ÍNDICE:

Enseñanza 1: La Meditación
Enseñanza 2: La Meditación Discursiva sobre un Texto
Enseñanza 3: Textos para Meditación Discursiva
Enseñanza 4: Meditación Afectiva sobre “La Dama Negra” y “El Abismo”
Enseñanza 5: Meditación Afectiva sobre “Los Dos Caminos” y “El Estandarte”
Enseñanza 6: Meditación Afectiva sobre “El Templo de Oro” y “El Velo de Ahehia”
Enseñanza 7: Meditación Afectiva sobre “La Resurrección de Hes”
Enseñanza 8: Otras Meditaciones Afectivas Pasivas
Enseñanza 9: Otras Meditaciones Afectivas Pasivas
Enseñanza 10: Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 11: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 12: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 13: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 14: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 15: Monólogo de Preparación a la Meditación
Enseñanza 16: Monólogos Imaginativos de Preparación a la Meditación

Enseñanza 1: La Meditación

La época actual posee tanta fuerza colectivista que el hombre se encuentra obligado a vivir los pensamientos y las acciones de las costumbres sociales, de manera que le es muy difícil oponerse a las ideas masivas de la mayoría.
Los ejercicios de meditación tienen por objeto interrumpir el encadenamiento social de los pensamientos habituales y conducir al hombre a una nueva actividad: la que determine su voluntad, su ideal o su Superior.
Realizar el ejercicio de la meditación consiste, pues, en poner entre paréntesis un tiempo determinado de las horas del día; paréntesis que irá en aumento a medida que se vaya progresando en el ejercicio. El ideal consiste en juntar los paréntesis de un día, con los de otro; es decir, meditar o estar en disposición de hacerlo 24 horas al día.
El ejercicio de meditación interrumpe efectivamente nuestra vida y crea otra vida; es muy difícil prolongarlo por mucho tiempo. Esta interrupción al encadenamiento social de las acciones, aunque desaparece una vez terminado el ejercicio, deja un saldo indudable, cuyos efectos se aprecian varios meses más tarde.
De esta manera, lo importante del ejercicio no es la intensidad que se pueda lograr en determinadas ocasiones, sino el ajuste promedio, la regularidad y la persistencia, a fin de crear en el encadenamiento social, uno sobrenatural, encausado hacia un fin determinado.
Ejercitar la meditación también es vivir, pero con sentido y con orden; de allí que lo principal del ejercicio es que adquiera sentido y orden. Romper el orden específico del ejercicio es destruir lo fundamental del mismo.
En los quince minutos del ejercicio se vive, es una vida especial. Lo más importante es sumergirse totalmente dentro del mismo.

Enseñanza 2: La Meditación Discursiva sobre un Texto

Texto:
Memento Homo, quia pulvis est et in pulvis reverteris. Pretiosa in conspecto
Domini mors sanctorum ejus.
Piénsese que el sufrimiento que proviene de la lucha se parece a la muerte de los incrédulos. ¿No es la vida del hombre espiritual una especie de muerte de la personalidad? Entonces, ¿por qué algunos hombres espirituales sufren en vida? Esos hombres deberían ser felices y sentir que la vida es como la muerte de los santos.
Si se centraliza la existencia en la periferia de sí mismo, en la piel, la conciencia tendrá que soportar los distintos altibajos de la vida superficial. Molesta el calor, molesta el frío, molestan los ruidos. No se es más que una cáscara en el mar tempestuoso de los acontecimientos diarios. La propia existencia no hace más que subir o bajar en el oleaje de la vida sensorial.
Pero si se logra trasladar la vida al centro fundamental de la existencia, a ese punto central y lejano, llegarán solamente los ecos apagados de los ruidos externos y se permanecerá siempre tranquilo en sí mismo. Si el individuo logra centrarse en lo más oculto del ser y vivir enteramente desde allí, ¿qué le importarán los acontecimientos de afuera? Es como si el dolor le doliese a otro, o si la risa la riera otro ser. Él, en el centro de su vasto espacio interior, sería como una estrella fulgurante suspendida en la noche.
Entonces tendría en vida la muerte de los santos; porque, aunque la carne se cayese a pedazos, lo que moriría sería lo excesivo, lo que molesta precisamente. Entonces, hasta desearía internamente que la envoltura de facultades, conceptos, hábitos, etc., que lo ocultan tiendan a desaparecer, se diluyan en la muerte, lenta y firmemente. El mismo provocaría la disolución de su personalidad humana, porque así se centraría cada vez más, para estar verdaderamente solo, verdaderamente abandonado. Entonces sí que podría, en el silencio de una noche perfecta, buscar a Dios, verdaderamente.

 

Enseñanza 3: Textos para Meditación Discursiva

Texto:
Non est hic: ¡Resurrexit!
Noli me tangere.
Siempre se pide a Dios estar solo; porque se sufre el peso de las compañías que afectan e impiden la búsqueda interior. Cuando se está solo aparecen claramente en la conciencia los vicios y las virtudes del alma; entonces se puede encauzar los esfuerzos hacia la conquista de las virtudes espirituales.
En la lucha cotidiana por la vida el choque abrumador de los acontecimientos a los cuales el alma reniega, porque le atrapan, ciegan la fe y hacen sentirse al alma completamente abandonada. Se siente entonces que se está luchando solo contra todo el mundo; una fanática determinación impulsa a seguir avanzando entre la selva de la ciega sociedad hasta que, abrumado, se envuelve de nuevo en su manto de oscuridad y se busca otra vez la guía divina en el interior del alma.
¿Por qué desaparece Dios cuando más se lo necesita, si se lucha por Él?
Él está siempre en uno y se quisiera tener el vigor necesario para llevarlo como un estandarte, delante del camino.
Si uno queda quieto Dios aparece; si se mueve, Dios desaparece ¿Cómo avanzar sin moverse?
A pesar de que uno no lo ve Dios está siempre con las almas. Se lucha para que el alma esté en reposo, permanentemente, y en ella puede instalarse Dios.
Deséese que esta lucha por la vida vaya eliminando del alma todos los vicios que impiden una vida más perfecta. Se sabe que Dios está detrás de esa lucha, y por eso es necesario que se vaya luchando a diestra y siniestra contra todo lo que se oponga para poder acercarse a Dios. Él se ha ubicado de tal manera que cuando uno pueda llegar hasta Él, pueda tocarlo; pero por más que se extienda la mano, no puede. Ahora se comprende que se quiere vivir mucho, para poder alcanzar a Dios; no se quisiera morir sin haberlo logrado. También se comprende por qué el alma lucha y sufre. También se comprende que Dios está lejos de uno y que es la mejor forma que tiene de amar y de ayudar al alma.

 

Enseñanza 4: Meditación Afectiva sobre “La Dama Negra” y “El Abismo”

El conjunto de temas que se inicia con esta Enseñanza, tiene por figura inspiradora a Maitreya. Maitreya es el arquetipo humano y divino. Pedir a Maitreya, pensar en Maitreya, quererlo desde ya, es ir creando en uno esa imagen de perfección; es parecerse cada vez más a Maitreya.
Cuando se pide que Maitreya venga a redimir a la Humanidad, en realidad se está redimiendo, transformando la propia naturaleza humana en la imagen del más puro ideal.
El tema de la Dama Negra considera a Maitreya como el vencedor de las tinieblas en que está envuelta el alma. Si se logra objetivar permanentemente la imagen de Maitreya en el interior, se consolidará un constante aborrecimiento a la Dama Negra y se impedirá que la oscuridad del alma surja en el ser. La imagen de Maitreya constituye el eje de la polaridad que permitirá encauzar las fuerzas del alma y expulsar, paulatinamente, a la Dama Negra.
En el segundo tema, El Abismo, la figura de Maitreya afirma el aborrecimiento logrado en la meditación anterior por medio de un sostenido espíritu de desolación, que va poco a poco purificando el alma.
Esta desolación no es el ímpetu desesperado del que ha perdido toda esperanza; no es la vigorosa desolación que destruye violentamente las ilusiones mundanas; sino más bien una especie de atemperamiento, enfriamiento interior de esas ilusiones. Esta desolación provocada por la imagen de una gran sombra, no exaspera, sino que aquieta y baja el ritmo del mar interior. Es como el suave atardecer de un día de trabajo; poco a poco, la evidencia de la negatividad de los valores que hasta ayer se amaban, va extendiéndose en el ser y se empieza a perder interés en ellos; sólo se quiere descansar, dormir, olvidar, y olvidando siempre, a través del tiempo, se va produciendo una lenta y firme transmutación del ser.

 

Enseñanza 5: Meditación Afectiva sobre “Los Dos Caminos” y “El Estandarte”

“LOS DOS CAMINOS”. Este ejercicio, como todos los de esta serie, es muy claro y sencillo; en estas cualidades reside su valor. No solamente permite realizar un ejercicio acabado; sino que simplifica los procesos anímicos.
En este ejemplo se descubre, desde el comienzo, que no existen dos caminos, sino uno solo. Prácticamente, en el curso del ejercicio, no existe dualidad alguna, sino la afirmación de un solo camino. Influenciado por el título “Los Dos Caminos”, se acostumbraba a extender el tema en el antagonismo del par de opuestos, estableciendo una especie de lucha entre lo verdadero y lo falso; pero planteando así la dualidad, nunca se llegará a una solución, sino que el conflicto se repetirá incansablemente.
En cambio, si desde el comienzo se hace hincapié en un solo camino, desconociendo toda posible dualidad, la meditación se logra en base a la insistencia volitiva de ese sólo camino. No existen dos caminos, sino uno sólo. El título que parafrasearía a los dos caminos, sería: “mi camino”. Aclararía mucho el encauzamiento del ejercicio.
“EL ESTANDARTE”. El estandarte es una continuación del ejercicio anterior, es su segunda parte, es una especie de objetivación del descubrimiento del camino interior. El estandarte tiene la particularidad de vincular el camino interior con todas las posibilidades de la vida. Es una proyección del camino interior hacia el futuro; está ligado -el estandarte- a la acción, al poner en práctica la determinación de los dos caminos.
El estandarte es un ideal interior puesto fuera del alma, más allá del estado en que se encuentra el alma, para que ésta, al enamorarse del estandarte, se mueva y trabaje por acercarse al mismo. Este estandarte no es algo fijo y permanente que reside a tal distancia del alma; sino que se va desplazando siempre delante del alma; cuando se cree que se lo ha alcanzado, se descubre que este estandarte que se tiene en manos, no sirve y que delante, sobre el nuevo horizonte que se ve ahora, ha aparecido otro que es igual al que se tiene en las manos, pero que es nuevo. El estandarte es la eterna inquietud del alma.

 

Enseñanza 6: Meditación Afectiva sobre “El Templo de Oro” y “El Velo de Ahehia”

“EL TEMPLO DE ORO”. ¿Qué es el consuelo? Es muy difícil saberlo, porque uno tiende a confundirlo con un suave placer del alma. Muchas veces se llama consuelo al pasajero olvido del propio trabajo.
Se cree que el consuelo es más bien una especie de evidencia de que lo que se está haciendo está bien hecho. No es una tregua ni un descanso, sino un aliento divino que recupera las energías; es una oleada de aire fresco que ventila el alma, un poco inundada de los vapores de la lucha; es una especie de saneamiento y reconfortamiento espiritual.
Con el consuelo llega un nuevo optimismo que, poco a poco, se va agotando en el trabajo mismo; con el consuelo se vuelve a sonreír de nuevo a la vida y a desfruncir el ceño. El consuelo vuelve al alma a la realidad suprema de que el juego de la vida es en verdad un juego maravilloso para los ojos de las almas sencillas. A veces se pierde y a veces se gana; pero lo fundamental está en el juego mismo, en participar y en mirar, de cuando en cuando, a la cara de Dios. Dios no es el juez, sino el contrincante.
“EL VELO DE AHEHIA”. A veces, en este juego de la vida, se arrebata el velo de Ahehia y se mira directamente a su rostro. ¿Dónde está Ahehia?
Se equivoca cuando se comienza la rebúsqueda interior, investigando planos y subplanos cada vez más sutiles, en busca de Ahehia; es moverse excesivamente. Pero cuando más se mueve uno, menos se ve; porque Ahehia está en cualquier parte; mejor dicho está en la sabiduría y en la paz interior.
Ocurre que el alma, ignorante, se mueve vertiginosamente a través de su mundo interior, sin dejar por ello de ser ignorante lo mismo. Aunque se esté en el último cielo, no se verá nada, porque no se ha aprendido a ver. En cambio, no se debe mover uno, sino que se debe crecer en el propio sitio y ver la transmutación de las cosas.
Es como si se fuese botánico y para conocer la naturaleza, se viera primero una flor, luego una semilla, luego un árbol chico, luego otro más grande. En cambio, se debe enterrar una semilla y esperar durante veinte años, regando y abonando la planta, hasta que esté hecho el árbol. En vez de desplazarse uno, que se desplacen las cosas.

 

Enseñanza 7: Meditación Afectiva sobre “La Resurrección de Hes”

El tema de la resurrección de Hes es el más difícil de meditar y, sin embargo, es el tema fundamental de la vida interior. Los seis temas anteriores no son más que instrumentos para llegar al místico arrobamiento de la resurrección espiritual.
No hay nada fuera del encuentro del alma con la divinidad; es la meta final, el motor único de todo el camino; es también el verdadero estandarte.
Pero la resurrección del alma no es un solo acto único y total; es más bien, una serie ininterrumpida de muertes y resurrecciones, toda la vida. La vida misma es un grandioso cuadro de muertes y resurrecciones, es el devenir mismo.
Ya se está en la resurrección, ahora; pero uno no se da cuenta porque los ojos están clavados en el arrobamiento final.
Hes es uno mismo, no como se es ahora, sino como se ha de ser; pero, desde ya, Hes vive prefigurada en el alma; ella es un modelo de Hes libre.
Así como la semilla encierra la planta entera y todas las plantas que en el futuro han de nacer de ella, así en el alma existe Hes y todas las existencias que devendrán de ella.
¿Qué es el mal? ¿Qué es el bien? Dos ilusiones de la conciencia imperfecta. Sólo existe Hes deviniendo, tornando a ser, transformándose instante a instante.
Se deben borrar de la mente las ideas de pasado, presente y futuro; todo es, todo existe. El pasado, el presente y el futuro son ahora. El alma es esa eternidad, en este momento. Los fenómenos de la vida, el pasado, el presente y el futuro son ilusiones de la conciencia. Sólo existe un presente eterno; no una eternidad de instantes sucesivos y yuxtapuestos, sino un solo presente, sin cortes ni lagunas. Ese presente eterno, ese gran tiempo ininterrumpido, Es.

 

Enseñanza 8: Otras Meditaciones Afectivas Pasivas

“LA DAMA NEGRA”. Este ejercicio de la Dama Negra, al tiempo que simplifica la actividad mental, logra expresar muy acertadamente la idea fundamental que simboliza la Dama Negra. No es la enemiga contra la cual hay que luchar, mientras sea pura naturaleza, sino tan sólo luego que esa energía natural se ha introducido en el ser, desvirtuándolo. No es la Dama Negra el hecho bruto de los acontecimientos en sí, sino el apasionamiento que se pone en el alma. La Dama Negra no es nunca la energía, sino la perversión que esa energía puede producir en el alma. Siempre los enemigos del espíritu están en el mismo espíritu.
“EL ABISMO”. Lo mismo ocurre con el mundo. El mundo no es aborrecible en sí, ni produce desolación alguna. Las cosas mundanas son buenas y malas y el alma no puede hacer nada para cambiarlas. Sólo se puede cambiar el propio mundo, las propias cosas. El alma no puede dirigirse aún al ser más querido porque no tiene nada que ver con él; el afecto que se siente es una cuestión propia únicamente. La desolación que se siente por los males del mundo lo es únicamente por los males mundanos que viven en uno; duele lo que hay en uno.
Produce desolación esa receptividad por los males, por eso se desea una indiferencia total.
“LOS DOS CAMINOS”. El desapego aclara muy bien el problema de los males del mundo.
Todo es cuestión de apego, todo es cuestión de defectos del alma. Si el alma fuera bella y buena, el mundo parecería hermoso y bueno. Si uno logra desapegarse de los bienes o los males del mundo, entonces volverá otra vez a juntarse armoniosamente con la Humanidad; mientras tanto vive apegado, chocando o apartándose: atracción y repulsión.
Del mismo modo, si uno logra desapegarse de sus propios males y bienes, volverá otra vez a estar en paz consigo mismo, y podrá medirse con la dimensión exacta, objetivamente.
“EL ESTANDARTE”. El estandarte logra la trascendencia de los bienes interiores. Hasta ahora el alma se ha ocupado de sí misma, exclusivamente, dentro de su mundo interno. El estandarte tiene la virtud de objetivar de pronto todo lo significativo de las propias luchas, trasladando el ideal personal fuera de la subjetividad, logrando, al mismo tiempo, limpiar el alma de los restos y sobrantes que esa misma actividad ha producido. El estandarte es el gran higienizador del alma, al tiempo que da un nuevo horizonte, una nueva visión del camino, con lo cual aumenta el entusiasmo por la perfección.

 

Enseñanza 9: Otras Meditaciones Afectivas Pasivas

“EL TEMPLO DE ORO”. Para llegar al Templo del alma es necesario atravesar un sinnúmero de dificultades propias de la actividad interior. Se llega a la pureza del alma como se conquista la cumbre de un monte; se permanece allí unos instantes y luego se regresa al valle. No obstante, el monte, con todas sus dificultades, sigue en pie, inalterable. ¿Cómo hacer para que la conquista de esa cumbre sea permanente? Se puede tener dinero, guardarlo y no se pierde. Pero si se conquista unos instantes la paz, ¿cómo conservarlos? Al momento se diluyen y se vuelve otra vez a los sinsabores del mundo. El consuelo dura unos instantes y, no obstante, se realiza otra vez el esfuerzo durante meses para conquistar otros instantes más. ¿Cuándo se aprenderá a encontrar el consuelo y la paz interior en el esfuerzo mismo? ¿Cuándo se aprenderá a conquistar montes por la conquista misma, por el ascenso mismo, sin desear el premio de la cumbre?
“EL VELO DE AHEHIA”. Este esfuerzo por conquistar la paz interior, es la paz interior. La conciencia limitada hace creer que sólo el triunfo es valedero; parece que el Templo, el interior del Templo no es más que una consecuencia inevitable del esfuerzo de la lucha. Cuando se ame al esfuerzo por el perfeccionamiento en sí, como la esencia del camino, se habrá logrado la identificación con la meta del mismo. Se busca a Dios y no se lo encuentra hasta que el alma se de cuenta que Dios es esa búsqueda.
Del mismo modo no se ve a Ahehia porque está velada, hasta que uno se de cuenta que Ella es el velo que la oculta; entonces no se verá el velo, sino a Ahehia. Desde ya todo es verdad, todo es paz; menos la conciencia imperfecta. Ha de transformarse entonces la visión interior de la vida y de permanecerse enteramente en el goce de estar en el camino, de ser el camino. No hay que romper el velo de Ahehia, sino acrecentar el poder de la propia visión.
“LA RESURRECCIÓN DE HES”. La Divina Madre está con el alma, aunque ella no se de cuenta de nada. Ella está aquí, pero no se la ve. Como se tiene poca fe, se necesita alguna prueba de su presencia para tener esa seguridad.
Cuando se aprenda a vivir sin necesidad de pruebas de la Divinidad, entonces el arrobamiento será permanente, aunque nada tiene que ver este arrobamiento con las sensaciones externas. Se puede ser muy perverso y sufrir mucho; pero si el propio conocimiento de la Divina Madre está en uno se es poderoso, la felicidad del alma permanecerá inalterable.
El arrobamiento del alma no tiene nada que ver con lo que ocurre en la epidermis. Lo que ocurre es que la epidermis afecta al ser como ser humano limitado y distrae la visión interior hacia afuera; pero nunca los propios defectos afectan la fidelidad que la Divina Madre siente por el alma. Es uno el que se aleja de Ella, no Ella la que abandona. Ella está en uno; pero uno se da el lujo de no hacerle caso. Cuando uno cree que piensa en la Divina Madre, sólo lo piensa su imaginación, su fantasía; si se pensara enteramente en ella, no podría dejar de hacerlo ya jamás.

 

Enseñanza 10: Meditaciones Afectivas Estimulantes

“LA DAMA NEGRA”. La sangre es el vínculo que une al hombre con su Dios; la materia con el espíritu. La sangre es, siempre, el don del sacrificio. La sangre no sólo es la vivificadora del ser, sino la que más ata a las costumbres, la familia, el pasado. No obstante, toda la sangre se renueva en pocos días. ¿Si esa sangre se renueva siempre, por qué entonces persisten los hábitos?
La sangre se renueva limpia, pero el ser la mancha con sus acciones. Si se pudiera por unos cortos días, romper la ligazón con el pasado, la sangre no se echaría a perder y, verdaderamente, podría comenzarse una nueva vida, más pura, más limpia.
Se ensucia la sangre con las acciones; luego la sangre se vuelve contra uno mismo. Es necesario romper el encadenamiento mecánico de los vicios de la Dama Negra, interrumpir la secuencia del bien y del mal, cortar de una vez la cadena de causas y efectos del pasado. Dios y la sangre se encargarán de que la vida se renueve siempre. El ser debe ocuparse de morir, ya que la Divina Madre se ocupará de revivirlo. ¿Pero, cómo morir? Esa es la parte más difícil.
La Divina Madre da siempre la vida, ella es la vida; pero el ser sólo sabe pervertir esa vida dada. Cuando se aprenda por unos instantes a matar el encadenamiento de perversión de los propios hábitos la vida se encaminará sola sobre la sangre pura y sana de la Divina Madre.
“EL ABISMO”. La sangre también une a la Humanidad. Muchos creen que el mayor altruismo es el ofrendar la sangre, por alguna causa justa: la patria, un movimiento social, un ideal; pero parecería que la mayor ofrenda, la más útil, la de mayor alcance, es la regeneración de la humanidad individual que vive en uno, transformando todo lo humano que se tiene por un tipo superior.
¿No vienen los males del mundo, acaso, por la falta de un modelo visible a quien se lo pueda imitar? Jesús está a 2.000 años de nosotros. ¿Dónde está el hombre sobre la tierra que sea hombre en sí, no el transmisor de una idea, de un movimiento? Hace falta en esta tierra el hombre-hombre, el hombre cuya misión le sale de sí mismo. Simone Weil, Gandhi, Schweizer, Ramakrisna, Gurdieff, Lenin, Roosevelt, Einstein, no han sido hombres; han sido el recipiente por donde surgía la divinidad en sus distintas manifestaciones sociales, científicas o sobrenaturales; ellos no producían más que cosas, montones de cosas para el hombre; pero ninguna de estas cosas le sirve a uno para solucionar su problema fundamental. El hombre-hombre, el que vale por sí, el que sirve de arquetipo para 2.000 millones de pequeños hombres, no existe todavía. ¿Será el Maitreya?
Piénsese que dentro de uno, en lo más profundo y desconocido del ser, subyace ese arquetipo humano, hecho a medida, y no se desee otra cosa que lograrlo. Si se logra será el mejor triunfo sobre el abismo. Todos los hombres tienen ese arquetipo interior también.


Enseñanza 11: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes

“LOS DOS CAMINOS”. Todas las almas del mundo están predestinadas. Cuando un día el alma se da cuenta de su existencia, de su albedrío, de su yo, ya está casi formada: educación, costumbres, sociedad, hábitos, subconsciente, la han formado rigurosamente sin que ella se de cuenta. Durante los catorce primeros años de su vida, los más importantes de la formación, el alma fue pura receptividad, se dejó hacer sin oponer reparos ya que era ignorante de su fuerza. Pero cuando el alma crece y descubre que es libre y que tiene un centro motor que llama yo, ¿qué es lo que puede hacer para acercarse a sus ideales? ¿Y esos ideales no fueron forjados también por la vida misma?
Todas las almas están predestinadas; no existen verdaderamente dos caminos; sólo existe un camino y su negación. Ser o no ser. Existe un camino que es la personalidad propia del ser en su trayectoria milenaria, o la trágica negación a seguirlo; la perdición de la posibilidad de lograrse en esta vida.
No puede elegirse, entonces, entre Dios y el mundo. No se trata de eso. Mas bien ha de decirse: esta vida o ninguna; esta realización o ninguna; la vida o la muerte.
Lo único que se puede hacer es no elegir, sino conocer; conocer todos los antecedentes, las formas de ser, para aclarar, definir en la conciencia, cual es el camino, su forma, textura y modalidad por donde se va marchando. Todo hombre tiene un sólo camino, que está determinado por su pasado; debe conocerlo para levantar sobre ese pasado un nuevo escalón de perfeccionamiento.
“EL ESTANDARTE”. Lo mismo pasa con el estandarte. ¿Qué estandarte se va a elegir? ¿Blanco, negro, azul o rojo? Es una pregunta ridícula. Sólo se tiene un estandarte, el que impuso Dios desde milenios de vidas atrás, y no puede desdeñarse porque, aunque no se quiera al estandarte, se tendrá que volver una y otra vez a él; no se puede vivir otra vida que no sea la propia; no pueden dolerle a uno los dolores que le duelen a otro, no puede reírse uno con la risa del otro. Cada cual ríe su risa, le duelen sus dolores, ama sus amores y cree en su Dios. Tiene su estandarte; él es su estandarte.
Este estandarte estaba hecho en el ser desde antes de que se propusiera elegir uno; lo estaba esperando.
La Divina Madre le da al ser la vida; sus padres, sus amigos, ha formado su cuerpo y su alma, lo ha hecho nacer en una época cualquiera y en un lugar cualquiera; lo ha hecho pensar infinidad de cosas que no esperaba, lo hace enfermar a pesar suyo y todavía el alma se pregunta a veces donde está su estandarte. El ser está totalmente rodeado por Dios; Dios se le mete por todos lados; ¿y todavía se pregunta dónde está su estandarte? El estandarte es la vida misma que la Divina Madre le da, es lo que Ella está imponiendo a la fuerza sin que se sepa. El estandarte es lo inesperado, la sorpresa, la enfermedad de mañana, el paseo que se hará el domingo, un amigo, Cafh; todo eso y el significado que encierra.
El estandarte es esta verdad que ha aparecido ahora en el ser y el esfuerzo que haga por encarnarla.

 

Enseñanza 12: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes

“EL TEMPLO DE ORO”. A medida que se va viviendo y valorando, con el recuerdo, los resultados positivos y negativos de las experiencias, se va aprendiendo no sólo a prever los resultados, sino también a medir la vida con una nueva medida de tiempo.
En el momento de realizar un acto, se vuelven también presentes de ese acto las causas que lo originaron y sus futuras consecuencias. Entonces, en vez de percibir un tiempo presente muy corto, se experimenta la sensación de un tiempo presente mucho más largo, tan largo, que en él está encerrado la causa, el fenómeno y sus consecuencias.
De tal modo se aprende, entonces, a vivir no ciegamente, ni microscópicamente, sino con una clarividencia interior, que no proviene de una iluminación o revelación psíquica, sino del aprendizaje de la experiencia. Por ejemplo, si durante miles de veces una persona se ha acostado y luego ha vuelto a despertarse, sabe, cuando va a dormirse, que el sueño es limitado y que dentro de unas horas va a despertarse y a entrar nuevamente en la lucha por la vida. El descanso del sueño, aunque produzca la sensación de eternidad, se sabe positivamente que es perecedero y que debe volverse a la vigilia. Así también, cuando se está cansado, se sabe que la duración de ese cansancio es corta, porque cuando llega la noche, uno se acuesta y descansa de todas las tensiones del día.
Se sabe, entonces, cuando es el tiempo de descansar y cuando el de trabajar, se saben la causas que originan uno y otro y las consecuencias.
Esta especie de conocimiento vital da gran consuelo, tanto para los momentos de contrariedad como para los de placer. Si uno está en el cine, disfrutando de una película, se dice: esta película dura sólo 90 minutos, luego la fantasía se acaba y se debe volver a la calle otra vez; si se está en la oficina, se dice: dentro de un par de horas volveré a respirar aire puro. Entonces, se trata de no eternizar ni el sufrimiento ni el placer. Se trata de que el tiempo subjetivo se vuelva tiempo objetivo, tiempo del reloj, que es inalterable y el más sabio; no deforma. Este consuelo de la exactitud del tiempo, de la pequeñez y límite de los momentos del alma y del juego y equilibrio de los distintos tiempos, proporciona el inmenso consuelo de que las cosas son objetivas: esto es un lápiz, esto es una mesa, ésta es el alma. Sólo ésta, el alma imperfecta, deforma la visión de la vida y hace creer que una tarde agradable es toda la vida. Se quiere que el alma se conozca a sí misma en la más perfecta exactitud. Esto es obedecer, esto es orar, esto es un defecto. No se quiere que el alma se engañe más; y como ya no le engaña como antes, se tiene un consuelo mejor, que no viene como un calmante para los nervios, sino que es comprensión de las cosas mismas.
La desolación, que es el polo opuesto del consuelo, proviene porque el alma esperaba una cosa y la vida le responde con otra; el ser prefiere esperar nada más ni nada menos que lo que la vida le pueda proporcionar. Procura ser exacto y certero. Quiere estar siempre en la verdad. No hay mayor consuelo que éste.

 

Enseñanza 13: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes

“EL VELO DE AHEHIA”. El velo de Ahehia no sólo es un paño de ilusiones sino también un manto de protección que preserva de las inclemencias de la vida.
A veces, entusiasmada por una inspiración interior, el alma sabe volar por tiempos desconocidos por ella, donde jamás nadie ha penetrado. Se alza el vuelo y por unos instantes se penetra en el país del misterio y de la luz; luego se vuelve planeando a la tierra, a la realidad de las ilusiones cotidianas. No se puede soportar por mucho tiempo las aventuras en un país para el ser desconocido. Dicen los sabios que este mundo es pura ilusión, pero el ser, hombre de este mundo, afirma que es real, y que son ilusiones, fantasías, los mundos sobrenaturales. ¿Se debe afirmar una cosa que no se ha experimentado tan solo porque lo digan los sabios?
Muchos seres penetran el mundo sobrenatural diciendo: el mundo astral, el mundo mental es más real que el mundo material. Esto es un error; aquellos mundos podrán ser tan reales como este, pero no más. Lo real, la esencia, Ahehia, es una columna vertical que se encuentra en cualquier clase de mundo. Estando en la materia exclusivamente también se llega a Ahehia. ¿Acaso los físicos, investigando la materia exclusivamente no han visto cómo es la materia, y cómo se desintegra, quedando para ellos abierta la puerta del templo del espíritu? No hace falta negar la materia para descubrir el espíritu; aprobándola también se lo encuentra, porque por afirmaciones sucesivas y acumulativas se llega también a lo que transmuta la materia en espíritu.
Si un hombre común afirma que la materia es ilusoria y sólo es real el espíritu, hace sospechar que eso dice porque se lo han dicho, no porque lo haya penetrado con todo su ser.
¿Saben sus ojos, sus oídos, sus glándulas, su estómago, su cuerpo entero que la materia es ilusoria? ¿Y cuando satisface su hambre es ilusoria su comida o su satisfacción? ¿Es ilusorio el alimento que lo preserva de la muerte?
No; es real también; el velo de Ahehia no es un velo de ilusión, sino un manto de protección; es Ahehia misma. El gozo no está en descorrer el velo, sino en afirmarlo, en preservarlo en el corazón. El gozo proviene de la comprensión de lo que representa ese velo, así como de la comprensión de la necesidad del cuerpo.
Hay anacoretas que, negando la materia, abandonan su cuerpo, manchándolo y empobreciéndolo; este hombre ignora la perfecta correspondencia entre el cuerpo y el espíritu, y que manchando el cuerpo, de alguna manera se deforma el espíritu. El cuerpo es un instrumento, un andamio, una estructura mecánica que sirve para que se realice el alma; si se destruye la materia, si se rasga el velo prematuramente se priva del instrumento que ha sido dado para afirmar y realizar el crecimiento espiritual. Es como si un obrero, presuroso de contemplar el edificio que está construyendo, quitara los andamios antes de terminar el edificio. ¿Cómo lo terminará después?

 

Enseñanza 14: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes

“LA RESURRECCIÓN DE HES”. Quienes piensan en la muerte, o bien rehuyen formarse una idea concreta de la misma, o bien la disimulan con la idea de un más allá venturoso, como si fuese imposible sostener el pensamiento de la muerte por sí misma.
El hecho de que pueda existir una vida sobrenatural, no impide que la muerte tenga su propio significado, sin necesidad de cielos ni de infiernos. Los que justifican la muerte como una transición a otro mundo son los mismos que justifican la vida como una prueba para conquistar el cielo.
Uno debe oponerse a tales modos de pensar. ¿No viven y viven bien algunos ateos que no creen para nada en el más allá? La vida y la muerte encierran significados propios. Hablar de la muerte es hablar de la vida. La muerte hay que considerarla en función de vida y tanto como el nacimiento. A veces se sospecha que los que creen que la muerte es una transición al más allá son los mismos que, negando esta vida, fundan todas sus esperanzas en un paraíso donde verán cumplidos todos sus deseos.
Pensar en la muerte como en un traspaso a otra vida mejor no es morir; la verdadera muerte es aquella donde todo se acaba, es la muerte del ateo. Aquellos que están cansados, como luego de una jornada laboriosa, desean dormir, también desean morir verdaderamente, para que desaparezca la vida usada, hecha, acabada.
No hay arrobamiento mejor que la contemplación de la muerte; no la contemplación del paraíso, ya que sólo la convicción profunda del aniquilamiento total puede producir en vida, la eliminación de los usos materiales. Morir verdaderamente, desaparecer hasta el último átomo es el pensamiento que puede difundir por todo el ser un aplacamiento de las pasiones. Pensar en un paraíso es revitalizar todas las potencias humanas, porque tal paraíso no es más que la justificación, la sublimación, el incremento de los deseos humanos. Pero la aniquilación total que va poco a poco penetrando en cada célula del organismo, va poniendo lentamente su sello de muerte y transmutación en cada célula.
La muerte física produce automáticamente la transmutación de las potencias del hombre hacia un estadio superior; pero se debe poner el acento en la muerte real, no del espíritu, que el espíritu es inmortal, sino de los usos personales, para que vayan desapareciendo del ser.
El arrobamiento es una cosa diferente de lo que se acostumbra imaginar; es como confundir el olor de un cadáver embalsamado o de una momia, con el de un clavel.
Generalmente el arrobamiento proviene de una potencialización de la vida humana y no de la convicción de la muerte; por lo cual produce el efecto contrario al deseado. El sentimiento de la resurrección no tiene nada de agradable, es más bien doloroso, lo más doloroso que existe, porque se parece a un parto; pero también es lo que más conmueve al alma. Si el alma busca a Dios y lo encuentra más cerca en el arrobamiento, por más doloroso que éste sea, siempre irá a buscarlo allí. No se puede reír después de un arrobamiento, porque más bien produce una intensa tristeza. En esa tristeza el alma se va diluyendo en espacios cada vez más grandes y se siente que en ella va toda la vida.


Enseñanza 15: Monólogo de Preparación a la Meditación

“YO SOY LO QUE SOY”. Las experiencias de cada instante enseñan a viva fuerza que se está esclavizado a todo un mundo de encadenamientos psicológicos ajenos a la voluntad. Cuántas veces al día se expresa el deseo de librarse de los hábitos, sin lograr jamás realizarlo. Es verdad que se es algo, no sólo un algo presente, sino algo que deviene, que propugna ser. Esta lucha por entre el laberinto de las dificultades es el camino espiritual de cada ser.
En las mañanas, cuando recién despertado y limpio, el ser se dirige al trabajo por las calles solitarias, el alma entera vibra en paz y alegría interior, más intensamente y más sana que en una buena meditación. La vida parece muy bella y uno mismo no se cree tan malo. Esos minutos a la mañana, cuando el aire es fresco, parecen una promesa de lo que podría ser la vida a todas horas y en cualquier circunstancia, si uno pudiese olvidar los hábitos de las acciones anteriores. Así como el sueño repara y limpia, así también se quisiera que la vida de todos los días y el anhelo continuado del alma para conquistar la libertad, logren algún día transformar la vida en una perpetua mañana.
Es verdad que cada cual es lo que es, tal como ocurren ahora las cosas, con todos los defectos, pero algún día se será lo que quiera ser, o lo que Dios quiera de uno. Mientras tanto se es lo que la vida lo va llevando, de un extremo a otro; pero se debe reconocer que a ninguna hora como a la mañana temprano se siente uno tan conforme consigo mismo y con las cosas.
No se podrá ser uno mismo si no se aprende antes a olvidar, a desentenderse de las cosas. Se descubre que cuando uno se opone a alguna fuerza, esa fuerza se acrecienta y lo obliga a nuevos esfuerzos mayores; se entiende que este modo está muy bien, porque exige de a poco y cada vez en aumento, un esfuerzo interior que aumente al ser. No basta con vencer al enemigo; lo importante es que uno, en esa lucha, se engrandezca. ¿Y cómo podrá engrandecerse el alma si no fuera por ese esfuerzo cada vez mayor que debe emplear para vencer? Es la imagen de Hércules luchando contra la Hidra; cuando le cortaba una cabeza, del cuello le brotaban dos. Lo importante no es que el enemigo desaparezca, sino que al alma se vuelva mejor, más esforzada. Los enemigos son instrumentos del destino para favorecer el crecimiento total. Sólo en la lucha se podrá conquistar el don de la propia individualidad.

 

Enseñanza 16: Monólogos Imaginativos de Preparación a la Meditación

Primer Monólogo: Soledad e Introspección. No se es absoluto; no se es autónomo en el mundo individual. Aunque se viviera solo en una isla perdida en el océano, no sería autónomo; porque se es el resultado lógico de un encadenamiento de vidas y muertes que escapan a la propia voluntad. Se está determinado por la sociedad, la presente y la pasada. Se piensa en el círculo de ideas que es común a toda la Humanidad, se poseen los ideales de la época. Cuando la sociedad enferma, se siente uno enfermo también, aunque la vida individual sea perfecta. No en vano se ha nacido ahora y no en cualquier época. ¿Cuál ha sido la causa de este nacimiento? No se sabe; pero sí se sabe que se ha nacido en un lugar determinado y en un tiempo determinado; y se debe aceptar los grandes lineamientos de la época, quiérase o no.
Pero dentro del mecanismo de determinantes está inserto el motor de la individualidad absoluta, el cual no depende del mecanismo general de la vida, sino que tiene otras leyes. La masa entera de la vida, las acciones, los intereses, los deseos y sueños, está volcada sobre la periferia de la personalidad; pero poco a poco se va robando pedacitos de vida humana y los va engarzando en el engranaje del motor interior. Así uno espera, poco a poco, robarse enteramente, emigrar de la periferia al centro, trasladar el cuerpo de las acciones y pensamientos desde el mecanismo inconsciente de los hábitos sociales, hasta el motor individual interior. Cuando uno está en soledad y en introspección se percibe el ruido de ese motor oculto y se van descubriendo sus características.
Segundo Monólogo: Ficción de la muerte. Morir es la perfecta medicina para las enfermedades de la vida. La muerte de la vida, la muerte común, encierra la medicina y el olvido al mismo tiempo. Se muere, desaparecen las ataduras, se es libre para hacer cualquier cosa grande, pero no la puede hacer porque uno se tiene que ir, tiene que desaparecer; luego desaparecen también las ambiciones de construir cosas bellas.
Pero el espíritu soberano del hombre ha descubierto que se puede morir, sanarse de las enfermedades, sin necesidad de olvidar; es decir, estar presentes, actuar en la vida, haciendo verdaderamente las cosas bellas que siempre quiso hacer pero que no se podían por medianidad. Morir en vida; éste es el descubrimiento del espíritu creador.
La muerte física es siempre la gran enseñanza, no de la resignación o arrepentimiento, sino de la rebeldía contra el impulso ciego de los hábitos, de los instintos, contra la estupidez ante la vida, contra la maldad, contra la desidia de dejar transcurrir los años sin hacer nada valedero.
Morir en vida, es decir, vivir en las virtudes de la muerte, vivir con el desapego perfecto de los que han muerto. Matar todos los llamados bienes, virtudes, habilidades, instrucción, clase, herencia, deseo, esperanza, sueño, los tesoros de la Humanidad; y ser pura acción, acción interior y acción exterior, pero sin que se peguen esas cosas, sin que toquen al ser interior, porque adentro se está muerto. El alma no es terrestre, no puede ser tocada, porque reside en el mundo del más allá.

ÍNDICE:


Enseñanza 1: La Meditación
Enseñanza 2: La Meditación Discursiva sobre un Texto
Enseñanza 3: Textos para Meditación Discursiva
Enseñanza 4: Meditación Afectiva sobre “La Dama Negra” y “El Abismo”
Enseñanza 5: Meditación Afectiva sobre “Los Dos Caminos” y “El Estandarte”
Enseñanza 6: Meditación Afectiva sobre “El Templo de Oro” y “El Velo de Ahehia”
Enseñanza 7: Meditación Afectiva sobre “La Resurrección de Hes”
Enseñanza 8: Otras Meditaciones Afectivas Pasivas
Enseñanza 9: Otras Meditaciones Afectivas Pasivas
Enseñanza 10: Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 11: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 12: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 13: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 14: Otras Meditaciones Afectivas Estimulantes
Enseñanza 15: Monólogo de Preparación a la Meditación
Enseñanza 16: Monólogos Imaginativos de Preparación a la Meditación

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