ÍNDICE:
Enseñanza 1: Origen y Desarrollo de la Filosofía
Enseñanza 2: Concepto de la Filosofía del “No Ser”
Enseñanza 3: Concepto de la Filosofía del Ser y del No Ser
Enseñanza 4: La Filosofía del Ser
Enseñanza 5: Filosofía Prevédica
Enseñanza 6: Filosofía Védica
Enseñanza 7: Conceptos de las Principales Escuelas Védicas
Enseñanza 8: Filosofía China
Enseñanza 9: Filosofía Budista
Enseñanza 10: Filosofía Deísta o Dualista
Enseñanza 11: Filosofía Mesiánica
Enseñanza 12: Filosofía Cristiana
Enseñanza 13: Filosofía Andrológica
Enseñanza 14: Conceptos de Filosofía Andrológica
Enseñanza 15: Filosofía Rásica
Enseñanza 16: La Filosofía
Enseñanza 1: Origen y Desarrollo de la Filosofía La Filosofía es la ciencia del pensamiento aplicada a conocer y resolver los fenómenos universales.
Desde que el hombre se formuló el primer “¿por qué?”, nació la filosofía. Es ciencia tan unida al hombre y a su forma de pensar, que se le podría llamar hija de su pensamiento.
Cuando la idea se fija en una ley, su posterior desenvolvimiento deja el campo propio de la filosofía.
Según los antiguos textos, la Filosofía se dividía en tres grandes ramas:
1) Cosmodicea;
2) Andrología;
3) Filosofía Rásica.
Los antiguos Iniciados únicamente llamaban Filosofía a las cuestiones mentales que podían resolver los fenómenos universales súper físicos.
El estudio y la observación del desenvolvimiento del hombre eran algo secundario y siempre supeditado al fenómeno cósmico; luego, los problemas del hombre en sí, sus fenómenos internos, llegaron a ser de tal trascendencia que los Iniciados estudiaron con ahínco la ciencia del hombre.
Los progresos y las nuevas observaciones que Ellos iban haciendo sobre la Divinidad y la Humanidad fueron la base de la Historia de la Filosofía.
La Cosmodicea se aplicaba a explicar al Universo en su conjunto, considerado desde tres puntos de vista fundamentales a los tres postulados básicos: NO SER; SER Y NO SER; SER.
Con el transcurso del tiempo, de estas tres bases fundamentales nacieron las tres ramas de la Filosofía que aun perduran, que podrían llamarse: de los Panteístas, de los Evolucionistas y de los Dualistas.
La Cosmodicea antigua desarrollaba su teoría desde la materia, desde la molécula, desde el átomo, hasta llegar a la Esencia Primaria y a lo Inmanifestado. Desde luego, el hombre no era estudiado en particular, sino, caía dentro de la especulación de estas distintas etapas de los conceptos del pensamiento. Este desarrollo, siempre hacia adelante, en busca de la Única Verdad, dio origen a unas ramas especiales de la Filosofía, que después hicieron escuela aparte.
El estudio de las leyes naturales dio como resultado la Física.
El estudio de las fuerzas atmosféricas y cósmicas dio como resultado la Filosofía Energética o Atomista.
El estudio del hombre involucrado en el poder Universal dio como resultado el estudio del ser y más adelante, modernamente, a la Psicología.
El estudio y la especulación sobre las cosas substanciales que no estaban al alcance del hombre dio como resultado la antigua Escuela Substancial, llamada después Escuela Metafísica.
El estudio de los poderes y de las fuerzas ocultas que rigen el Universo originó la Cosmología.
La especulación sobre el principio único de donde emanaban todos estos poderes se transformó en Teodicea.
La numeración y medida del Cosmos dio origen a ciencias como la Astronomía, el Relativismo Arcaico y otras.
La Andrología nació, como puede deducirse, del estudio característico sobre los poderes del hombre y sus problemas internos; este estudio constituyó la finalidad del pensamiento de ciertos hombres y, luego, escuelas enteras se dedicaron a ello.
La Psicología estudia el alma humana en sus diversos aspectos.
Nació con el discernimiento del bien pensar; mediante procedimientos propios, el hombre llegó a pensar y discernir mejor; esto dio origen a la escuela del Bien Pensar.
Esta escuela tuvo el valor efectivo de materializar, mediante el idioma, los pensamientos. Era necesario que el Verbo se hiciera Carne.
Además, el hombre quería transmitir lo que había comprendido, no sólo en actos, sino también mediante la palabra. Esto dio origen a muchas escuelas que se dedicaron a los diversos aspectos del lenguaje humano: a la Lingüística.
Pero, el pensamiento bien expresado no siempre lo es de la verdad; había que saber cuándo el pensamiento era exacto; y nació una nueva escuela: la de la Crítica del Pensamiento.
El excesivo criticismo llevó a la Sofística; y contra ésto nació una hermosa escuela, de correcta concatenación de los pensamientos, o Escuela de la Lógica.
Así como, antes, el hombre había pensado en las relaciones que el Universo podía tener con él, el filósofo andrólogo pensó en las relaciones que él podía tener con el Universo, dando origen a otras escuelas especializadas:
Filosofía del Instinto;
Filosofía del Razonamiento;
Filosofía de la Intuición;
Ética, o Moral;
Etnología;
Filosofía de la Religión;
Estética.
El alma, a través del pensamiento, en su relación con el Cosmos, buscó tener cada vez mayor caudal de fuerza mental, para captar, con la mente humana, la Ideación Divina; esto dio como resultado la Búsqueda de Dios, o Ascética Mística.
El aspecto más difícil de la Andrologia es ubicar el lugar exacto en el cual el hombre individual, distintamente de los demás hombres, está situado en el Cosmos. Esta rama de la Filosofía, muy estudiada por los antiguos, fue abandonada por los modernos; y, sólo como un resabio, ha quedado la Andrología.
La Rásica, Historia de la Filosofía, estudia las etapas de la evolución del Universo, o Macrocosmos, y de la evolución del hombre desde su aparición en la Tierra, o Microcosmos.
Se puede dividir en distintas ramas:
1. Historia propiamente dicha, según el valor del pensamiento del autor de coordinar y unir los hechos documentados que estén a su alcance.
2. La Filosofía aplicada, en todas sus ramas.
3. Relación del Cosmos con la Tierra y el Hombre, según documentos paleontológicos, arqueológicos y geológicos.
4. Relación de las Razas entre sí: su nacimiento, su desarrollo, su supremacía, sus luchas, su decadencia.
5. Las etapas de desarrollo de las ciencias en los pueblos, con sus tres ramas de Filosofía características: Música, Escritura, Matemática.
6. Relaciones físicas de los pueblos entre sí. Éstas dieron nacimiento a grandes escuelas de Filosofía, que fueron de inmensa utilidad para el desarrollo y desenvolvimiento de la Humanidad: Geografía, Cosmografía, Cartografía, Migraciones, Descubrimientos y Viajes Expedicionarios.
7. Etapas de la Filosofía: sus principales escuelas y sus principales exponentes.
Enseñanza 2: Concepto de la Filosofía del “No Ser”
Los problemas filosóficos de los sabios de los pueblos prehistóricos, en tiempos de aquellas civilizaciones completamente ignoradas en la actualidad, eran eminentemente súper físicos.
Poco les interesaba conocer las leyes del Universo; únicamente deseaban conocer el principio fundamental del Cosmos y lo que existiera más allá de este concepto primordial.
Sus preguntas y respuestas eran simples y claras:
Dios ha hecho el Universo. ¿Quién hizo a Dios?
El principio Cósmico ha sido el origen de Dios. Luego, Dios es el resultado de una potencia Única.
Ahora, ¿de dónde deviene esta Potencia Única?
Deviene de Sí Misma, de su poder de moverse. Y este moverse es manifestarse y no manifestarse.
Este poder de Ser y de No Ser, ¿de dónde deviene?
Este poder de Ser y de No Ser deviene de una esencia igual a Él, inmanifestada, desconocida.
Tendríamos entonces, decían los Filósofos, que discernir sobre esta Esencia Inmanifestada para saber de donde deviene; y si discernimos sobre ella ya no será ni inmanifestada ni desconocida.
Por lo tanto, no es con el conocimiento mental que se podrá llegar a tal solución, sino con un estado similar a lo que se supone sea lo Inmanifestado.
Así, con un método negativo, basaban estos Filósofos su procedimiento mental.
Este método negativo requería años de experimentación.
Eso No. Luego, esto otro No. ¿Porque No, entonces, si nada es?
Esto, en lo que se refiere al trabajo mental.
La primera etapa de esta Filosofía estaba dedicada a la eliminación de las vibraciones mentales producidas por las emociones, así como a las emociones mentales mismas.
El pensamiento no tenía que despertar emoción alguna en el estudiante; podía analizar tranquilamente el amor, el crimen, la muerte, la felicidad, sin sentir estímulo positivo ni negativo.
En la segunda etapa el Filósofo tenía que extinguir la causa mental del conocimiento, el conocerlo todo por partes; esto era necesario para poder negar la consistencia de los pensamientos.
El estudio era necesario para adquirir un conocimiento y poseerlo tan plenamente como para poder rechazarlo, después, como verdades, ni reales ni únicas, ni verdaderas.
Al final, cuando se posee la esencia del conocimiento, todo pensamiento es un obstáculo para el puro estado de la similitud del alma con Dios.
Las vibraciones mentales, en su totalidad, como expresión de la única vibración mental, son resultado de la no vibración mental.
Entonces, no es con el conocimiento mental que se puede conocer a Dios desconocido, sino mediante un estado de comprensión extática, similar a Él.
Esto implicaba que, por ejemplo, si en el primer año estudiaba siete materias, en el sexto sólo estudiarían sólo dos y al final del curso, una sola, la que involucraba todo conocimiento, para que éste fuera integral.
Pero, cuando lograba poseer este conocimiento integral, lo negaban, por no conocer su raíz; entonces, no lo conocían como tal. En consecuencia, la mente habría de ocultarse para dar lugar a la tranquilidad y a la paz.
La tercera etapa estaba dedicada a la aniquilación de la mente en espera de un conocimiento puramente espiritual.
Esta Filosofía, completamente descartada al día de hoy, ha sido la que ha echado bases de todas las religiones y culturas místicas de todos los tiempos.
El último verdadero exponente de esta altísima Filosofía fue el Buda.
Ahora bien, una persona no versada en el estudio de la verdadera Filosofía, confunde a ésta con el ateísmo grosero y con la negación de la existencia. Pero no hay tal.
El Filósofo no niega a Dios. Ni lo afirma. Se niega a discernir sobre Él.
El Buda dice: “Si tú me preguntas si yo creo o no creo en Dios, yo no lo afirmaré ni lo negaré; pero te diré que lo único necesario es entrar en el Sendero. Si tienes una flecha clavada en el pecho, no preguntarás quién te ha herido, ni de dónde vino dicha flecha, ni si está envenenada, ni de qué materia está hecha; porque así, sólo perderías el tiempo y morirías. Lo primero es extraer la flecha y curar la herida”.
Estos filósofos no niegan la existencia de la vida por la “no existencia”, sino, únicamente, desean trascender estos estados para tener un parcial conocimiento de lo que trasciende a la existencia y a la no existencia; porque “existencia” y “no existencia” son afirmaciones.
Por eso, nunca se busque en estos filósofos una definición de estados que ellos llaman de la Existencia y de la No Existencia; o una explicación de estos estados, sino, únicamente, la enseñanza del conocimiento negativo que lleva a esos estados.
Tampoco se busque que ellos hablen de Dios, sea como Manifestado o Inmanifestado, sino, únicamente, del conocimiento que lleva al conocimiento de Dios.
Estas Filosofías, tan puras y grandes, en las cuales el hombre llegaba a acercarse a la sombra de lo Eterno Desconocido, fueron desapareciendo paulatinamente, a medida que la Raza Aria iba marchando a la conquista de la Razón, de los resultados positivos del Mundo y de las fuerzas de la Naturaleza.
Enseñanza 3: Concepto de la Filosofía del Ser y del No Ser
La Filosofía del Ser y del No Ser es la expresión pura de la idea abstracta de la Raza Aria.
Esta Filosofía se basa, como ley fundamental, en la idea de la Unidad Absoluta.
La Manifestación es ilusoria; es un juego de luces que filtra a través de la red del no conocimiento y que produce la ilusión de la existencia.
Lo único verdadero es lo Eterno, lo Inmanifestado, el Siempre Existente Espíritu. Fuera de Él todo es ilusión.
Si bien estos Filósofos reconocen que es imposible discurrir sobre lo Inmanifestado, buscan de definirlo a través de afirmaciones negativas, formando así un concepto de lo Inmanifestado como expresión de una única realidad.
Esta realidad lo es todo. El alma misma no es otra cosa que lo Eterno. No existen almas individuales; enseguida que se quita, a través de la Realización Absoluta, la red de la ilusión, desaparece la idea de la separatividad y sólo existe lo Eterno.
Por consiguiente, estos Filósofos negaban discurrir sobre la Manifestación, procurando sólo discurrir cómo alcanzar la Realización.
De un modo diferente de cómo filosofaron después los continuadores de esta doctrina, que afirmaban, puerilmente, ser la Manifestación un juego de Dios, ellos se negaban a filosofar sobre ésto, diciendo que únicamente lo Eterno podía conocer el porqué de la Manifestación.
Los postulados de esta Filosofía son: Todo es ilusión; lo Eterno es la Única Verdad; el conocimiento de esta Única Verdad es la idea básica del logro de la liberación.
Para llegar a esta Idea Única, era necesario que el Filósofo se desprendiera de las demás ideas y, a este alto estado mental, llegaba por etapas.
La primera etapa consistía en hacer conocer al estudiante el valor del pensamiento. Todos los pensamientos son malos, pero el pensamiento en sí es bueno. Los pensamientos múltiples son obstáculos, pero un pensamiento puede ser la base de la liberación.
Todo es, en el Universo, lo Eterno y lo Ilusorio.
El dominio del pensamiento y la conquista de la Idea Única, es lo que hace que el alma se reintegre a la Esencia Primaria.
El estudiante ha de saber que “Tú no eres tú” sino “Tú eres Aquello”; primero lo dirás, luego lo sentirás, después lo comprenderás y finalmente lo serás.
Este modo de pensar hacía que el estudiante rechazara todo pensamiento inútil; al mismo tiempo le hacía caer en el error de descuidar el estudio de las ciencias naturales; pero adquiría una claridad mental extraordinaria; sabía analizar cada pensamiento y explicar su valor. No había rincón mental no conocido por él.
En la segunda etapa de estudio, estos estudiantes procuraban fortalecer el concepto de la Idea Única: el pensamiento de que, después de la gran renuncia mental, ellos eran parte integral de Dios.
Para afirmar esta Idea Única, tenían formada toda una teología sobre el valor Eterno de la Idea Única.
Esta filosofía, así expuesta, alejaba extraordinariamente a sus seguidores del mundo de la realidad.
En la tercera etapa, el estudiante ya no se consideraba como tal, sino como un ser que había alcanzado la Realización.
La idea de lo Absoluto llenaba toda su mente y todo su ser y nada existía para él fuera de Esto.
Enseñanza 4: La Filosofía del Ser
La Filosofía del Ser es la de la Manifestación Divina, considerada en sí, exclusivamente.
El Universo no es una fuerza única y absoluta, sino una fuerza dual, dos inmensas corrientes que corren paralelas, se acercan, se alejan, sin llegar nunca a fundirse en una.
Estas dos fuerzas cósmicas son: el Espíritu y la Substancia. Ni una ni otra es permanentemente superior, sino que, en determinados casos, predomina una de ellas.
El filósofo ha de conocer estas dos fuerzas motrices del Universo: el Espíritu, fuerza invisible, y la Substancia, fuerza visible.
Como el Espíritu se acomoda a las condiciones de la Substancia para manifestarse en ella y luego libertarse, para conocer el Universo es indispensable conocer en todas sus partes la Substancia Cósmica.
Esta expresión dual del Universo, al no ser una unidad, se reproduce continuamente y da lugar a una infinidad de fuerzas semejantes a ella.
Durante este continuo devenir, el Espíritu, que procura la dignificación de la Substancia y la liberación final, usa como instrumento primario a la mente.
La mente es, para estos Filósofos, la expresión del Espíritu; la fuerza del pensamiento, fija en la materia, es la Energía del Universo expresada a través de los continuos movimientos y cambios.
La Substancia, que tiene como cualidad la inercia, es vencida al final por la otra fuerza.
La Filosofía del Ser se basa, entonces, en el conocimiento de estos tres aspectos cósmicos: Mente, expresión del Espíritu; Materia, expresión de la Substancia; y Movimiento, fuerza energética de la trayectoria que efectúa el Espíritu al juntarse con la Substancia, y viceversa.
El estudio de estas Escuelas era fundamentalmente especulativo.
El filósofo preguntaba: ¿Qué es la Substancia? Y contestaba: No he de seguir adelante en mis estudios hasta no conocer la Substancia del Universo; no conoceré la Substancia del Universo si no conozco todas sus cualidades, acciones y reacciones, formas y medidas, aspectos íntimos y aspectos diferenciados.
Después preguntaba: ¿Qué existe entre la Substancia y el Espíritu, el vacío o una fuerza infinita? Y contestaba: no el vacío, sino las vibraciones de la Energía Cósmica llenan los espacios existentes entre la Substancia y el Espíritu; he de conocer todas las fuerzas vibratorias antes de ir adelante.
Luego preguntaba: ¿Qué es el Espíritu? Y contestaba: el Espíritu es la superesencia del pensamiento; no podré conocer el Espíritu hasta que no conozca todas las formas del pensamiento y se sus derivados.
Después de haber formulado estas preguntas, que son postulados de esta Filosofía, comenzaba sus estudios.
Esta Filosofía, que ha aportado a la Raza Aria un extraordinario conocimiento de todos los valores de la Vida, fundamentalmente, hizo de sus estudiantes materialistas, dualistas o deístas.
El estudiante, al investigar las cualidades de las substancias del Ser, tuvo resultados positivos que le dieron extraordinaria satisfacción personal y fueron de gran utilidad para la Humanidad; pero, al mismo tiempo, al detenerse el estudiante demasiado tiempo en este renglón, descuidó las dos partes restantes: el estudio de la Metafísica y el de la comprensión esencial del Espíritu.
No se apartaron de los postulados fundamentales, pero descuidaron los dos primeros. Al no profundizar y al no negar y, al mismo tiempo no conocer la real naturaleza y existencia del Espíritu, tuvieron que conformarse, no con el resultado de sus estudios personales, sino con las definiciones que otros Maestros anteriores les habían legado.
Por eso, la esencia del Espíritu, no estudiado directamente, se transformó en algo superior, inaccesible para estos Filósofos; se transformó en el Dios Personal.
Esta Filosofía fue destinada a penetrar, desde los Arcanos de la Naturaleza hasta los arcanos del Rey; y hubo, periódicamente, movimientos tendientes a volverla a su prístina pureza; pero sin éxito fundamental, porque o se descuidaron los postulados inferiores, o formaron filosofías características, apartadas de la Idea Madre.
Los primitivos estudiantes, después que hubieron estudiado, a través de diversos cursos, las distintas manifestaciones de la Substancia Cósmica, pasaban a Escuelas superiores, donde se dedicaban a analizar las energías de la Naturaleza, sus fenómenos y los fenómenos psíquicos del ser. Este curso abarcaba varios años; aquí muchos quedaban rezagados, pues es muy corta la vida del hombre para tan vasto estudio.
Todos los extraordinarios adelantos que en el estudio de la energía material y en el dominio de las fuerzas atmosféricas alcanzaron los pueblos antiguos, son debidos a estos Filósofos.
Después, los estudiantes pasaban a una tercera Escuela, donde aprendían la expresión del Espíritu a través del pensamiento.
Si estos Filósofos hubieran logrado establecer en el mundo su punto de vista, tan grande hubiera sido su alcance, que los hombres se hubieran transformado en semidioses.
Esta Filosofía, en la Raza Aria, fue una semilla que sirvió para dar vida, a través de sus conceptos, a una infinidad de otras Filosofías.
Enseñanza 5: Filosofía Prevédica
La Filosofía prevédica es la que fue estudiada antes de que ciertos conceptos metafísicos, morales, religiosos y sociales, fueran condensados en los Vedas.
Desde luego los conceptos védicos y prevédicos fueron estrictamente de Cosmodicea; y los antiguos pueblos orientales nunca tuvieron otros.
Dejaron tan profunda huella en el concepto mental de los orientales que, aún al día de hoy subsiste; y hace que la mentalidad oriental sea diferente de la occidental, lo que dificulta y hace casi imposible, el acercamiento de estos dos sectores del mundo.
Para estudiar determinada Filosofía, no sólo es preciso elaborar un concepto, estudiarlo detenidamente y procurar asimilarlo, sino también es indispensable la disposición mental adecuada. De lo contrario, la idea fundamental será desvirtuada dentro del mismo cerebro del hombre que la estudie.
El concepto fundamental de la Filosofía prevédica se basa, esencialmente, en la existencia de lo Infinito.
El No Ser, la fuerza misteriosa de donde sale el Universo, es el sostén de este mismo. Y este Universo no es limitado, sino infinito.
El único contacto que existe entre lo Infinito y el hombre es el alma del ser, o mente.
En esto estriba toda la diferencia entre el hombre oriental y el occidental, entre el estudiante de la Cosmodicea védica y el estudiante de la Cosmodicea helénica.
Los védicos afirman que lo único real es la mente y que es lo único que puede acercarse a definir lo Infinito. Entonces, sólo la Teoría tendría valor y utilidad, sólo aquello que la mente pudiera definir.
El estudiante ha de proyectar mentalmente sus teorías y saber por la intensidad de la emoción que proporcionan, o por la claridad del concepto que expresan, su valor, si es verdadera o falsa.
Esto basta. Investigar sobre ello, reducirlo al campo material y experimentarlo, dentro del alcance del hombre, es injurioso para la idea, perjudicial para la libertad del pensamiento y ponzoñoso para el adelanto del individuo.
Los Filósofos lograban una gran comprensión extática; sin embargo, después de haber salido de esas profundas meditaciones, vueltos a su estado habitual, eran oscuros en sus afirmaciones, divergentes en sus expresiones y producían divergencias entre sus discípulos.
El ser que baja del campo puramente ideal filosófico está preso en las redes de la ilusión, en las tinieblas de la separatividad.
El esfuerzo constante del Filósofo consistía en acercarse a lo Infinito de manera que también sus tareas mentales tenían un valor relativo; eran verdaderas a medida que procuraban acercarlo a la Gran Verdad de lo Infinito.
Para lograr esto, era necesario eliminar del pensamiento todo deleite y sentimentalismo y llegar a una iluminación clara sólo mediante el intelecto, a través de una visión intelectual negativa.
Según el conocido axioma de Cosmodicea y, sobre todo, de la Filosofía del No Ser, “no es con el conocimiento mental que se puede llegar a la Suprema Unión, o Suprema Comprensión, sino, con un estado similar, aparente y negativo”.
Entonces, fue necesario tomar los conceptos más fundamentales, revestirlos de formas y figuras, asociarlas a las creencias, a las costumbres, a las leyes y a los Dioses del pueblo, para que el mismo pueblo los conservara en beneficio de los estudiantes.
De allí nacieron Libros Sagrados, verdaderamente ortodoxos, porque encierran la Enseñanza Divina, transmitida en horas de sublime comprensión, a los Filósofos prevédicos, los poseedores de los verdaderos postulados de la Cosmodicea.
Enseñanza 6: Filosofía Védica
Es impropio llamar a la sabiduría védica filosofía, pero ello se hace para claridad de las mentalidades de los estudiantes de occidente.
Llamar filosofía a la sabiduría divina de los Vedas, es como llamar al universo un mundo de estrellas.
A la tradición oral comunicada a los sabios antiguos, por sabios anteriores a ellos, no se le puede asignar fecha determinada.
Si se considera la fecha exacta, o aproximada, de la redacción de los Vedas, perderían éstos su carácter verdadero y divino.
El Veda es la expresión de Dios, de su pensamiento condensado en normas, métodos y definiciones; por eso no puede tener ni principio ni fin, porque es eterno como la sabiduría de Dios y su valor dura a perpetuidad.
Su origen es no humano, Apaurusheya; y únicamente fue transmitido y conocido por la tradición reconocida, Vansha.
Los Vedas son cuatro: el Rig, el Yajur, el Sam y el Atharva, y su comentario: los Upanishads.
A través de las edades, la tradición reconocida de los Vedas se volvió ortodoxa; quiere decir, se formaron alrededor de sus principios: religiones, castas, escuelas, dogmas, hábitos; en suma, todo un corolario de fuerzas externas para mantener la pureza de sus principios.
Si bien se formaron una infinidad de escuelas heterodoxas, fuera de los principios y métodos establecidos, sin embargo, en la India especialmente, las principales escuelas filosóficas mantuvieron puros estos principios. Estas escuelas son las que subsisten todavía en la actualidad: las seis Darshanas.
Darshana quiere decir: distinto modo o punto de vista para ver una única verdad reconocida.
Ellas son:
1° La Nyaya
2° La Vaisheshika
3° La Sankhya
4° La Yoga
5° La Mimansa
6° La Vedanta.
La Nyaya reconoce todas las bases védicas para llegar a la unión Divina; pero es indispensable, para ello, ver, observar, conocer, discurrir y probar todos los elementos universales.
La frase básica del Nyaya es la siguiente: “La bienaventuranza se logra mediante la comprensión de la verdad, tal como está dispuesto en los dieciséis Padarthas”.
Las dieciséis Padarthas constituyen las reglas del modo de discurrir y analizar las cosas según la Nyaya.
La Vaisheshika busca la unión con Dios mediante el estudio y el conocimiento de las substancias individuales.
Discurren sobre un aspecto de la sustancia e investigan sus diversas cualidades para establecer su acción peculiar y sus derivados similares y aparentemente independientes de ella. Pero los similares se asocian por coherencia substancial y queda manifiesta la unidad fundamental de la substancia cósmica.
Las seis categorías discursivas del Vaisheshika son las siguientes:
1° Dravya - Substancia
2° Gunas - Cualidades
3° Karma - Acciones
4° Samanya - Generalidades
5° Vishesha - Separatividad
6° Samavaya - Coherencia.
La Sankhya conquista el Espíritu Universal, Purusha, por el conocimiento teórico de la Naturaleza, Prakriti.
La Yoga, igual que la Sankhya, busca el Espíritu Universal, Purusha, por el dominio de la Naturaleza, Prakriti, o disciplina.
La Mimansa dice que la Liberación final, o la conquista de la única realidad, que es Brahman, se logra por la eliminación de todos los elementos exteriores que son ilusorios, y a través del estudio del Veda.
Se divide en dos partes: Purva Mimansa, estudio de los ritos y ceremonias, y Uttura Mimansa, investigación profunda sobre los Vedas.
Sobre todo la Purva Mimansa lucha constantemente por no atarse a la ilusión externa; muchos de sus seguidores llegaron hasta el fanatismo por el temor de atarse a la manifestación del Universo.
La Vedanta, respetando y reconociendo todos los elementos cósmicos y los principios reconocidos por los Vedas, únicamente desea encontrar la Única Realidad.
Brahman es la única Realidad; todo lo demás es Maya, ilusión.
Las almas son Brahman, y no otra cosa.
Nada fuera de Él existe.
Enseñanza 7: Conceptos de las Principales Escuelas Védicas
La filosofía de la India no nombra ni habla sobre el principio absoluto, existente más allá de todo principio; ejemplo luminoso de la modalidad de esos antiguos maestros de la India es el Buda, que se negó constantemente de hablar sobre el principio de lo INFINITO.
Lo Inmanifestado es la Eternidad, lo Absoluto, lo desconocido, antes de existir en sí y de manifestarse; tampoco es lo Inmanifestado, porque es Aquello que está más allá de lo Manifestado y de lo Inmanifestado.
Lo Inmanifestado, o Brahman, es la existencia preprimordial infinita, incondicional, inexpresable, de la cual surge el Universo, la Única Realidad.
De Brahman, el Universo, surge su Imagen, y Él se transforma a sí mismo en una infinidad de imágenes semejantes a Él.
La Filosofía Védica, si bien reconoce al Universo como Maya, o ilusión, sin embargo estudia a la manifestación ilusoria en todas sus fases.
Brahma es el Creador, la potencia indivisa del Universo, sin principio ni fin, sin atributos, impersonal.
Ishvara, imagen de Brahma, es el Dios personal que resume en sí a todas las almas y está munido de todos los atributos.
Brahma es el Creador, Vishnu el Conservador y Siva el Destructor del Universo.
Dicen los Upanishads, mirando al infinito espacio del cielo: “Todo es Brahma, principiando, alentando y terminando; Él es un Ser dentro del corazón, más chico que grano de arroz, que grano de mostaza”.
Llamar idólatras a los hindúes es desconocer los postulados más elementales de su doctrina; la Manifestación Divina, el Dios Impersonal, el Dios Personal, todos los Divinos Atributos que se manifiestan en el Cosmos, son otras tantas imágenes divinas, o dioses.
El Espíritu de Dios, Purusha, modifica a la materia o Prithivi, a través de la modificación del Gran Elemento Cósmico, Mahabhuta o Tattva. Éste constituye los cinco elementos cósmicos que son:
Prithivi - Apas - Tejas - Vayu - Akasa.
El pensamiento cósmico creador se sintetiza en el hombre, prototipo de los reinos; y su imagen perfecta es Manú, aquel que conoce y practica las leyes Eternas.
El Manú, al resumir en si las Leyes Cósmicas es una legislación viva para las razas. La ley cósmica, a través de él, se transforma en la Ley Humana, o Dharma; y se realiza a la perfección a través de la acción, o Karma.
La Filosofía Védica en sí es perfecta.
Sale del seno de la Eternidad y analiza todos los aspectos de la manifestación hasta dentro de la mínima partícula, separándola o uniéndola según la necesidad, sin perder de vista jamás la unidad fundamental de la existencia.
Enseñanza 8: Filosofía China
La escuela filosófica china no tiene establecida una fecha de comienzo, pues siguió la línea de pensamiento de los atlantes mongólicos.
Las primitivas dinastías, se pierden entre las sombras del mundo Etéreo; tan es así, que antiguas dinastías, que se remontan cinco o seis mil años, las consideraban sin conocer su origen.
Se deduce de los escritos de Confucio, que a las dinastías ya reconocidas se les atribuía una antigüedad de tres mil años y a las otras anteriores, se las denominaba Dinastías Divinas.
Todo lo que se puede conocer de los conceptos mentales de los antiguos chinos es a través de las escuelas del pensamiento que surgieron inspiradas por esos antiguos principios.
El fundamento de la filosofía china no es, ni Dios, ni el Libro de la Ley, sino el hombre mismo.
El concepto chino del Ser Eterno es extraordinariamente elevado, tanto que jamás quiere aludir a Él; decir a través de la observación exterior de la filosofía china que ella no reconoce un principio cósmico fundamental es pueril.
Confucio se enoja con sus discípulos cuando le preguntan sobre la esencia del Ser Eterno. “¿Cómo puede hacerse semejante pregunta?”
Lao-Tsé lo sintetiza al Ser Eterno en el Camino. Pero con juegos de palabra, rechaza terminantemente considerarlo. Por eso él dice que: “Los nombres que se le pueden atribuir no son los nombres de lo Eterno”.
Los chinos no discurren sobre el principio único del Universo, ni tampoco condensan los secretos de la Manifestación Divina dentro de un libro sagrado, como hacen los hindúes. Para ellos no hay más imagen de Dios sobre la Tierra que el hombre. Ni se puede encontrar libro alguno más santo que la naturaleza humana.
El hombre no puede reconocer a Dios sino a través del hombre mismo. En síntesis: “El hombre es la medida del hombre”.
¿Para qué buscar las medidas de Dios, para qué buscar la solución de lo Infinito fuera del hombre mismo, si sólo él puede dar tal solución a través de su propia existencia?
Se reconoce en esta teoría el rastro del pensamiento atlante. El hombre es Dios, todos los demás hombres no son sino reflejos del mismo hombre. ¿Quién le impide realizar tal Divinidad? Son los elementos que lo constituyen, pero que no son él mismo; así que ha de dominarse constantemente, disciplinarse, para llegar a ser lo que es: Dios del Universo.
Sobre esta tesis, seguramente los antiguos filósofos chinos desarrollaron su doctrina. Como a través de la experiencia de los antepasados habían observado que el hombre tiende siempre a fundirse con alguno de sus elementos y transformarse en un demonio, reconocieron esta teoría, modificándola. El hombre, para llegar a ser Dios, ha de tener otro hombre que ha llegado a la Realización, para que le sirva de ejemplo y de guía. Es el jefe indiscutible de una dinastía, es una Divina Encarnación, es el Rey Iniciado, según el verdadero concepto.
Las escuelas de filosofía más antiguas y reconocidas de la China son las de Lao-Tsé y la de Confucio. Si bien ellas parecen estar tan en desacuerdo entre sí, constituyen dos elementos tributarios de una única potencialidad mental.
La filosofía de Lao-Tsé (n. 570 a. J.C.) resumida en el Libro de Tao o Ritmo de la Vida, es netamente metafísica. Reconoce al hombre como único principio del Universo; pero el hombre ideal, el hombre abstracto, el hombre en sí.
A través de la renunciación constante a si mismo el hombre se transforma en un ser libre y, por consiguiente, en el rey de los demás.
El continuador de Lao-Tsé, Chuang-Tsé (n. 275 a. J.C.), condensó las ideas de esta filosofía en libros que se hicieron tradicionales.
Confucio (n. 551 a. J.C.), propulsor de la otra escuela filosófica, quiere llegar a los mismos efectos en el hombre, pero en la síntesis perfecta de la vida diaria. El hombre tiene que esforzarse continuamente mediante la práctica y a través de la imitación del rey prototipo, para llegar a la perfección y hacerse digno de dirigir y guiar a los otros hombres.
El hombre es medida del Universo, pero ha perdido las bases fundamentales de esa medida, sin las cuales no puede gobernar a un pueblo y hacerlo feliz. Tiene que volver a encontrar a esas medidas, esos ritmos que son el mejor modo de expresar el valor del hombre interno.
En el libro de Li-Ki están las normas de cortesía, de ceremonial, de protocolo, de los ritos funerarios, etc.
Estas filosofías datan de unos quinientos años antes de Jesucristo, mientras que la verdadera filosofía china se pierde en la noche de los tiempos. Y sólo le queda como tradición la imagen del Dragón.
Para el chino, la idea está expresada en un símbolo, de igual modo como puede estar escrita en un libro o representada en un hombre.
Enseñanza 9: Filosofía Budista
La raza Aria había de dedicar todos sus esfuerzos al desarrollo de la filosofía dualista como un puente trazado del cielo a la tierra para llegar hasta el hombre.
Pero antes que esta corriente avasalladora impulsara a la mente de la raza, la filosofía del No Ser brilló con todo su esplendor y se materializó en un nombre y en una idea para que no se olvidara su origen ab aeterno.
La idea budista, a pesar de todas las transformaciones sufridas en el transcurso de los siglos, a pesar de haber sido influenciada poderosamente por otras ideas y de haberse transformado, en muchas partes, en una religión, mantuvo pura su semilla fundamental de la no existencia del ser.
El Buda establece cuatro postulados negativos para llegar a la Eternidad. Ellos son:
1° Conocimiento de la existencia del dolor
2° Conocimiento de que el dolor es causado por el deseo
3° Conocimiento de que el dolor es únicamente eliminado por la aniquilación del deseo
4° Conocimiento del sendero que lleva a la cesación del dolor por la aniquilación del deseo.
La idea budista que resume en sí la Gran Verdad se propagó con extraordinaria rapidez en la mente de los hombres y se extendió a todo el mundo y si bien el budismo ha pasado por diversas fases y cambios, la idea permanece intacta.
El Budismo al decir: “Esto no, lo otro no, lo de más allá tampoco”, le da una posibilidad a la mente para vislumbrar su origen divino y eterno.
Desde el punto de vista dualista este concepto es completamente ateo, porque pone a la mente humana ante el problema eterno, sin intentar explicarlo.
El Buda jamás ha querido hablar de la eternidad, sino continuamente se esfuerza en que la mente se vuelva apta para lograr una superior comprensión.
También el Buda niega la existencia del yo, o ser, como ente; porque si tal hiciera, establecería un hilo conductor entre lo eterno y el hombre, que sería ya una explicación de lo inexplicable.
Su teoría es clara y definitiva: lo Eterno es inexplicable. La existencia es el fruto del deseo. De la combinación de los deseos surgen las diversas manifestaciones y éstas son las causas del dolor.
Por el conocimiento de la existencia del dolor, por el conocimiento de que el dolor es causado por el deseo, por el conocimiento de que el dolor es eliminado únicamente por la aniquilación del deseo y por el conocimiento del sendero que lleva al cese del dolor por la aniquilación del deseo, se llega al Nirvana o perfecta felicidad y paz y lo Eterno continúa inexplicable.
El Budismo, como filosofía, fue asimilado rápidamente por otros sistemas y subsistió dentro de las religiones budistas a través de sus sagradas escrituras y dogmas.
Sobre todo, la pura idea budista fue guardada por los observantes del Gran Vehículo, en contraposición con los observantes del Pequeño Vehículo, el cual, luego, se impuso como religión, porque no profundizaba tanto las ideas, para dedicarse preferentemente a la práctica y cumplimiento de las ocho etapas necesarias para recorrer el sendero de la liberación.
Las ocho etapas son:
1° Recta Fe
2° Recto Juicio
3° Recta Palabra
4° Recto Propósito
5° Recta Acción
6° Recto Esfuerzo
7° Recto Pensamiento
8° Recta Meditación.
La idea budista, después de la muerte de su fundador (483 a J.C.), se extendió por la India y luego penetro en la China donde se asentaría definitivamente. La idea budista fue asimilada en China por otras concepciones, a tal punto que quedaba casi irreconocible.
Hiouen-Tseng, 1200 años después de la muerte del Buda, viajó de la China a la India, coleccionó innumerables textos Palí, y de regreso los tradujo al chino, restaurando la verdadera doctrina.
El budismo penetró en el Tibet en los siglos séptimo y octavo predicado por Padmasambhava. Se mezcló a las ideas Sivaístas y Tántricas ya existentes en el país, pero la doctrina se mantuvo intacta en lo concerniente a la no existencia del ser.
La Ley Eterna había establecido que el hombre ario conociera a su mente y que la utilizara hasta hacer de ella la imagen de su Dios. El hombre podría por la investigación descubrir los secretos del Universo. Pero este hombre que puede calcular exactamente cuando se producirá un eclipse, que puede establecer por cálculo el curso de las mareas y qué metal hay a tantos metros bajo la tierra, no puede contestarse las preguntas: ¿Qué es tu alma? ¿Qué es tu pensamiento? Este pensamiento poderoso que utilizas, ¿qué es?
Como en un tabernáculo, ha permanecido esa idea negativa del Buda, que hace que la mente, a través de sucesivas negaciones, llegue a presentir su destino eterno, a pregustar la paz y serenidad del Nirvana.
La idea filosófica budista es el más alto exponente de lo que puede llegar la mente humana, a través de la especulación, para afirmarse sobre un punto infinito y desconocido.
La doctrina del Buda perdura en el mundo, si bien se ha transformado en una profesión de fe Buda-Dharma-Sangha: “Yo me refugio en el Buda, yo me refugio en la Ley, yo me refugio en la Orden”.
Enseñanza 10: Filosofía Deísta o Dualista
El concepto de un Dios personal como centro y vida de su Universo, creador de todos los seres, es una concepción del pensamiento egipcio.
El Ishwara de los Hindúes es el punto único que une lo Infinito con lo finito; al reverenciar a Ishwara el hinduista venera a la Eternidad de la cual emana, pero el Dios de Egipto es Él y nada más que Él. Y nada existe fuera de su infinita amplitud y sabiduría. Hasta pudiera ser que los sistemas dualistas de la India fueran adaptaciones de los sistemas egipcios y asimilados a su estilo.
Los antiguos filósofos egipcios, admitían un Ente Eterno poseedor de todo atributo excelente, el cual originaba de su seno a todas las almas, hechas a su imagen y semejanza.
Los postulados filosóficos fundamentales del antiguo Egipto son los siguientes: existencia de un Dios Único, Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente.
La existencia de seres perfectísimos, semejantes a Dios, o dioses redentores y propiciadores.
Este concepto favorecía a que la idea se transformara fácilmente en religión y ésta, celosa guardiana de sus intereses personales, atribuía a cada uno de estos seres perfectos y semejantes a Dios, un valor satánico, dándoles los mismos atributos divinos, que sólo Dios poseía y haciéndoles aún superiores a Él. Aún más, esta idea llevó a los hombres, sobre todo a los que predominaban sobre otros, se deificaran a sí mismos, no en una perfecta Unión con Dios, sino, exclusivamente, como una imagen de Dios.
La Idea Filosófica de Egipto era puramente monoteísta, pero sus consecuencias directas eran religiosas y politeístas.
Continuamente sucede este fenómeno: la idea monoteísta se vuelve politeísta y reacciona luego, sistemáticamente, contra esta deducción.
La controversia de estas ideas fue denominada la lucha de los dos Soles.
El hombre, creado por Dios, tiene que reconocer y adorar a su Dios, únicamente. Toda adoración tributada a otra entidad que no sea Él, es renegar de su infinito poder y ser idólatra. Aún más, pierde el hombre así el don de adorar a Dios en Espíritu y Verdad y rinde culto a la grosera forma exterior. Pero los otros refutaban que el culto a Dios bajo diversas formas nada quitaba a la verdadera adoración del Dios Único, ya que las formas diversas, eran expresiones e imágenes de la única forma divina, Puro Espíritu y Verdad.
Periódicamente hubieron grandes movimientos idealistas que tendían a abolir la idolatría, pero, como ésta estaba apoyada por los Faraones y Sacerdotes, los filósofos tenían que huir al Desierto. Este fenómeno se produjo sistemática y periódicamente durante toda la larga existencia de las Dinastías Faraónicas.
Estos filósofos, seguidos de unos pocos discípulos, se asentaban entre los pueblos bárbaros, entre los negros etíopes y los Asirios, y así propagaban sus doctrinas, procurando retornar desde allí para volver a conquistar los grandes centros culturales de Egipto.
El Rey Filósofo Amenofis IV, en compañía de su esposa Nefertiti, que había traído del desierto el concepto del Dios Único, procuró transformar este Ideal en una religión, contraponiéndose a los Sacerdotes de Amón y a las antiguas costumbres, fundando una ciudad para adorar en ella al Dios Único; fracasó en su intento y, después de su muerte (1280 a. J.C.) fue borrado el culto de Atón, y restaurados los anteriores.
Los Hebreos eran hombres nómades que venían del Desierto y concebían claramente la idea de un solo Dios, manteniéndose entre el pueblo del Faraón como rebeldes y al margen de la ley religiosa vigente.
El Éxodo de este pueblo, guiado por Moisés, es una demostración histórica de que los filósofos e idealistas eran perseguidos y tenían que refugiarse en el Desierto.
Los griegos, herederos de los egipcios, y que fueron en un principio un pueblo pastor y nómade monoteísta, cuando se asentaron y engrandecieron, transformaron su ideal en una religión politeísta.
La Filosofía y la Religión, como dos esposos, se buscan y rechazan continuamente.
La corriente ideal monoteísta es absorbida por la potencia religiosa y práctica del politeísmo, pero siempre el ideal surge de nuevo para proclamar, sobre todas las cosas y diversas formas, que Dios es Uno y que no hay otro fuera de Él.
Enseñanza 11: Filosofía Mesiánica
El filósofo deísta se pregunta: Si yo soy hijo de Dios, engendrado por Él, ¿por qué no he de poder ser Dios?
La mente humana, después de dedicarse a la especulación a que es tan afecta, se resiste a la idea final de que nunca será Dios, sino será, solamente, semejante a Dios.
La filosofía del No Ser, hace que el alma se estremezca de placer al concebir la grandiosa e incomprensible idea de la Unión Absoluta; pero, la filosofía deísta traza un círculo sobre el cual está escrito: no pasarás.
Los filósofos idólatras comparan con Dios a los seres perfectísimos, propiciadores y redentores; mas, los deístas afirman que éstos no son sino demonios, remedos de Dios; entonces la mente del hombre jamás llegará a romper los lazos de la relatividad ni jamás podrá abarcar toda la inmensidad y omnipotencia de la Mente Divina.
El hombre nunca puede llegar a ser Dios, ni nadie puede ser semejante a Dios, nunca, nunca. Sólo gozará de los efluvios de Dios, de la influencia de la Mente Divina. Entonces la hábil mente humana, que no se resigna a ser derrotada, forja la idea de un redentor.
El redentor es Dios adaptado a la mente humana. Esta no será semejante a la Mente Divina, ni llegará a ser Dios, sino, Dios mismo limitará su Mente Divina a una relativa y parcial mente humana: Dios mismo se hará hombre.
La filosofía deísta, tomada en forma escueta, es peligrosa y puede tentar la mente humana a que se haga semejante a Dios; por eso, para sostenerse, se afirma sobre el concepto de una Mente Divina humanizada.
Hermes-Thot y Osiris son imágenes de la doctrina en el antiguo Egipto.
El judaísmo mismo no pudo sostenerse por largo tiempo en la idea escueta que le impusiera Moisés; ya durante el destierro en Babilonia necesitó una amplificación del pensamiento humano y empieza a cantar y añorar la llegada de un Mesías, de un Libertador, de un Ser Divino encarnado sobre la tierra.
Esta hermosa filosofía es heredada por los cristianos ya que la religión cristiana se basa en el concepto del Dios Hombre.
Todos los seres humanos por Él pueden ser redimidos; si no pueden hacerse semejantes a Dios, como Dioses, pueden hacerse semejantes a Dios a través de Cristo.
La influencia neoplatónica que tanto influyó en la filosofía del Cristianismo en los primeros siglos de la Iglesia, fue el mayor peligro del mismo y provocó el arrianismo. Si Cristo no es el Padre, sino únicamente semejante al Padre, entonces, no es Dios, sino es semejante a Dios. Y entonces dan por tierra las posibilidades de que la mente humana se transforme en la Mente Divina por un Mediador.
La idea católica afirma la Unidad indisoluble entre las tres personas de la Santísima Trinidad, y hace al Hijo consubstancial con el Padre, afirmando la fe sobre la idea inquebrantable de que por la Redención, el hombre será unido indisolublemente con Cristo, y por Él será unido también con Dios, porque Cristo es Dios mismo.
La vibración mental contenida en el cerebro es relativa, pero presiente más y más; la mente humana quiere ser Dios.
Siempre se forma el concepto superconsciente de que algún día se poseerá la totalidad de la Idea.
Enseñanza 12: Filosofía Cristiana
La filosofía cristiana es una filosofía limitada.
El pensamiento del hombre tiene una apariencia limitada, pero cuando a través del ejercicio de su actividad potencial va ampliando sus horizontes, sus posibilidades se vuelven ilimitadas.
La filosofía cristiana comprendió el valor de estas posibilidades y procuró controlarlas. Enunció que el hombre tiene que pensar lo que quiera, cuánto quiera, cómo quiera, pero dentro de la limitación prefijada.
El hombre, después de la muerte, podrá pensar ilimitadamente, comprender todos los misterios, la inmensidad de la ciencia y el puro conocimiento; pero aquí, en la Tierra, no.
Esta filosofía, al ser así limitada, quedó definitivamente dentro de la órbita y al servicio de la religión.
Esta filosofía cristiano-religiosa se forma poco a poco.
En los primeros tiempos de la Iglesia, algunos Padres intentaron dar amplio vuelo al pensamiento, pero fueron o impedidos o separados de la Iglesia.
Esta filosofía extendió una inmensa red sobre la mente del hombre; permitía que éste pudiera mirar los espacios infinitos del saber, pero siempre a través de esta red; que pudiera recibir el tesoro de las experiencias de todas las filosofías y todas las investigaciones del saber, pero siempre filtradas a través de la red.
Los filósofos cristianos, alternativamente se sometieron a las influencias de las filosofías de Platón y de Aristóteles.
Llegó hasta ellos el delicado sentimiento de la filosofía del Budismo Chino expresado a través de su Liturgia y de su Ritual.
Las antiguas lecciones gráficas y simbólicas de la filosofía egipcia fueron adaptadas por ellos y amoldadas a sus imágenes y a su Hagiografía.
En síntesis, tomaron todos los conceptos filosóficos que llegaron al alcance de sus manos, pero todo ello tamizado a través de su red.
No se califica esta filosofía de limitada por poco expresiva u obscura en sus conceptos, sino porque induce al hombre a pensar restringidamente, como tal.
Para que ella se estableciera más fuertemente, sus filósofos distinguieron entre la filosofía limitada y la ilimitada, llamando a esta última Teología, Ciencia de Dios; y sobre la cual no se puede discutir, ni investigar. Hasta llegaron a prohibir a aquellos que no eran teólogos, o sacerdotes, que hablaran de Teología.
Es célebre la lucha que sostuvo San Bernardo, contra Abelardo, hasta lograr que éste renunciara a enseñar Teología en su cátedra de filosofía.
La Filosofía Cristiana no permite que el hombre piense más que limitadamente: San Atanasio enuncia esto en el primer postulado de su Símbolo, sometiendo la mente a la fe:
“Quicumque vult salvus esse ante omnia opus est, ut teneat catholicam fidem”.
“Fides autem catholica haec est, ut Unum Deum in Trinitate; et Trinitatem in Unitate veneremur”.
La fe católica es la gran red puesta sobre la mente del hombre si él quiere salvarse, si quiere conocerlo todo, después de la muerte. San Atanasio lo explica claramente a continuación de lo trascripto de su Símbolo. Dios, Uno en su Trinidad, es el Supremo Conocimiento; pero, el hombre no puede alcanzar este supremo conocimiento sino a través del Hijo, por su Redención y Salvación. No puede conocer todo de un modo directo, sino indirecto; no en esta vida limitada y oscura, sino en el Paraíso, cuando el alma, por la redención, esté segura de su salvación.
La luz del Espíritu Santo, que es la ciencia plena de Dios Padre e Hijo, no puede ser comprendida por el hombre mientras tenga mancha física sobre él y la posibilidad de pecar, sino únicamente después, cuando esté admitido en la Iglesia Triunfante.
Que piense el hombre, pero que no piense más que a su medida.
Esto es esencial, indiscutible, inquebrantable.
Enseñanza 13: Filosofía Andrológica
La mente del hombre es de un poder ilimitado pero únicamente puede llegar a su plenitud comprensiva y creadora mediante la unión con lo Infinito.
Por eso el fin correcto, único y verdadero de la mente, es el de buscar a Dios, la Eternidad.
Todo otro trabajo especulativo de la mente es vano, falso y perjudicial. La mente, como un poder mortífero en manos de un niño, siempre herirá a quien quisiere desviarla a través de los velos de la ilusión, porque ella, inevitablemente, ha de volver a la Mente Eterna, su verdadero elemento.
Entonces, toda Filosofía que no tenga como finalidad la realización de Dios, no es verdadera, es absurda.
La única Filosofía real y verdadera es la Cosmodicea, en la que el Ser busca al No Ser y, en el Ser y No Ser, lo Eterno.
A través de los ciclos de la evolución del hombre más de uno tuvo el don de comprender el enorme poder de la mente humana y algunos, hombres demonios, se preguntaron: ¿Por qué no detener esta gran corriente? ¿Por qué no desviarla y aprovecharla para uno mismo?
Así, el poder de la mente fue aprovechado, a veces, para fines colectivos y personales.
Las corrientes mentales del hombre fueron limitadas: Que piense el hombre esto y gire su pensamiento sobre esto, y nada más. Éste fue un método, útil y práctico, para que la fuerza mental generara y se volcara sobre el hombre mismo y sobre el círculo por él establecido.
El poder de la mente fue, pues, aprovechado y limitado una vez más para que no intentara volver a su cauce y transformarse en una fuerza destructora y libertadora.
Las filosofías deístas sistemáticamente restringieron tanto los conceptos del hombre, que éste se volvió incapaz, a través de su mente, de ver a Dios, la Eternidad.
La Filosofía Deísta transformó a la Eternidad en un Dios tirano, el cual, látigo en mano, amenazaba constantemente al hombre diciéndole: O haces de tu mente lo que yo diga o te aniquilo.
Pero esta restricción fue un bien para la mente humana, ya que ésta, incontenible, buscó una vía subterránea para huir, para expandirse, para hallarse una vez más a si misma.
El hombre, no comprendiendo ya a la Eternidad y creyendo que Dios era el ídolo formado por las diversas vibraciones mentales consecutivas y semejantes, transformadas en conceptos y dogmas, buscó en sí, no en sí mismo como parte de Dios o potencia espiritual, sino en sí mismo, como fuerza humana, el conocimiento. El hombre buscó en sí, en sus sentimientos y emociones y observando sus instintos; allí encontró un punto de apoyo sobre el cual galvanizar sus fuerzas mentales.
Esta filosofía era llamada andrológica, estudio del hombre, con prescindencia de la Eternidad, de Dios.
Pero, esto era un absurdo: el hombre en sí, apartado de lo Eterno, no tiene razón de ser y la mente humana no hace más que estrellarse en una infinidad de conceptos ilusorios, contra el muro del falso conocimiento.
Pero la gota de agua horada la piedra.
Rota la armazón exterior, el ser encuentra en lo profundo de sí mismo, el Espíritu; y de allí se vuelve hacia Dios.
La Andrología, analizando los diversos aspectos íntimos del hombre, fue fundando diversas escuelas. Pasó a través de la fisiología, de la mente instintiva, de la mente emotiva, revisó toda la psique del ser, hasta llegar al Espíritu.
Sentía cada vez más la necesidad de una filosofía ascética y mística y, a medida que se descorrían los velos volvía a encontrarse con la reina madre de las filosofías, la Gran Cosmodicea.
Enseñanza 14: Conceptos de Filosofía Andrológica
Todo concepto andrológico es absurdo.
Si se apartara un hombre totalmente de los demás seres y del conocimiento de Dios, cosa absurda, porque el hombre, por su naturaleza intrínseca jamás puede ser separado de Dios, y quisiera conocerse por sus propios medios, tendría que valerse de él mismo, de su fuero interno, para conocerse.
Es comprensible, pues, que el ser no habituado a especular sobre Dios, el cual es único fin, real y verdadero, piense: “¿yo soy? ¿quién?”
“¿Yo soy quién?”
Sobre esta frase se basa toda la filosofía andrológica.
El hombre, lo primero que busca explicar es su yo. El yo que él conoce es su yo físico, aquél yo físico que imperiosamente le hace pensar a través de sus necesidades vegetativas o instintivas.
Entonces, el postulado fundamental de la filosofía andrológica es: Yo soy un hombre.
Este resultado es correcto desde el punto de vista físico, pero es absurdo desde el punto de vista cósmico, como son todas las parciales verdades andrológicas.
Impulsado por sus deseos de conocerse, el hombre utiliza su mente para penetrar dentro de la misteriosa máquina humana; investiga, observa, analiza y compara; y hace como el niño que rompe su juguete para ver lo que contiene.
De este modo la Andrología se enriquece con infinidad de escuelas filosóficas, todas ellas nacidas del primer postulado: “Yo soy un hombre”, como la física, la química, y la medicina aplicada.
Como el postulado “yo soy un hombre” no es sino relativamente verdadero, el ser sigue manteniendo viva la frase “¿Yo soy quién?”
El hombre descubre en sí sentimientos y emociones completamente inaccesibles para la fisiología. Entonces empieza a discurrir: Yo soy un hombre, más hay algún valor, existente en mí, que yo no conozco. Puedo pensar ésto y lo otro; puedo sentir de un modo o de otro; entonces surge el estudio filosófico, el análisis de las emociones y, tras arduas luchas, llega el hombre al gran postulado: “Yo soy un hombre anímico”.
Todo su sentir interno es estudiado en cada uno de sus aspectos, y éstos se exteriorizan en varias escuelas de diverso carácter psicológico, las cuales coinciden en sostener el postulado: “Yo soy un hombre anímico”.
Como, sin embargo, este postulado: “yo soy un hombre anímico” no es sino relativamente verdadero, como toda verdad andrológica, el hombre sigue sosteniendo la frase: ¿Yo soy quién?
A veces predomina en el ser el hombre físico, con el instinto; otras veces, el hombre pensante, con la comprensión.
La Andrología discurre para establecer cuál de estas dos fuerzas es el hombre verdadero; pero al explicarlo de un modo o de otro, le va agregando atributos. A cada uno de estos éstos se les ha atribuido mayor o menor importancia, surgiendo de allí múltiples escuelas que la alejan, cada vez más, de la verdad y de la fuente primaria. Sin embargo, éstas enseñaron a los hombres a pensar, a hablar, a escribir y a aplicar sus variados conocimientos a diversas especialidades.
Pero el hombre que, con la Filosofía Andrológica, ha penetrado en lo más íntimo de su ser, encuentra la Chispa Divina, y con Ella la única solución al problema humano, que es el retorno a Dios, a la Eternidad. Entonces, surge el postulado perfecto que, de andrológico se transforma en cosmodiceico: “Yo soy Aquéllo”.
Enseñanza 15: Filosofía Rásica
La Rásica es el cuerpo psíquico de la Filosofía.
La Historia en sí no es sino un derivado de esta Filosofía.
La verdadera Historia no es aquella que sólo registra los hechos externa y cronológicamente, sino la que coordina esos hechos, dándoles vida, pensamiento y expresión.
La Rásica es el cuerpo psíquico de la Filosofía: no se la puede situar en un campo puramente mental y especulativo, ni tampoco en un campo humano completamente y únicamente subjetivo.
La Rásica considera los hechos concretos, las observaciones sistemáticas y los acontecimientos sucesivos; pero, mantiene el calor vital de los hechos. Estos son proyección de una pura expresión del pensamiento y subsisten en las edades, aún después de que se hayan borrado como formas materiales de la Tierra, como un poder y valor psíquico, que expresan la idea de la cual emanaron y los resultados directos e indirectos, sobre la vida del hombre.
Los estudiantes que desearan aplicarse a este estudio, deberán hacerlo únicamente bajo la dirección de un Maestro que posea el conocimiento del Mundo Astral.
Para explicar la Filosofía basta una mente grande y de mucha intuición; pero, para explicar la Rásica, es indispensable que el Maestro tenga el poder del conocimiento psíquico del Mundo Astral.
Helena Petrovna Blavatsky, cuando tuvo que explicar al mundo de occidente, en su “Doctrina Secreta”, la Historia del Ocultismo, desechó todo tratado que tuviera a su alcance y recurrió únicamente a los Anales Akásicos. Helena Petrovna fue la Filósofa Rásica de nuestra raza, pero resultó una estrella solitaria en un mundo de ciegos.
La Rásica es la Filosofía aplicada a la Historia, pero ésta es, al día de hoy, una ciencia completamente desconocida, ya que los autores que disertan sobre Historia, apartándose de los hechos escuetos y cronológicos, no hacen más que reflejar y describir su propia personalidad.
Para conocer la verdadera Historia, vida, pensamiento y expresión de los hechos, las fuerzas que los generaron y los resultados que han producido y producirán en el mundo, es indispensable verla en el Registro del séptimo plano del Mundo Mental.
La Rásica estudia las relaciones del Cosmos con la Tierra y el hombre, de las razas entre sí; estudia también las etapas ascendentes y descendentes de los pueblos, su origen, nacimiento y muerte; las relaciones astronómicas, astrológicas, telúricas, raciales y climáticas.
La Rásica podría ser de un valor extraordinario para las almas si fuera estudiada sobre bases seguras y enseñada por clarividentes; podría ser la llave de la felicidad del futuro, ya que permitiría predecir exactamente, a través de los cuadros de las diversas etapas de la existencia, los destinos de los pueblos, razas, familias y hombres.
Los estudiantes de la Rásica deben construir un puente psíquico que sea un nexo de unión entre los hechos positivos y sus derivados, y la pura fuente del pensamiento; los que grabarán sus impresiones cíclicas en el sutilísimo cuerpo astral, etéreo y psíquico del Alma del Mundo.
Enseñanza 16: La Filosofía
El estudio de la Filosofía es como el lago de la montaña que vierte su agua por diversos arroyuelos.
Desde las altas cumbres, donde el pensamiento es uno, los estudiantes analizan la Idea Única, dividiendo así los conceptos en diversas expresiones que se transforman a su vez en distintas filosofías.
Se dice: filosofía platónica, filosofía aristotélica, y así sucesivamente, como si hubiera más que una Filosofía.
El que se llama Filósofo sin ser tal, se encierra dentro de un determinado concepto y dentro de un campo magnético o modo de pensar, negando todo lo demás; pero el verdadero Filósofo, si bien se mantiene en su ciudadela y defiende su posición, no deja de reconocer que las diversas ideas forman el conjunto de la Filosofía.
Las grandes filosofías, aparentemente tan divergentes entre sí, si unen sus postulados fundamentales, son todas expresiones diversas de la Verdad, que en su conjunto forman la única Filosofía, que es la reina de las filosofías.
A través de las edades han surgido Grandes Iniciados que tuvieron que lanzar al mundo la potencia de la Idea Madre revestida de la característica y la necesidad de la Humanidad del momento; pero, esas nobles filosofías, sin embargo, no eran sino una adaptación de la Filosofía y el estudiante nunca ha de perder de vista la unidad del pensamiento universal.
Es necesario afirmar una vez más que con un concepto así vago y general no puede conocer el estudiante la Filosofía porque al generalizar, pierde interés por la especulación y el método que llevan a la práctica del recto pensar.
Es preciso que el estudiante adopte una posición, que adopte un postulado filosófico y se mantenga firmemente en él, para poder, desde allí, conquistar los diversos puntos que señalan los Grandes Centros Laya del conocimiento filosófico.
Para eso, es necesario dogmatizar sin dogmatizarse, con el objeto de afirmarse en sus propias ideas; es necesario adquirir recursos mentales para sostener, defender y sobreponerlas a las demás; pero en lo interior hay que mantener esa santa libertad que goza constantemente de los efluvios de la Idea Única.
Algunas religiones comprendieron este alto concepto y llamaron a su punto de vista particular y fundamental de filosofía, Teología. Obligaron al estudiante a que, recibiendo estos postulados filosóficos como divina e indiscutible revelación, tuviera que someterse a ellos incondicionalmente; y todos los demás puntos que de ellos derivaban, seguían siendo parte del campo de la Filosofía, quedando el estudiante en libertad para discutir, discurrir, negar y afirmar, según su modo de comprender y deducir.
La Filosofía es el Pensamiento de Dios revelado a los hombres; es como si la Divina Madre se quitara su Santo Velo para entregarlo a su bien amado Hijo.
La Filosofía, expresión pura del Pensamiento, es la única arte valedera que puede devolver la felicidad al hombre.
ÍNDICE:
Enseñanza 1: Origen y Desarrollo de la Filosofía
Enseñanza 2: Concepto de la Filosofía del “No Ser”
Enseñanza 3: Concepto de la Filosofía del Ser y del No Ser
Enseñanza 4: La Filosofía del Ser
Enseñanza 5: Filosofía Prevédica
Enseñanza 6: Filosofía Védica
Enseñanza 7: Conceptos de las Principales Escuelas Védicas
Enseñanza 8: Filosofía China
Enseñanza 9: Filosofía Budista
Enseñanza 10: Filosofía Deísta o Dualista
Enseñanza 11: Filosofía Mesiánica
Enseñanza 12: Filosofía Cristiana
Enseñanza 13: Filosofía Andrológica
Enseñanza 14: Conceptos de Filosofía Andrológica
Enseñanza 15: Filosofía Rásica
Enseñanza 16: La Filosofía
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