeño amuleto de oro contra la mala suerte.
Las viejas tradiciones son suplantadas por estos liberales con alegres costumbres; no pueden estar sin el copetín, sin el cigarrillo sin la hora del café.
Las rancias costumbres han sido pisoteadas para adoptar otras nuevas.
Estas almas han salido de una jaula y se han encerrado en otra. No hacen más que saltar de un punto a otro de los pares de opuestos de las pasiones de la vida.
Es muy lindo hablar de liberación y que la liberación es el fin del sendero espiritual, pero ella es un don del alma y no de la palabra.
Para lograr la liberación hay qua saber dominar la mente, las energías y las fuerzas vitales.
Lo que ata al hombre son los lazos internos y no la modalidad exterior de vivir.
Puede el alma ser libre y volar por amplios cielos sin trabas y sin barreras, observando afuera en lo externo, una vida disciplinada, ordenada y sacrificada.
¿Qué beneficio han traído a la Humanidad las ideas demasiado liberales y las llamadas “modernas”?
¿Han eliminado el dolor, la miseria, la guerra?
“Buscad antes el reino de Dios -dijo Cristo- y todo lo demás os será dado por añadidura”.
No busquéis entonces la libertad en el aspecto exterior de la vida sino buscad la liberación de vuestra alma, la liberación interior y un mejor modo de vida exterior surgirá entonces para vosotros, os será dado por añadidura.
Vigilad estrictamente con un continuo autocontrol vuestros pensamientos, vuestros sentimientos, vuestros impulsos y vuestro espíritu se podrá así manifestar ampliamente, soberanamente, liberalmente.


Enseñanza 7: Libre Albedrío

Las acciones, toda actividad de los hombres, son siempre el resultado del sentir y de uno o varios pensamientos interiores, de una o varias acciones pasadas que a su vez llevan en sí la semilla de otras posteriores.
Todo en el universo y en el mundo es el resultado de una causa. En este sentido parecería que el hombre está sujeto a un destino absoluto ya que las causas originarias dan el resultado posterior de toda vida.
Esto es cierto desde el punto de vista de la actividad cósmica que es el principio de la suma total de causas y efectos.
Dios proyecta el universo y éste se desenvuelve según su divina ideación. Pero estas causas localizadas manteniendo la integridad de su origen, actúan libremente en las condiciones que prevalecen en su determinada parte del universo.
La idea determinante y cósmica dentro de su campo magnético de acción, se desenvuelve según su libre albedrío.
Esto mismo sucede con los hombres. Ellos divinamente están determinados: serán hombres. Mas, dentro del campo magnético humano tendrán su libertad de acción. Sin embargo, aún en el campo humano tendrán también un determinismo racial por las causas y efectos definibles como herencia.
El hombre como tal por su idiosincrasia interior capaz de pensar y de sentir, es libre. El hombre por sí solo determina sus acciones personales y con ello establece su destino futuro. La conciencia es en el hombre el reflejo de su destino divino, eterno e inmutable.
La voluntad es en el hombre el reflejo de su libertad y posibilidad de conquista.
No, no ha de abandonarse el ser en brazos del fatalismo sino deberá seguir el Buen Camino con el esfuerzo constante de su Libre Albedrío.


Enseñanza 8: Vida Espiritual

La palabra Vida Espiritual es muy usada al día de hoy por muchas personas que tienen interés por los asuntos trascendentales. Sin embargo, es ésta una expresión que puede interpretarse de diversos modos y dar margen a varias conjeturas.
“Busco Vida Espiritual”, “hago Vida Espiritual” son frases corrientes que sugieren otra pregunta ¿Qué es en realidad Vida Espiritual?
Se podría llamar Vida Espiritual la que se contrapone a la vida puramente física y material. El afán de los seres por no dejarse encerrar puramente en las reacciones naturales, implica un esfuerzo a veces muy intermitente para elevarse un poco sobre la vulgaridad y necesidad de la vida de los sentidos. Es un esfuerzo que podría llamarse espiritual, pero que de ninguna manera es Vida Espiritual.
También se acostumbra decir que hacen Vida Espiritual las personas que salen fuera de lo vulgar, de lo común, aquellas que aman y sienten el arte, aquellas que investigan y estudian los poderes desconocidos del universo y las ciencias en general, aquellas que se dedican y practican la religión y procuran ponerse en contacto con lo sobrenatural. Pero eso tampoco es hacer Vida Espiritual. Es esta una frase demasiado grande y sublime para que pueda ser tan generalizada.
El concepto de Vida Espiritual se aplica sólo y exclusivamente a aquellas personas que viven la vida sobrenatural y han hecho de ella el fin más importante de sus aspiraciones. Hacer Vida Espiritual es experimentar y vivir las verdades conocidas de un modo metódico, continuo, especulativo y místico.
Sólo aquel que conoce y practica la Vida Espiritual puede ser acreedor al título que otorga la misma.
Vida Espiritual es privilegio de aquellos que siguen el Buen Camino.


Enseñanza 9: Acto de Presencia

Muchas almas al empezar el camino espiritual tienen grandes ansias y anhelos. Desearían cambiar la faz del mundo, salir a predicar por las calles, hacer algo útil para la Humanidad. Verdaderamente las almas quisieran hacer algo.
Pero ¿qué puede dar aquél que nada tiene en su interior?
No puede aportar felicidad aquél que no la posee, ni ser factor constructivo aquél que no posee elementos para construir.
Esto no quiere decir que no hay que hacer nada sino simplemente que no hay que hacer nada extraordinario, sobre todo al empezar el Sendero Espiritual.
El alma desde un principio ha de trabajar para el bien de todas las almas, pero de un modo totalmente especial.
La labor del Hijo ha de ser sobretodo de estabilizarse en el camino con su presencia y, sobre todo, con su acto interior de presencia.
El alma esta allí presente al llamado divino. Su vida ha cambiado enteramente, una puerta se ha abierto por donde entra una luz, una conexión se ha establecido entre el alma y el más allá.
Esté donde esté en todo momento del día, en toda circunstancia, esa alma está con su presencia allí como enviado divino.
Esta altísima misión confiada a los Hijos desde un principio de su vida espiritual no sólo irradia interiormente y ayuda a la purificación, sino que se expande beneficiosamente a lo exterior.
Lo importante es que la mente y el corazón estén siempre alerta.
“Estoy aquí”, piensa el alma, “en esta escuela, en esta oficina en donde todos se ocupan de sí, de sus asuntos materiales, de su progreso. Yo también hago lo que ellos hacen, sin embargo, además mi mente se eleva, pienso en la divinidad en la Divina Madre, la invito a iluminar estas almas, pienso en Ella aquí en donde nadie piensa en cosas del Espíritu y amo estas almas, les deseo todo bien deseo luz y felicidad para ellas”.
En la casa, en la calle, en las horas aún del sueño el alma siempre está allí, procurando iluminar todas las cosas y todos los seres con la llama divina que ella mantiene encendida.

Enseñanza 10: Creer y las Creencias

No se puede empezar el Buen Camino del Espíritu sin tener fe, sin creer.
Creer no es adherirse a determinadas creencias.
Todas las religiones tienen sus creencias y unas afirman lo que otras niegan.
En realidad creer una u otra cosa sobrenatural y desconocida es siempre buena cosa porque predispone a la fe, pero no es lo esencial de la fe.
Creer es otra cosa.
Creer es una disposición peculiar e íntima del alma sin la cual toda tentativa de orden sobrenatural es imposible.
Creer es un abrirse del ser a lo que todavía no sabe. Es una predisposición a aceptar lo irracional.
Se llama irracional todo lo que la mente no ha podido comprobar con sus medios ya que ella no puede tener todo el material de conocimiento universal a su disposición y si lo tuviera, le sería imposible utilizarlo totalmente.
Creer es esa disposición segura del alma dispuesta a aceptar, dispuesta a confesar su limitación, dispuesta a encontrarse con lo desconocido.
Creer es sentir la verdad de lo que no se conoce pero que está en el alma, que se manifiesta sin ser conocido.
Creer es en una palabra, poseer la raíz de la fe que es seguridad sobrenatural en sí.
Las creencias creen en esto o en aquello, reconocen hechos sobrenaturales desconocidos y los afirman, predican y exponen al conocimiento de los fieles, dictan dogmas y doctrinas en donde la fe, por ellos, paulatinamente va penetrando al campo espiritual superior.
Pero la fe verdadera es un todo, es luz del alma, es seguridad de que todo lo imposible puede ser posible, es un vuelo sobre la razón para asentarse en la intuición, ese divino don de la mente que la pone en directo contacto con el Espíritu y que abre el campo a posibilidades infinitas.
La fe verdadera es tanta luz y da tal seguridad en sí, que hace posible al alma exclamar ante los prodigios y las más estupendas revelaciones “No necesito ver lo que ya conozco por la fe”.
Sólo los que creen sin ver, según las palabras de Cristo poseen la fe, porque están de antemano seguros de la verdad de su creer.

Enseñanza 11: La Salud del Cuerpo

El hombre sufre durante el transcurso de su vida varias enfermedades en su organismo, agravadas por complejos mentales de toda índole que repercuten sobre la faz psíquica y quiebran los nervios.
Mantenerse sano de cuerpo es un requisito indispensable para emprender el camino espiritual y la salud no se logra sólo con remedios, previsiones e higiene, sino por la armonía de los diversos valores del hombre con su espíritu.
La pureza y la rectitud del alma son en realidad la fuente de todo bien mental y físico y cuando no hay pureza en el alma, el ser pierde toda espontaneidad y arruina las funciones de su organismo.
El alma ha de esforzarse continuamente para recuperar su pureza originaria y natural fuente del verdadero bienestar. Es indispensable que los diversos aspectos mentales actúen siempre conjunta y armónicamente sin una presión excesiva ni predominante como ocurre la mayoría de las veces, sea de los valores físicos o de los valores anímicos.
El deporte bien practicado y con mesura, ayuda a ordenar y a disciplinar el instinto y el deseo; el estudio metódico de la ciencia rinde a la razón flexible y ordena los centros nerviosos y la oración es la luz del espíritu que hace posible la sincronización de estos diversos valores intrínsecos y extrínsecos, sobrenaturales y naturales.
Mantenerse sanos de cuerpo y alma es un requisito indispensable para la senda del Buen Camino.

Enseñanza 12: Modo de orar

El alma habituada al bullicio sin control de la mente tiene suma dificultad en acostumbrarse a la oración.
Ella llega a creer a veces, que este ejercicio es algo incompatible con sus actitudes y que nunca logrará efectuarlo debidamente, proporcionándole grandes decepciones y abatimiento. El alma al no poder realizar el ejercicio de la oración llega a creerse indigna del sendero espiritual.
Nada más errado que esto.
El alma está hecha para elevarse, para sublimarse, para espiritualizarse pero es necesario que en su elevación encuentre su punto de apoyo, su salida espontánea.
Orar es sobre todo pensar, imaginar, fantasear.
El alma no ha de hacerse violencia para hacer algo preciso y determinado si eso le resulta dificultoso, sino ha de acostumbrarse simplemente a pensar en ello las más veces posibles durante el día.
Piense el alma sobre imágenes generales por ejemplo, sobre la luz infinita que emana de la Divina Madre, sobre el océano de sangre que fluye de Su corazón. Imagine la inmensidad del cielo azul o inmensas montañas nevadas. Siéntase ella toda envuelta por la luz divina o parézcale que la sangre de la Madre es un gran océano en donde ella se pierde.
Si estas imágenes abstractas no le son posibles al alma piense ella en algo más definido y determinado. Piense en la Divina Madre, no como un ser abstracto y ausente sino como una mujer viva y amorosa que está a su lado. Adórnela con todas las bellezas y perfecciones que desearía para el ser más querido. O sino imagine a Cristo en la imagen del Mesías libertador, aquél que vendrá a libertar al alma de las cadenas de la esclavitud. Piense en su belleza física, en sus prendas morales, en su fuerza espiritual.
Aún puede ella permitirse el lujo de forjarse toda clase de fantasía alrededor de estas imágenes y no sólo en las horas fijadas para el ejercicio de la meditación, sino durante el día.
Una vez que el alma tome la costumbre de pensar en algo relacionado con la oración nacerá en ella un deseo grande de pensar en lo que ama, gusta y quiere, de hablar con las imágenes que ella ha forjado pidiéndoles ayuda, confiándoles sus secretos y escuchando su contestación. No ha de cansarse en mirar y llamar porque la Divina Madre contestará a sus deseos y anhelos.
Si el alma tampoco pudiera pensar aún fuera espaciadamente en estas imágenes, tampoco por eso ha de desanimarse ni creer que no sabe orar.
Cualquier pensamiento que asome a su imaginación aún el más variado y material adquiere un carácter de oración si el alma lo mira, lo analiza y le da el sentido real que tiene.
Y si ni esto tampoco pudiera ser no crea que no ora.
La recta intención y la fidelidad interior son también oración que mantienen en el Buen Camino.

Enseñanza 13: Negación Afirmativa

Aquél que desea tomar la vida espiritual no lo logrará si su mente no cambia su actitud frente a los conocimientos de la vida, frente a la relación de él con todos los demás individuos y sus creencias.
La mente está acostumbrada a afirmar unas cuantas cosas conocidas ya determinadas, experimentadas y probadas y se siente muy ufana y satisfecha con tal soberanía.
Ella afirma únicamente dentro del campo magnético de su conocimiento mientras niega sistemáticamente todo lo que está fuera de él.
Así en los problemas metafísicos, la mente lo resuelve todo tomando por fe unos cuantos postulados desconocidos de su credo y a ésto le llama verdad negando los postulados de todos los demás credos “a priori”, sin siquiera preocuparse de considerar algo al respecto.
Si una fe niega a otra sin conocimientos de causa es únicamente por mala intención y sólo la recta intención lleva al conocimiento de la verdad.
Sólo si la mente adopta una actitud negativa afirmativa podrá penetrar el secreto de lo que no conoce.
Ninguna negación es posible ya que el verdadero conocimiento agrega a un conocimiento imperfecto lo indispensable para completarlo.
La actitud de la mente de negación afirmativa es un estado de expectación, de buen deseo para conocer lo que no se sabe. Además, aquél que no niega un conocimiento porque no lo conoce, desde ya lo está afirmando potencialmente y está sintonizando su mente con las posibilidades existentes para captarlo y conocerlo.
La negación afirmativa encierra en sí el conocimiento potencial del universo.

Enseñanza 14: Actitud Anímica

Muchos nobles seres trabajan en el mundo por el bien de la Humanidad. Son soldados de Dios que salen al campo de batalla y que no descansan ni dejan de pelear hasta que logran la victoria.
Auxilian a los necesitados, humillan a los poderosos, elevan a las clases sociales, aportan nuevos inventos científicos y preparan eras de progreso.
Otros nobles seres participan también de esta misma labor pero no saliendo a combatir sino participando de los sufrimientos y de los sinsabores de la Humanidad, ayudando con su participación a la iluminación de la misma.
Los Hijos han de adoptar esta actitud anímica. Ellos han de descender al campo del dolor y participar del mismo con el más puro de los espíritus de compañerismo. Ellos tienen que matar sobretodo la indiferencia que es el más grande de los pecados y sentir, sentir íntimamente, el peso del sufrimiento del mundo.
Las almas nobles que al día de hoy comprenden esta gran verdad dejan de escribir libros, predicar doctrina y fundar sociedades. Prefieren ir a vivir con los más pobres, trabajar con los más humildes, mezclarse con las razas más despreciadas para ayudar a su redención participando.
Los Hijos que no pueden participar directamente en esta misión han de conformarse mientras, a participar con el corazón y el pensamiento.
El Hijo no ha de conformarse con teorías, son ellas un peso aplastante sin la práctica.
Empiece por las pequeñas prácticas de tolerancia y compasión dentro del destino que le impone la vida, mire a todos los seres con quienes tiene que convivir con amor y paciencia, saque de sí todo lo superfluo y viva lo más sencillamente posible para estar por similitud en contacto con los más pobres y necesitados.
Haga él viva su doctrina participando anímicamente a la redención de la Humanidad.

Enseñanza 15: Egocentrismo del Alma

Es indispensable que el alma se conozca a sí misma, que conozca a su personalidad íntima y real. Enseguida que ella se pone en contacto con su potencialidad íntima todas las cosas exteriores pierden su capital importancia y sólo tienen valor los problemas fundamentales.
Valorizarse a sí mismo es egoencia.
Por la egoencia el alma descubre que lo que ella creía su yo no es más que la combinación de hábito más hábito y que no constituye la médula de su vida, sino la personalidad exterior.
Como el alma se reconoce a sí misma los verdaderos problemas de la vida se le presentan en toda su magnitud para ser solucionados a través de la concentración íntima, del reconocimiento de sí misma, de la pureza de los sentimientos y de la claridad de las ideas.
El alma egocéntrica entonces, puede enfrentarse con los problemas de los seres humanos. La fórmula de la dispersión centrífuga, gasto inútil de energía, le enseña a no dar demasiada importancia a ciertas cosas relativas y a concentrar toda su atención en los postulados simples, que son las causas fundamentales que sostienen la vida del mundo y que, conociéndolas, pueden ayudar al alma a colaborar en la solución de los problemas del mundo.
Este descubrimiento potencial de la egoencia es para el alma un goce substancial porque el ser se reconoce a sí mismo y permanece en sí.
Este goce substancial del alma se manifiesta y es vivido como una realidad efectiva. No sería tal si el alma en este goce interior cayera en un estado estático, en un encierro interior ya que para ser perfecto ha de expandirse, ha de irradiar.
La felicidad interior da a la vida espiritual un valor efectivo a través de su actuación en la vida.
Colocada el alma en estas condiciones de su reconocimiento interior y real que cobra magnitud continuada con la expansión, centuplica sus fuerzas pues se pone en contacto con todo el Universo.
La grandeza de la eternidad y la pequeñez del hombre se juntan en este éxtasis de ser y de dar, mientras la predestinación y el libre albedrío se funden en una inmensa y única luz.
El hombre marcha hacia Dios luchando a través de la diversidad y disparidad de los factores biológicos, luchando entre las posibilidades intelectuales exactas y el libre fluir de la intuición, combatiendo sus posibilidades frente a la herencia, siempre oscilando entre pares de opuestos, poder y no poder, evolución y estancamiento, ser y no ser.
Pero cuando el alma se descubre a sí misma se hace egocéntrica. Toda disparidad desaparece, toda contradicción tiene un valor relativo porque el alma está en Dios no como un factor extraño sino como una parte integral de la Eternidad.

Enseñanza 16: Concepto Vocacional

Todos los seres humanos son llamados a una vocación espiritual que se manifestará en un determinado momento, ya que la finalidad de todo hombre es Dios en un sentido positivo o negativo. Muchas almas se creen llamadas a una vocación espiritual pero sólo unas pocas son llamadas de un modo directo y preciso.
Muchos creen tener vocación espiritual mientras están completamente equivocados. Hay almas que confunden la vocación con sus sueños e ideales y otras que le llaman vocación a determinados sentimientos que brotan en ellos, en contacto con ciertas revelaciones y ejemplos de la vida.
Cuantas veces el alma se enardece por la lectura de ciertas vidas de hombres que supieron a través de grandes sacrificios llegar a la perfección y la santidad y, sin embargo, son incapaces de imitarlos prácticamente en lo más mínimo.
La vocación espiritual no es el idealismo ni es tampoco el sentimentalismo, estas son emociones que vienen y se van alternativamente.
La vocación espiritual es un sentir, un sentir íntimo y profundo del alma de seguridad y responsabilidad.
La vocación espiritual es una certeza íntima del ser que no se afirma en nada ni en nadie más que en sí misma.
La vocación espiritual es un concepto interno e inalterable de la verdad, de aquella verdad que aumenta incesantemente cuanto más es lograda por uno mismo, que permanece en sí misma aún a través de los cambios de las cosas de las personas y de las doctrinas.
Todos aquellos que dicen esto o lo otro sobre su vocación espiritual no son los que tienen una verdadera vocación. Esta sólo la poseen aquellos que la logran en sí, sin apoyo alguno.
La vocación espiritual como tal no podrá ni tampoco así ser verdaderamente reconocida en el alma sino después de haber sido puesta a prueba. Hasta que el vendaval arrasador no llegue al alma no sabrá nunca si es o no es, si puede o no puede.
El alma sincera que quiere saber si es llamada realmente al sendero desconfíe de sí y confíe mucho en Dios. Camine despacio en la Senda sin confiar demasiado en los primeros entusiasmos, ni en súbitas emociones.
El alma sincera, sencilla y humilde, que camina despacio pero firme en la Senda Espiritual no será defraudada y la Bondad Divina la llevará de la mano hasta que, segura de sí y de su vocación pueda llegar a la meta.



ÍNDICE:

Enseñanza 1: Más allá del Hombre
Enseñanza 2: Vida Interior
Enseñanza 3: Justo Discernimiento
Enseñanza 4: Labor Mental
Enseñanza 5: El Hombre Futuro
Enseñanza 6: La Liberación
Enseñanza 7: Libre Albedrío
Enseñanza 8: Vida Espiritual
Enseñanza 9: Acto de Presencia
Enseñanza 10: Creer y las Creencias
Enseñanza 11: La Salud del Cuerpo
Enseñanza 12: Modo de Orar
Enseñanza 13: Negación Afirmativa
Enseñanza 14: Actitud Anímica
Enseñanza 15: Egocentrismo del Alma
Enseñanza 16: Concepto Vocacional

Volver

Si lo desea puede copiar las Enseñanzas a su computadora, para leerlas sin conectarse a Internet.